¿Cómo no enviar un abrazo desde aquí a Mandela, y a todo el pueblo de Sudáfrica?
¿Cómo no recordar también, modestamente, desde aquí a ese gran hombre y mostrarle respeto?
Yo me he preguntado en estos días de su despedida,
¿Cómo pudo salir de prisión, después de más de 27 años encerrado, sin guardar rencor, sin mostrar odio y deseo de venganza?
¿Cómo siguió desplegando su imbatible sonrisa, cautivando corazones y convenciendo a todos de que era posible la concordia y reconciliación?
¿Cómo al ser liberado, cuando podía jubilarse con más de 70 años cumplidos, pudo y quiso empuñar el timón de su país para conducirlo por la senda de la paz, combatiendo el racismo?
¿Cómo, a lo largo de los años más duros, conservó siempre la esperanza y defendió la justicia para todos?
Su cuerpo se ha quedado quieto y mudo, pero su memoria y su aliento perdurarán vivas y fuertes mientras haya mujeres y hombres que no puedan vivir con dignidad.
Mandela es un grito de libertad y de alegría que se ha transformado ya en leyenda.
Descanse en paz.
Hola Fernando, acabo de enterarme de que tienes esta web.
ResponderEliminarUn cordial saludo
Ulises Ruiz, urives@ucm.es
Hola Ulises, me alegro de saludarte. Estos días releí algo de Vuori y me acordé de ti.
ResponderEliminarUn abrazo,
Fernando