Más de diez cada día. 40 más que el año anterior (1).
Cada persona que se suicida es un grito que no
escuchamos, una mano que no tendemos. El mundo seguirá rodando como si no
pasara nada. Se suele decir: ojos que no ven corazón que no siente. Estas personas se fueron antes de que llegara
su tiempo. No tuvieron fuerzas para seguir respirando, para seguir remando. La
vida se puso chunga. Trastornos mentales, acoso escolar y laboral, desengaño, celos, falta de atención sanitaria adecuada, miserias,
desesperación, soledad no querida, desempleo, fracaso, indigencia, estrés insoportable… Cada suicidio es una historia terrible, que deja
un sabor agrio en la boca y un agujero en la conciencia.
Dice la Organización Mundial de la Salud que los suicidios son muertes evitables (2). Quizá todas no lo fueran. Pero muchas sí. La mayoría de estas personas se quitaron la vida pudiendo haberlo evitado.
¿Qué hiciste tú, qué hice yo, qué hicieron los Gobiernos, los Parlamentos, los profesionales de salud mental, las asociaciones? ¿Qué hicimos para evitarlo? ¿Qué hicimos para prevenirlo?
Fijémonos en un dato comparativo sobre programas de prevención: hace años morían muchas más personas en
accidentes de tráfico. En el año 2003 fallecieron por esa causa 5.514 personas.
Ese mismo año se suicidaron 3.478 personas. El gobierno desarrolló campañas y
estrategias para reducir las muertes por accidentes de tráfico. Fueron muy eficaces.
Cada año disminuyó el número de accidentes mortales. En el año 2008, por
primera vez, fallecieron menos personas por accidente de tráfico que por
suicidio. Las muertes por suicidio habían disminuido también, pero no tanto. En
2010 se quitaron la vida 3.158 personas. Pero, mientras las muertes en
carretera siguieron bajando, en 2014, el número de personas que se han
suicidado ha sido de 3.910, un 23,81% más (3).
Si cada vida que se
pierde es una tragedia, han sido tres mil novecientas diez tragedias que se
podían haber evitado. Se quedaron sin futuro. El 62% tenían menos de 54 años.
Es cierto que hay guías, programas, estrategias, de
Ministerio, Comunidades, Sociedades Científicas, Asociaciones de salud mental.
Pero, o no están bien enfocadas, o no se aplican con la suficiente intensidad. Lo que parece claro es que no estamos prestando la suficiente
atención a este grave problema. Es preciso reforzar todas las actuaciones pertinentes, porque hasta
ahora han sido poco eficaces.
Los datos del INE son contundentes: la tasa de suicidios ha
aumentado de forma sostenida desde 2010: de 6,85% por 100.000 habitantes, hasta
los 8,41 de 2014. ¿Se debe al impacto de la crisis económica, a los recortes servicios sanitarios y sociales, a otros factores?
Es también verdad que la tasa estandarizada de personas que se han suicidado en España sigue siendo menor que la de la media de la Unión Europea. Pero lo preocupante es que si en
2011 había una diferencia de 5 puntos (de 6,74 por 100.000 habitantes a 11,68;
tasas estandarizadas), tres años después la diferencia se ha reducido a 3,5
puntos (de 8,14 a 11,67). Si nos comparamos con Italia, que también tenía una
tasa baja en 2011, vemos cómo el deterioro relativo ha sido nítido en España y no se
ha producido en Italia. Algo estamos haciendo mal.
Yo reclamo a los gobiernos y a los parlamentarios nacionales y regionales que analicen el problema y busquen soluciones. No debemos mirar para otro lado. Si hay algo que pudimos hacer y no hicimos es hora de enmendar.
(1) http://fernandolamata.blogspot.com.es/2015/03/cada-dia-mas-de-10-personas-se-suicidan.html
(2) http://www.who.int/mental_health/suicide-prevention/world_report_2014/es/
(3) http://www.ine.es/jaxi/menu.do?type=pcaxis&path=/t15/p417&file=inebase&L=0
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