jueves, 13 de septiembre de 2012

300 TRABAJADORES MUEREN EN EL INCENDIO DE LA FÁBRICA



En Karachi, Pakistán, 300 trabajadores de una fábrica textil han muerto en un incendio y otros muchos están heridos. Se hacinaban más de 1.500 trabajadores para fabricar las telas que luego, quizá, usaremos aquí. Cobraban salarios muy bajos, de supervivencia. Sin condiciones de seguridad. Pavoroso.

Hace días, en Marinaka, Sudáfrica, 34 mineros que hacían huelga en la mina de platino donde trabajaban fueron abatidos por la policía. Luego hubo detenciones de centenares de mineros acusados por provocar el conflicto y nuevas revueltas, y policías y otros diez trabajadores muertos. La huelga se extendió a otras minas de platino y de oro. Piden salarios dignos. Piden que las ganancias sean también para los trabajadores. “Las minas siguen siendo de los blancos ricos”, dicen. ¿Hasta cuándo?

El capitalismo sigue mostrando su rostro más duro.

Aquí nos dicen que para que las empresas españolas, portuguesas, italianas, … sean competitivas, tienen que bajar los salarios, las pensiones, aumentar la jornada, dar marcha atrás en la cobertura sanitaria, poner copagos, reducir plantillas, quitar el derecho al sueldo durante la baja laboral… Y lo están haciendo.

Nos dicen que lo hacen porque si no los capitalistas seguirán llevándose la producción a otros países con salarios de miseria, sin sanidad, sin derechos. Porque los ricos quieren ser más ricos, y no reconocen que lo que genera la riqueza, aquí y en todo el mundo, es el trabajo y que los trabajadores tienen derecho a una parte proporcionada de los beneficios.

Yo no quiero ese capitalismo. Un capitalismo financiero que se lleva por delante a las empresas que pagan salarios justos y respetan los derechos de los trabajadores. Un capitalismo desalmado que esclaviza. No quiero la ley de la selva y el sálvese quien pueda.

Tenemos que unir las fuerzas para que en España, en Pakistán, en Italia o en Sudáfrica, se logren los derechos que habíamos alcanzado en Europa, y para frenar aquí y ahora el desmantelamiento de esos derechos.

El nuevo capitalismo ha logrado la desregulación de los mercados, la globalización de la producción y de las finanzas, y tiene un enorme poder. Ahora nadie tiene fuerza para controlarle. 

¿Seremos capaces de construir nuevas alianzas de los trabajadores, los consumidores, los empresarios honestos, los estudiantes, la gente normal de todo el planeta, para tener fuerza suficiente que nos permita defender los derechos de todos; para que no mueran 300 trabajadores atrapados?

Es preciso pensar y edificar, entre todos, un nuevo sistema económico, una nueva civilización.
(http://bit.ly/PGPedo)



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