domingo, 22 de mayo de 2016

Honderos, lanzadores de ideas...


Honderos

Porque no hay derecho,
porque no es justo que miles de personas mueran cada día
sin poder tomar las medicinas que necesitan
a causa de los precios que imponen
algunas compañías farmacéuticas,
tenemos que levantar la voz en la denuncia
para intentar frenar este atropello.

Honderos de la idea,
necesitamos honderos de ideas, maestros lanzadores
como antaño lo fueron
aquellos aguerridos lanzadores de piedras
en las hermosas islas que hoy llevan su nombre:
Baleares.

Lanzadores de ideas, honderos,
como David que armado con su honda
derribó al tremendo gigante filisteo
que nadie se atrevía a combatir.

¿Podremos hoy, querremos,
gentes de a pie, jóvenes y viejos,
mujeres y hombres de toda condición,
gentes sin más poder que la  palabra,
podremos ser capaces de lograr
que esos gigantes financieros
acepten reducir sus enormes ganancias
para que miles de personas no vean violado
cada día,
en todo el mundo,
el derecho humano a la salud?

Honderos, lanzadores de ideas,
necesitamos vuestra valentía
para cambiar el rumbo de la historia,
para ayudar a construir un  equilibrio
en el que nunca vuelva a pesar más
la codicia,
que la justicia.


Fernando Lamata

(Texto imaginado en Baleares, en la 14ª edición del curso de evaluación y selección de medicamentos; mayo 2016. Dicen que en lengua púnica, “ba’ lé yaroh” significaría “los que ejercitan el oficio de tirar piedra”, los honderos; en griego “bállein” significaría lanzar)

Se dispara el gasto farmacéutico hospitalario


En los últimos tres años, mientras se “ajustaba” el gasto farmacéutico ambulatorio, y se pasaba parte importante de ese ajuste al bolsillo de los pacientes (2.525 millones de euros comparando 2009 y 2013), aumentaba de forma importante el gasto farmacéutico en los hospitales.

En esta ocasión los datos los facilita el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas (1).

Entre 2014 y 2015 el gasto en medicamentos en hospitales públicos subió de 5.282 millones de euros a 6.669 millones de euros: un 26,26%. Este tremendo crecimiento se debe a los injustificados precios de los nuevos medicamentos. Si los nuevos medicamentos (para el cáncer, enfermedades neurológicas, antivirales, etc.) se pagaran a precio de coste (fabricación + I&D), el gasto sería mucho menor. Por ejemplo, entre 2014 y 2015, según los datos de Hacienda, se habrían pagado un total de 1.358,9 millones de euros por medicamentos para la hepatitis C. Según el Ministerio de Sanidad se han tratado cerca de 50.000 pacientes. El precio por tratamiento de cada paciente habría sido de 27.179 € (combinaciones de uno, dos o más fármacos). Según el Instituto de Salud Global, el coste de tratamiento por paciente podría ser 300€ (2). Con una combinación de dos fármacos, 600€/paciente. Es decir, el coste total para el sistema de salud debería haber sido en torno a los 30 millones de euros en lugar de 1.358,9 millones (4.529% más). 

En enero de 2016, último dato que publica Hacienda, ha continuado el aumento del gasto farmacéutico en los hospitales, un 13,4%, 61,29 millones de euros más, respecto a 2015. Los medicamentos para la hepatitis C han supuesto 59,75 millones, 13,45 millones de euros más que el mismo mes del año anterior, lo que supone un incremento de 29%.

Mes de enero, millones €
2015
2016
diferencia
% diferencia
Gasto Farm Hospital
458,815
520,112
61,297
 13,4%
Gasto Farm Hosp sin HC
412,516
460,358
47,842
 11,6%
Gasto Far Hosp para HC
  46,299
  59,754
13,455
 29,06%

No hay datos de gasto farmacéutico hospitalario publicados por el Ministerio para años anteriores a 2014. Tomando datos de la Memoria Anual 2014 de Farmaindustria, el gasto farmacéutico hospialario en 2013 se situaba en 4.425 millones y en 2012 en 4.317 millones de euros (público y privado). El incremento hasta los 6.669 millones de 2015 es insostenible. Así lo hacen notar las instituciones de la UE en las Recomendaciones del Consejo relativas al Programa Nacional de Reformas de 2016, publicadas el 18 de mayo (págs 4 y 5) (3): “el crecimiento del gasto en productos farmacéuticos, en particular en los hospitales, se intensificó aún más, incluso si se excluyen las repercusiones de la financiación de los nuevos tratamientos contra la hepatitis C”.

Pero además, según los datos del Ministerio de Sanidad, el gasto farmacéutico ambulatorio también ha vuelto a crecer (4):

En los primeros tres meses del año, respecto al año 2015, el gasto de la farmacia ambulatoria creció un 3,12%.

Teniendo en cuenta que el presupuesto sanitario total está limitado por las restricciones impuestas por el gobierno de España y su programa de estabilidad, que exige reducir el déficit público (provocado por el rescate de las entidades financieras y el enorme fraude fiscal de las grandes fortunas), este incremento del gasto farmacéutico solo puede hacerse a costa de disminuir otras partidas de la atención sanitaria, dispositivos médicos, electromedicina, tecnología y, sobretodo, reduciendo la dotación y remunarción de los profesionales. En definitiva, disminuyendo calidad de la atención, cobertura y acceso a los pacientes.

Es preciso controlar el incremento del gasto farmacéutico, y para ello, a corto plazo se deben ajustar los precios de los medicamenots realtmente efectivos al coste de producción y, a medio plazo, se debe cambiar el modelo de financiación de la investigación desligándolo de la fijación de precios de los nuevos medicamentos. El modelo actual funciona bien para algunas empresas farmacéuticas, pero funciona muy mal para lo servicios de salud, para muchos pacienets que ven retrasada su atención y para los contribuyentes.

Este modelo está condicionado por el poder de negociación de las empresas, generado por las patentes de producto que otorgan los gobiernos y que concede un monopolio que les permite cobrar sobre-precios exagerados. Una vez escuché: "es como si en el refrán de "la bolsa o la vida",  la pistola (el monopolio de la patente) se la diera la víctima al atracador".



(2)

(3)

(4)

sábado, 21 de mayo de 2016

El impuesto a la enfermedad y a los enfermos del Gobierno Rajoy


 Es un impuesto del que no se habla. Un impuesto que causa dolor y que es injusto.

Entre 2009 y 2013 el gasto en recetas en oficinas de farmacia (no incluye el gasto farmacéutico en los hospitales) disminuyó desde 13.415 millones de euros a 10.480 millones. Supone 3.142 millones menos. Esto se debió, en parte, a medidas de mejora de eficiencia, como la mayor utilización de genéricos o los precios de referencia. Pero sobretodo se ha debido a otras medidas que transfieren el gasto desde la Administración a los pacientes: aumento de copagos, desfinanciación de medicamentos para “síntomas menores” y pérdida de la cobertura sanitaria de miles de personas.

Si vemos la evolución del gasto que realizan las personas de forma directa, de su bosillo, al comprar los medicamentos, vemos que el gasto farmacéutico privado aumentó desde 4.273 millones de euros en 2009 a 6.798 millones en 2013, es decir 2.525 millones más (1).

Del supuesto “ahorro” en gasto de medicamentos en farmacias, 617 millones de euros serían menos gasto real, pero otros 2.525 millones se han transformado en un “impuesto a los pacientes”, un gasto que se ha hecho, pero que en vez de hacerlo la sanidad pública a través de los impuestos generales, se hace a través de un “impuesto” a los pacientes. Esta forma de financiación de la atención sanitaria es regresiva e injusta, porque penaliza al enfermo, que además suele ser una persona mayor y con menos ingresos.

Por otro lado, según el Barómetro Sanitario del Ministerio correspondiente a 2015, un 4% de la población no pudo comprar las medicinas que les recetaron los médicos, lo que indica que la mayor del supuesto “ahorro” de los 617 millones, es porque los pacientes no pudieron pagar las recetas, aunque necesitaran los medicamentos (2).

Si vemos las recetas que se han facturado en estos años, vemos que entre 2009 y 2015, el número de recetas anuales ha disminuido en un 5,5% (3). Podemos deducir de estas cifras que la mayor parte de esas recetas que no se han facturado es porque los pacienets no las podido comprar (4% de la población que no pudo). Son medicamentos que sus médicos consideraban que necesitaban. El resto (1,5%) puede ser consecuencia de un efecto disuasorio, es decir, medicamentos que los médicos no consideraban que se debieran recetar, pero que lo hacían por presión de los pacientes.

Está comprobado que los copagos “disuaden”, tanto al paciente que lo necesita como al que no. Más al primero, como aquí vemos. Por eso no es un buen método para correrir la demanda innecesaria. La educación y la participación activa son las maneras adecuadas de prevenir el consumo innecesario de medicamentos, así como disminuir la presión de los laboratorios sobre los médicos.

El copago es una forma de “recaudar” injusta, que penaliza al paciente. Un impuesto sobre la enfermedad que “recauda” (es decir, hace pagar al enfermo directamente de su bolsillo) 2.525 millones de euros al año y que tiene como consecuencia que 1.850.000 personas no hayan podido comprar las medicinas que les recetaron sus médicos en 2015.

Mientras tanto se dejan evadir impuestos por valor de entre 60.000 y 80.000 millones al año, con un sistema fiscal ineficaz y regresivo. Y mientras tanto, el presupuesto público paga cada año más de 30.000 millones por la carga del rescate de las entidades financieras españolas y europeas. Esta es la injusticia que se debe corregir y no hacer pagar a los enfermos, quebrando el principio de universalidad del sistema de salud.


Ministerio de Sanidad Servicios Sociale e Igualdad. Sistema de Cuentas de la Salud.

Ministerio de Sanidad Servicios Sociales e Igualdad. Barómetro Sanitario 2015.

Ministerio de Sanidad Servicios Sociales e Igualdad. Facturación de recetas médicas