sábado, 30 de julio de 2016

¿Impulso a la calidad o cortina de humo?


La creación en el Reino Unido de una figura llamada “Guardián Nacional” para promover una cultura de confianza, en la que los profesionales sanitarios se sientan apoyados y seguros cuando comuniquen eventos adversos, es muy positiva. Puede mejorar la información sobre problemas reales de seguridad y puede contribuir a resolverlos. Deseamos el mayor de los éxitos a Henrietta Hughes, responsable de esta nueva tarea.

Sin embargo, esta decisión, que busca mejorar la seguridad y la calidad, es contradictoria con otras decisiones que se han tomado en el NHS England, que van precisamente en la dirección contraria. El que fuera hace años un modelo ejemplar de sanidad, se ha visto deteriorado progresivamente por dos factores simultáneos: los recortes presupuestarios y la privatización de la gestión. Menos recursos y buena parte de los menguados recursos restantes derivados a intermediarios, contratistas, especuladores, pillos, que aprovechan la desregulación del sistema sanitario inglés para obtener pingües ganancias que se traducen en la sobrecarga de los profesionales, la falta de medios, las listas de espera, la fragmentación y discontinuidad de la atención, deteriorando la calidad y la seguridad, como han mostrado los informes que, precisamente, han sido pie para la creación de esta nueva figura. ¿Será una nueva cortina de humo? Esperemos que no, porque el tema es importante y grave.

La UE estimó que las reacciones adversas a los medicamentos mataban a 197.000 ciudadanos de la UE cada año (¡540 cada día!), con un coste en atención sanitaria de 79.000 millones de euros (1). 

En el documento Agenda de la Unión Europea sobre la calidad de la atención sanitaria con especial énfasis en la seguridad de los pacientes (EXPH 2014), se insiste en dos aspectos: la mejora de los sistemas de información, y la formación y participación de los profesionales y los pacientes (2).

Muchas iniciativas han contribuido a mejorar la seguridad de los pacientes en España, como la Estrategia de Seguridad del Paciente del Sistema Nacional de Salud, desarrollada desde 2005, o la creación de la Asociación Española de Gestión de Riesgos Sanitarios y Seguridad del Paciente por Francisco Martínez López (3). En todas estas iniciativas, la información y la participación de los profesionales es fundamental. Conviene no olvidar que solamente se notifican y documentan un 5% de los eventos adversos (4).

El “Guardián Nacional” está muy bien. Lo aplaudimos. Pero no es el tratamiento adecuado para la enfermedad del NHS England. Desde luego no es suficiente. Se debe recuperar el espíritu de servicio público, la dotación adecuada, la gestión pública eficiente. Des-mercantilizar el sector (incluyendo muy especialmente el sector farmacéutico, y la enorme presión del marketing sobre los prescriptores) será la mejor medida para aumentar la seguridad y la calidad en la atención a los pacientes. 
Referencias

(1) European Commission (2008) Strengthening pharmacovigilance to reduce adverse effects of medicines. Memo / 08 / 782. Press Release, Brussels, 10 December November 2008.

(2) Expert Panel on effective ways of investing in health (EXPH). Final Report on Future Agenda on quality of health care with a special emphasis on patient safety, 9 Oct 2014. http://ec.europa.eu/health/expert_panel/opinions/docs/006_safety_quality_of_care_en.pdf

(3) Martínez López F, Ruiz Ortega JM (2001). Manual de Gestión de Riesgos Sanitarios. Díaz de Santos. Madrid.

(4) Bañeres J et al (2006). Sistemas de Registro y Notificación de incidentes y eventos adversos. Ministerio de Sanidad y Consumo.



jueves, 28 de julio de 2016

¿Mandaba la Troika?


Durante la crisis financiera varios países europeos (España, Portugal, Grecia, Irlanda, etc.) fueron sometidos a planes de reformas impuestos por la llamada “Troika”: UE, FMI, BCE (la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo). Se decía: lo manda la Troika.

Las políticas de la mal llamada “austeridad” (término usado en el neo-lenguaje para definir recortes) se tradujeron en la práctica en transferir recursos de los pobres, los trabajadores, las clases medias, los empresarios de la economía real, hacia los ricos, las grandes corporaciones y los bancos. Una crisis causada por la codicia de los altos ejecutivos de las entidades financieras y la desregulación del sector financiero que los gobiernos de EEUU y Europa habían permitido durante los últimos 20 años (y que no han corregido todavía), se ha resuelto dando más dinero a los causantes de la crisis.

Algunos acontecimientos recientes ayudan a explicar por qué se gestionó la crisis de esa manera.

Resulta que Durao Barroso, Presidente de la Comisión Europea durante 10 años (2004-2014), responsable de la gestión de las respuestas a la crisis (y de su no previsión), ha sido fichado por Goldman Sachs con un salario no despreciable.

Ahora nos enteramos que José Viñals, director de Asuntos Monetarios y Mercados de Capitales del FMI durante la gestión de la crisis (los últimos siete años), ha sido nombrado Presidente del Banco británico Standard Chartered, con un sueldo anual de 1,49 millones de euros por cuatro días de trabajo a la semana. La Presidenta del FMI no se escandaliza sino que le felicita. “Demuestra la alta estima en que es tenido, por su experiencia, capacidades y visión de los asuntos financieros”. ¿Pero estimado por quién? ¿Por los millones de desempleados? ¿Por los trabajadores con salarios que no llegan a fin de mes? ¿Por los pacientes que no pueden pagar las recetas? ¿Por los inmigrantes que son insultados, porque algunos damnificados de la crisis de aquí les echan la culpa de su precariedad, sin darse cuenta que la responsabilidad de su pérdida de derechos recae en esas entidades financieras que causaron la crisis, se llevaron el dinero de las inversiones tóxicas, se llevaron el dinero de los rescates, y se siguen llevando el dinero (uno de cada cuatro euros de los Presupuestos Generales del Estado) para pagar la deuda que asumió el Estado porque tenía que rescatar a los bancos?

Es tan brutal que cuesta digerirlo.

El tercer miembro de la Troika, el Banco Central Europeo, que ya inyectó más de un billón de euros a los bancos durante la crisis, anuncia ahora que habrá que ayudar otra vez a los bancos, en este caso italianos. Por pura coincidencia, el Presidente del BCE, Mario Draghi, venía de trabajar como vicepresidente para Europa en Goldman Sachs, cuando el comportamiento codicioso de las entidades financieras gestaba la crisis de las hipotecas basura y la Gran Recesión (2002-2006).

¿Quién creen ustedes que mandaba y manda realmente? ¿La Troika o los bancos?

Al menos, los partidos políticos y las organizaciones sindicales, en los ámbitos nacionales y europeos, deberían hacer oír su voz con fuerza criticando estos comportamientos y deberían tomar medidas para que no vuelva a ocurrir. Es un mal ejemplo desmoralizador para los ciudadanos que sentimos que nos toman el pelo miserablemente. Si esas conductas son legales, debe cambiarse la ley: prohibición radical de puerta giratoria y control minucioso de los ingresos y patrimonio de estas personas desde que dejen sus cargos, sean del partido político que sean.

Estos ejemplos ponen en evidencia que el sistema no funciona (es decir, que funciona para los más poderosos pero no para la mayoría de las personas) y que debe cambiarse si queremos una sociedad sin desigualdad, sin xenofobia, sin terrorismo, con respeto a la dignidad de las personas, con respeto a los derechos humanos, con oportunidades de vida en plenitud para los jóvenes y los mayores, porque todo está relacionado. No es imposible, pero para ello es necesaria otra política. Desde la raíz.

domingo, 10 de julio de 2016

El fichaje de Durao Barroso por Goldman Sachs: increíble y lamentable.


El señor Durao Barroso ha sido Presidente de la Comisión Europea entre 2004 y 2014. En esos años se produjo una crisis económica, de origen financiero, que destruyó miles de puestos de trabajo y aumentó de forma notable las desigualdades. Recordemos: la crisis se generó porque las instituciones financieras des-reguladas, “demasiado grandes para dejarlas caer”, dirigidas por personas con enormes incentivos y salarios, desarrollaron productos financieros tóxicos (como las hipotecas basura) generando enormes riesgos y situando al borde de la quiebra a muchas de esas entidades, paralizando la economía real.

La principal respuesta a la crisis de los gobiernos europeos y de la Comisión, fue rescatar a los bancos: socializar las pérdidas, después de haber dejado privatizar los beneficios. Cientos de millones de euros destinados a ayudas directas a las entidades financieras. Otro billón de euros en préstamos a las entidades financieras a menor tipo de interés que a los países que debían rescatarlas. Además, como los países tenían que rescatar a los bancos, debían endeudarse para poder darles el dinero, con lo que ahora están pagando esa deuda cada año. Por ejemplo, este año los contribuyentes españoles nos vemos obligados a pagar un 25% del gasto público total para intereses y amortización de la deuda. Pero se nos dice, al mismo tiempo, que no hay dinero para pagar las prestaciones de dependencia, la sanidad o las pensiones.

El hecho de que se anuncie ahora que el señor Durao Barroso ha sido fichado por la banca Goldman Sachs como Presidente no Ejecutivo para su sede europea ubicada en la City londinense es un ejemplo nefasto. Como ciudadano europeo me siento indignado y desolado. Si la persona que debió liderar la lucha contra la crisis, corrigiendo la desregulación financiera y promoviendo medidas que fortalecieran la capacidad de Europa para equilibrar la fuerza desbordada de la economía globalizada, va a recibir ahora su importante remuneración de una de las más poderosas entidades financieras del mundo, el corolario es demoledor.

La sensación de engaño, de farsa, de falta de ética, es dolorosamente amarga.

Dicen que la ley lo permite, porque han pasado ya los 18 meses requeridos por la incompatibilidad. Si es legal, esa ley me parece mal. Pero aunque sea legal hasta que se cambie, es inmoral. El mal ejemplo que se da a los miles de personas que han perdido su trabajo por culpa de la crisis, a los miles de jubilados que temen por su pensión, a los miles de empresarios de la economía real que no recibieron ayudas públicas durante la crisis porque todas las ayudas iban destinadas a las entidades financieras, ese mal ejemplo dejará huella y ahondará en el alejamiento de los ciudadanos respecto a los políticos, que se ven como personas que se aprovechan de la situación. También es mal ejemplo para los funcionarios de la UE que intentan hacer bien su trabajo. La imagen que queda es: "gestiona  a favor del poderoso, porque el poderoso ya te premiará". Y ese impacto negativo afecta a toda la Comisión Europea, a la imagen de Europa.

Este mal ejemplo es otro torpedo a la construcción de una Europa más unida, más solidaria, más justa, más eficiente. Invita al sálvese quien pueda. Anima a que vengan más Brexits. Increíble y lamentable.

jueves, 7 de julio de 2016

¿Es posible todavía un gobierno para otra política?


He escuchado a muchos analistas decir que el PP ha ganado las elecciones y que los demás partidos políticos deben dejarle que gobierne. “Eso –dicen- es lo que han querido los españoles”. Yo repaso los números y no me salen las cuentas.

Ciertamente, el PP ha sido el partido con más votos, un 33,03% y 137 diputados. Pero un 66,97%, es decir, el doble, ha votado otra cosa. Una mayoría del país ha votado que preferiría un gobierno distinto, que quiere otro proyecto para España.  Es verdad que esos votos han ido a diferentes partidos. Pero, por ejemplo, solamente con los votos que han recibido el PSOE y Unidos Podemos suman un 43,76%, y 156 diputados, bastante más que el PP. ¿Sería entonces posible y deseable un Gobierno para hacer otra política?

El líder de Ciudadanos ha reclamado durante la campaña cambios importantes, una nueva política: cambio de ley electoral, regeneración democrática, lucha contra la corrupción, transparencia, etc. En esos planteamientos coinciden Unidos Podemos y el PSOE. En cuanto a políticas sociales hay suficientes puntos de confluencia para consolidar la sanidad pública, la garantía de las pensiones y recuperar una educación de calidad. Hay más distancia en políticas económicas. Pero no es imposible buscar un común denominador en aspectos clave que potencien la creación de empleo y la estabilidad de las cuentas públicas, como la lucha contra el fraude, el refuerzo de la política industrial, la apuesta por la I+D, la internacionalización, la estrategia integral contra el cambio climático, y una mayor presencia en Europa y en la cooperación internacional. Yo creo que hay elementos importantes para un programa de gobierno de cambio.

Desde luego, no se trata de proponer un gobierno alternativo al del PP porque sí. Se trata de analizar si se podrían llevar a cabo políticas distintas, otra política, en beneficio de la mayoría de ciudadanas y ciudadanos.

Unidos Podemos tiene su propia estrategia y su proyecto. Y ha obtenido más de 5 millones de votos de personas que quieren que les representen, que son muchas. Pero también es verdad que en estas elecciones no han conseguido la mayoría que les permita llevar a cabo todas sus propuestas. Y, sin embargo, sí pueden sumarse a un gobierno de cambio. Después del 26J, la alternativa a un gobierno transversal no es un gobierno de Podemos, es un gobierno del PP. Un gobierno de cambio podría impulsar muchas de las propuestas que llevaban en sus programas Unidos Podemos, Ciudadanos y el PSOE, en beneficio de la mayoría de la sociedad.

El PSOE puede intentar otra vez lo que ya intentó el 20D, porque así han querido votar los ciudadanos. Y la mayoría no ha votado a Rajoy; la mayoría ha pedido otra política, otorgando su voto a tres alternativas de ámbito nacional. Si Rajoy no consiguiera apoyos suficientes para ser investido Presidente, Pedro Sánchez podría plantear nuevamente la formación de un gobierno sumando las fuerzas progresistas.

Ya sé que es muy complicado, pero ¿acaso en Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Baleares, Aragón, Cantabria, o en muchos municipios se dio por hecho que tenía que gobernar el PP por tener la minoría mayoritaria?

Lo que pretendo resaltar es que no hay un solo escenario posible. Al menos hay dos. Y los dos son, al menos, igual de legítimos. George Lakoff mostró cómo los conservadores usan el lenguaje para dominar la política, creando “marcos conceptuales” que definen la realidad tal como conviene a sus intereses. En este caso han bordado el manual. El marco que lanzaron a las 21 horas del día 26 es: “Rajoy ha ganado las elecciones; el PP es el único legitimado a formar gobierno; lo natural y lo que conviene al país es que Ciudadanos y PSOE le apoyen; si no le apoyan serán culpables de unas terceras elecciones”. Muchos medios de comunicación difundieron este marco. Muchos tertulianos reforzaron el mensaje analizando el “fracaso” de los otros partidos y elogiando la habilidad de Rajoy. En la mayoría de los medios parece que este es el único escenario posible. Pero no es así. Al menos hay otro escenario. Un gobierno de cambio, transversal, progresista.

Pienso que Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera pueden explorar y construir las bases de un acuerdo para la regeneración moral de este país, para recuperar la ilusión en el futuro. Ellos son los líderes de esta pluralidad política para el cambio que han dibujado las urnas. No estoy de acuerdo con quienes, al ver los resultados, dicen que España es conservadora y que no castiga la corrupción. No es matemáticamente cierto. El PP ha sacado más votos que cada uno de los otros partidos, pero ha seguido perdiendo la mayoría absoluta que tuvo en la anterior legislatura. Han ganado las alternativas a Rajoy, con un 66,97% de los votos. Muchos trabajadores, muchas jóvenes, muchos pensionistas, investigadores, artistas, maestros, emigrantes, parados, jóvenes empresarias, muchas personas que están intentando salir adelante, una amplia mayoría de ciudadanas y ciudadanos ha votado por un nuevo proyecto.  En cada uno de esos votos había esperanza. Queríamos y queremos una España mejor. Merece la pena intentarlo.