lunes, 25 de noviembre de 2013

Suficiencia y Eficiencia en la sanidad pública



La sanidad pública de cualquier país necesita suficiencia y necesita eficiencia.
Necesita, por una parte, que la sociedad asigne los recursos suficientes para poder ofrecer unos servicios de buena calidad, accesibles a toda la población. Y, por otra parte, necesita que cada euro destinado a sanidad sea utilizado de la mejor manera para obtener los mejores resultados en salud.

En cuanto a la Suficiencia.

¿Cuánto es suficiente? Depende de la capacidad económica de las personas y de la sociedad. En la sanidad privada cada persona se gastará lo que pueda, según su disponibilidad, y lo que quiera, según sus necesidades y prioridades. Es su decisión personal. El que no tenga dinero no podrá pagar ninguna atención, aunque la necesite.

En la sanidad pública la sociedad asignará unos recursos en función de la capacidad económica del país y, dentro de esas posibilidades, decidirá, a través de los Parlamentos y los Gobiernos, cuánto destina a sanidad para prestar atención a quien la necesite.

A finales de 2013 el gasto sanitario público en España habrá caído más de un 10% en los últimos cuatro años, reduciéndose hasta suponer un 6% del PIB. Parte de esta disminución ha sido a costa de disminuir los costes: disminución de precios en contratos, prescripción de principios activos al coste menos caro, reducción salarial. Otra parte de esta disminución ha sido a costa de disminución de actividad: menos plantilla, menor disponibilidad de recursos, derivación de parte del pago de medicamentos a los pacientes, reducción de cobertura, ocasionando en algunos casos pérdida de atención, aumento de listas de espera, desmotivación y pérdida de calidad. Algunos de estos efectos son claramente negativos.

De cara a los próximos años ¿cuánto sería razonable destinar a sanidad pública según el nivel de renta en España? Podemos tomar algunas referencias de países desarrollados. Por ejemplo, en EEUU se destina un 8,3% de su PIB a sanidad pública (más un 9,4% a sanidad privada). En la UE de los 15, se destina un 7,5% del PIB a sanidad pública.

Si acordáramos que un objetivo razonable es un 7,5% del PIB, ¿podemos pagarlo? La respuesta es que sí, si pagan todos los que deben. El problema de la insuficiencia de financiación está en el “boquete fiscal” español. La diferencia de Ingresos Públicos entre la media de ingresos en la UE (46% del PIB) y España (37% del PIB) es de 9 puntos porcentuales del PIB, equivalentes a 90.000 millones de euros. Es precisa una acción rotunda del Gobierno para equiparar la capacidad de nuestro sistema fiscal a Europa y, para ello, debe obligar a pagar sus impuestos a quienes no están pagando, singularmente las grandes fortunas, y deben pagar los más ricos en la misma proporción que las personas con rentas medias y bajas. Es urgente una reforma fiscal y una decidida lucha contra el fraude y la evasión.

Al mismo tiempo sería necesario cambiar el Acuerdo de Financiación Autonómica. Las CCAA reciben del Estado los recursos para costear los servicios transferidos. Estos recursos han disminuido un 15%. En este sentido sería conveniente que la financiación sanitaria tuviera carácter finalista, de tal manera que las CCAA recibieran el gasto/cápita (ajustado por edades) correspondiente a su población.

En cuanto a la Eficiencia.

Sea cual sea el presupuesto asignado a la sanidad es indispensable que trabajemos permanentemente para mejorar la eficiencia. Siempre hay margen, en cualquier organización, para mejorar el uso de los recursos. Para evitar hacer lo que no hay que hacer y para hacer todo lo que sea seguro y eficaz, al coste más económico.

Según el reciente informe de la OCDE Health at a Glance 2013, España, junto con Japón e Italia, era uno de los países que obtenía  más ganancia en salud en relación con su renta, o en relación con su gasto sanitario (3 años de Esperanza de Vida al Nacer más; mientras que EEUU mostraba 5 años de EVN menos en relación con su gasto sanitario per cápita). Pero, sin duda, había y hay muchas oportunidades de mejora.

Señalaré 8 ámbitos para posibles cambios y mejoras en la eficiencia del SNS, en los que podría haber elementos de acuerdo entre pacientes, profesionales, industria sanitaria y administraciones.

  1. Invertir más en promoción de la salud y prevención de la enfermedad, e incorporar la evaluación del impacto en salud de todas las políticas públicas; desarrollo de la Ley General de Salud Pública.
  2. Apoyar al paciente/ciudadano como gestor de su enfermedad o proceso crónico, potenciando las escuelas de salud y la utilización responsable de servicios.
  3. Reforzar la autonomía de gestión de los profesionales, dando participación en la evaluación de (nuevas) tecnologías sanitarias y en la formación y control para el uso eficiente de los recursos (indicaciones, variabilidad de la práctica médica, seguridad del paciente, etc.).
  4. Coordinar/Integrar los servicios sanitarios y sociales para posibilitar la continuidad de cuidados y la gestión por procesos de atención.
  5. Impulsar la utilización de TICs, desarrollando la telemedicina, y aprovechando las potencialidades de las bases de datos clínicas (atención al  paciente, gestión y evaluación, investigación).
  6. Compartir estrategias y buscar sinergias con las industrias sanitarias para mantener y mejorar tecnologías de diagnóstico y tratamiento con costes ajustados. Potenciar la investigación y la generación de patentes.
  7. Fortalecer las políticas de salud en la Unión Europea, destacando entre otras, las siguientes: el avance en la lucha contra las desigualdades en salud y en atención sanitaria; la garantía de cobertura universal, financiación solidaria, y alta calidad de servicios accesibles a toda la población; la mejora de la coordinación en salud pública y frente a emergencias; el refuerzo de la red de agencias de evaluación de tecnologías sanitarias y de la red de Centros de Referencia; el impulso a la investigación para mejorar la eficiencia de los sistemas de salud.
  8. Desarrollar el Gobierno del Sistema, reforzando la capacidad de acuerdo y decisión ejecutiva del Consejo Interterritorial del SNS, el sistema de información, la evaluación de los centros y servicios, y la transparencia en la rendición de cuentas.

Creo que es posible avanzar en estas líneas con el impulso de los diferentes protagonistas del sistema sanitario, mediante acuerdos y proyectos concretos,  en los ámbitos autonómico, nacional y europeo. De esta forma la sanidad seguirá contribuyendo al mantenimiento, la recuperación y la mejora de la salud, así como al desarrollo económico, la creación de empleo, la cohesión de la sociedad y el progreso del país. La sanidad para todos es una buena inversión.

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