viernes, 9 de octubre de 2015

#DiaMundialSaludMental Andalucía: soñar el futuro

El escenario, una hermosa tarde de Sevilla en el Teatro Central de la Isla de la Cartuja. El motivo, la Gala de entrega de premios FEAFES-ANDALUCÍA, enmarcada dentro del programa de actos de conmemoración del Día Mundial de la Salud Mental. Pablo Carbonell, genial, hizo las veces de mantenedor, con simpatía, sencillez y cariño, y fue invitando a recoger su premio a personas afectadas, familias, profesionales, instituciones, programas destacados de atención en el campo laboral, educativo, de lucha contra el estigma... Yo tuve el honor de recibir la Insignia de Oro que agradezco en el alma y me motivará a seguir trabajando. A lo largo del acto, el grupo de flamenco Azabache llenó de música y alegría los corazones. Los amigos de Pablo, que compartieron grupo de teatro hace años, nos hicieron reír con dos escenas de su antiguo repertorio. El Defensor del Pueblo andaluz leyó la proclama con voz solemne y firme, representando a las personas afectadas, las familias, los profesionales y comprometiéndose con todas las personas que vienen luchando por la defensa de la Salud Mental y por una atención sanitaria y social de calidad y para todos. La Presidenta de Feafes-Andalucía, Conchi Cuevas, y la Presidenta del Comité de personas con enfermedad mental de Andalucía se dirigieron a todos los presentes dando la bienvenida, recordando lo mucho que se ha logrado en la mejora de la atención a las personas que tienen problemas de salud mental, y señalando también las carencias que deben resolverse. Finalmente al cerrar el acto, la Consejera de Igualdad y Políticas Sociales, Maria José Sánchez Rubio, apeló al compromiso institucional y de la sociedad para facilitar la plena inclusión de las personas con problemas de salud mental. Fue un acto emotivo, sentido, del que salimos con las pilas cargadas y el ánimo dispuesto para seguir luchando. Antes de comenzar la Gala, mientras recibía a los invitados, Conchi me planteó que hace falta una nueva reforma psiquiátrica, una nueva reforma en el campo de la Salud Mental, que hemos de pensar en el futuro. Me llamó la atención su manera de formularlo y le dije que sería bueno debatir sobre esta cuestión en profundidad. En todo caso, me suscitó esta reflexión. Es verdad que las situaciones son muy diferentes, dentro y fuera de España. Si miramos al panorama internacional vemos que en muchos países todavía están en la fase previa a nuestras reformas del pasado siglo. Todavía el peso de la atención en esos países está en los hospitales psiquiátricos cerrados y en el internamiento obligatorio de larga duración o de por vida. En muchos países europeos la esperanza de vida al nacer de las personas con enfermedad mental es 20 años menos que la media de la población de ese país.También hay diferencias en los modelos de atención y los recursos dentro de los países. En España hay Comunidades Autónomas que han desplegado un modelo de atención comunitaria, con diversos programas y redes de servicios en el ámbito de la sanidad y los servicios sociales: equipos/centros de salud mental, unidades de hospitalización breve, hospitales de día, centros de rehabilitación, pisos tutelados, centros ocupacionales, programas de empleo con apoyo, … En cambio en otras Comunidades Autónomas no se ha logrado una red de atención completa, y este será el primer paso a dar. A su vez, y por desgracia, en otros lugares se ha dado marcha atrás con la imposición de los recortes y con el impulso privatizador de los últimos años, y habrá que empezar por recuperar lo destruido. Pero hay que mirar más allá. Mientras se trabaja en cada uno de esos objetivos concretos dependiendo de las circunstancias (completar un hospital de día, reforzar la plantilla de un centro de salud mental, implantar el tratamiento asertivo comunitario, conseguir programas de empleo, etc.) hemos de pensar en una nueva fase. La primera reforma, la desinstitucionalización de los hospitales psiquiátricos, los antiguos manicomios, la impulsaron los profesionales de salud mental más concienciados. La segunda reforma, la de crear redes de dispositivos intermedios, la impulsaron sobretodo las familias. Esta tercera reforma la deben impulsar sobretodo las personas afectadas. Muchas de estas personas han podido recuperar su vida laboral y social con normalidad. Pero no están implicadas en los movimientos asociativos. En parte porque el estigma sigue cohibiéndoles para compartir su experiencia. Sin embargo, su papel es clave. Porque la nueva reforma debería suponer, de alguna manera, la “desinsitucionalización” de los dispositivos intermedios, por la recuperación de autonomía de sus usuarios. y, progresivamente, la “no institucionalización” en dichos dispositivos. Es decir, cuando la persona afectada, con el apoyo de la familia y de los servicios sanitarios/ sociales/ educativos/ laborales, pueda responder al problema de salud mental que le está creando malestar, discapacidad, dificultades para mantener su actividad laboral y sus relaciones sociales, y pueda manejar herramientas para superarlo, antes de necesitar esos dispositivos intermedios. La clave, en esta fase, será la capacitación de esa persona, su consideración como protagonista del proceso y la disponibilidad de esas herramientas, de esos apoyos, que permitan a la persona afectada mantener y recuperar la autonomía. En este modelo la persona se entrena a manejar esas herramientas y esos recursos, con el apoyo de los servicios especializados. Pero él/ella son los protagonistas en la gestión de los procesos. En este modelo los servicios de salud mental deberán centrarse en la prevención, la promoción de la salud mental, la lucha contra el estigma, y la flexibilidad en la oferta de herramientas de apoyo, acompañamiento y entrenamiento para la persona afectada y para su familia, en el domicilio, en el trabajo, en el lugar de estudio, a través de contactos por teléfono, por internet, etc., con intevenciones ágiles, precisas y coordinadas. Por supuesto que los otros programas y las redes de atención actuales deben seguir prestando servicio, y deben mejorar su calidad. Y lo deberán seguir haciendo durante años. Pero quizá sea momento de ir soñando el futuro, discutiendo y dando forma a la “tercera” reforma psiquiátrica, que implica un cambio de conceptos, un cambio en los enfoques formativos, un cambio de protagonistas y nuevas estrategias.

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