1.
El acceso a los medicamentos y la pobreza: un reto
para el Siglo XXI.
(Conferencia
impartida en la Facultad de Medicina de Ciudad Real, en las Jornadas Contra la
Pobreza organizadas por la Universidad de Castilla-La Mancha, entre el 16 de
octubre y el 16 de noviembre de 2017).
2.
En su preciosa
novela “Lord Jim”, Joseph Conrad nos cuenta cómo en Patusan, un pequeño reino
perdido en la isla de Sumatra, el Rajah no permitía que nadie comerciara fuera
de su control. Imponía un monopolio estricto.
“Rajah Allang –nos dice-
pretendía ser el único con derecho a comerciar en su tierra, y la pena por
romper el monopolio era la muerte; su idea de comerciar era
indistinguible de las formas más comunes de robo”.
Traigo aquí esta cita porque
mi charla va a hablar de los monopolios en los medicamentos. Y, siendo que a
veces la vida o la muerte depende de un medicamento, veremos cómo estos
monopolios son culpables de muchas muertes evitables, y además, quizá caigamos
en la cuenta de que el abuso de los monopolios de medicamentos también es “indistinguible
de las formas más comunes de robo”.
Según Conrad, el monopolio
era tan valioso para el Viejo Tunku Allang, que ordenaba torturar y matar para
preservarlo, aún a costa de la miseria de muchos.
3.
La Convención Internacional
de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, suscrita por 160 países,
entre los que se encuentra España, y que es vinculante y obligatoria para los
firmantes, dice:
“La salud es un derecho humano fundamental e indispensable
para el ejercicio de los demás derechos humanos. Todo ser humano tiene el
derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud que le permita vivir
una vida digna”.
Pues bien, ese
derecho humano está siendo violado. No se cumple. Millones de personas pobres
en el mundo ven cómo su derecho a la salud, su derecho a los medicamentos que
necesitan, es pisoteado.
4.
La Esperanza de
Vida al Nacer en los países de altos ingresos es 30 años más que en los países
más pobres. El azar de haber nacido en uno u otro lugar marca tu destino.
Es verdad que se
ha ido avanzando a lo largo de los últimos 100 años. A principios del Siglo XX
la EVN en España y otros países de Europa era de 37-40 años. Se ha duplicado.
En buena parte, gracias al desarrollo económico, a la alimentación suficiente, a
la disponibilidad de agua potable y de sistemas de eliminación de aguas
residuales, pero también, de forma muy importante, gracias a los servicios públicos
de salud, que incluyen el acceso a los medicamentos. Un 30% de la EVN actual se
puede atribuir a las intervenciones preventivas y curativas de los servicios de
salud, incluidos los medicamentos. Lo que es inaceptable, hoy, es que millones
de personas vean cómo pudiendo disponer de esos medios, se ven condenados a
morir prematuramente.
5.
Los países de
bajos ingresos, los países pobres, están atrapados en el círculo terrible de la
enfermedad, la muerte prematura y la pobreza.
Cuando en
diciembre de 2001 la Comisión de Macroeconomía y Salud de la OMS publicó su
informe “Invertir en salud en pro del desarrollo económico” se preguntaba: ¿Es
la enfermedad una causa de la pobreza, una consecuencia de ella o ambas cosas?
La Comisión concluyó que había poderosos factores causales en ambas
direcciones: “La mala salud causa pobreza y la pobreza contribuye a empeorar la
salud”.
La pobreza causa
enfermedad y muerte prematura por el hambre y la desnutrición, la falta de
defensas que facilita el desarrollo de enfermedades como la tuberculosis, la
malaria, las diarreas, las infecciones respiratorias, … A su vez, la enfermedad
causa pobreza, ya que la pérdida de capacidad productiva impacta duramente en
la posibilidad de generar recursos, en la posibilidad de ir a la escuela y
formarse.
Pero, además, la
pobreza es causa de mortalidad que se podría haber evitado porque los pobres no
pueden disponer de los medicamentos que necesitan. La falta de medicamentos
mata 10 millones de personas cada año.
Hay más factores.
La pobreza influye también en que los sistemas sanitarios públicos sean más
débiles, con menos dotación. Tampoco hay infraestructuras sanitarias adecuadas,
suministro de agua potable, letrinas. Y hay una carencia en otras importantes infraestructuras
de comunicaciones y transporte. Es un tema complejo, donde diferentes factores
impactan negativamente en la salud. La conclusión es que la pobreza mata.
6.
Es importante
recordar que también en los países ricos podemos ver el impacto negativo de la
pobreza. En nuestras sociedades hay desigualdad, hay personas que no tienen
medios suficientes para mantenerse, hay personas que no pueden comprar las
medicinas. Y por eso vemos también aquí una diferencia de 10 años de Esperanza
de Vida al Nacer entre las personas más ricas y las más pobres, como nos
muestran diferentes estudios, como el de Chetty R et al en EEUU, o el de
Marikainen P et al en Finlandia.
La pobreza está
ligada muchas veces a peor nutrición, a obesidad, abuso de alcohol y de tabaco,
desempleo y falta de autoestima, estrés, depresión, exclusión social. Y todo
ello incide en la enfermedad y la muerte prematura.
En países con
mayor protección social, con mejores servicios públicos de sanidad, las
diferencias en mortalidad evitable son menores. Por eso tenemos que seguir
trabajando en la superación de las desigualdades, en la garantía de rentas
suficientes, y en la consolidación de los servicios públicos de sanidad,
educación y servicios sociales.
7.
Vamos a
reflexionar ahora sobre un aspecto concreto. La falta de acceso a los
medicamentos.
Según la OMS, 2.000
millones de personas, casi una de cada tres personas en el mundo, no puede
acceder a los medicamentos que necesita. En los países pobres, 1 de cada dos
personas no pueden hacerlo. ¿Por qué?
Hay dos causas
principales, y las dos están relacionadas con las patentes, con el monopolio
que conceden los Estados a las empresas farmacéuticas para comercializar sus
productos.
-Una primera
causa de falta de medicamentos es que los laboratorios no investigan en las enfermedades de los pobres. No les interesa.
-Una segunda
causa es que los monopolios permiten a las empresas poner precios muy altos, que son inaccesibles para los pacientes y los
servicios de salud.
El Panel de
Expertos convocado por el Secretario General de Naciones Unidas emitió un
informe en septiembre de 2016 donde analizaba diferentes causas de la falta de
acceso a los medicamentos, y volvía a señalar a las patentes como la barrera
principal.
8.
Las patentes de
medicamento no se han aceptado siempre; son de aplicación relativamente
reciente. En España se empezaron a conceder en 1992. En Alemania en 1967, en
Francia en 1968, en Suiza en 1977 o en Italia en 1978. De hecho, en España, el
Estatuto de la Propiedad Intelectual de 1929 establecía expresamente que “no
podrán ser objeto de patente de invención las fórmulas farmacéuticas y
medicamentosas” (art 48.2.) https://boe.vlex.es/vid/ley-propiedad-industrial-reglamento-182487#section_6
Las empresas
presionaron fuertemente y lograron su generalización en el acuerdo de la
Organización Mundial del Comercio sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad
Intelectual relacionados con el Comercio (los ADPIC o TRIPS en sus siglas en
inglés), en 1994.
El argumento era
que favorecerían la innovación y aumentarían el acceso a los medicamentos.
Ocurrió lo contrario. El acceso a los medicamentos disminuyó, aunque, eso sí,
los beneficios empresariales se multiplicaron.
La patente
concede un monopolio durante 20 años (además se han ido introduciendo otros
mecanismos de monopolio, como la exclusividad de datos, o los certificados de
protección suplementaria). De esta forma se prohíbe a otras empresas competir con
la empresa originaria fabricando el mismo producto, pero más barato, y bajando
los precios hasta que se acercan a los costes de fabricación. Al tener un
monopolio, la empresa titular de la patente puede poner un “sobre-precio”, por
encima del coste de fabricación, sin tener competencia. Se supone que ese
sobre-precio, aplicado durante 20 años, le permitirá financiar el coste de la
investigación, y así se estimulará la innovación.
El problema es
que las empresas farmacéuticas y las empresas financieras que las controlan,
disparan los precios muy por encima de los costes de investigación. Por
ejemplo, en el caso del Sofosbuvir, para la Hepatitis C, con el sobre-precio
que puso la empresa recuperó el coste de investigación ¡en el primer año de
ventas! Pero la mayoría de los gobiernos, que son los que conceden las patentes
y deben controlar que no se abuse de las mismas, no reaccionaron: siguen
manteniendo la patente y siguen pagando el “sobre-precio”. En España, las CCAA
siguen pagando 10.000 euros por cada tratamiento que cuesta 100 euros. ¿Acaso
no calificaría Conrad este uso del poder del monopolio como un robo?
9.
Según la revista
el Espectador, en diciembre de 2013, en un Foro de la Industria Farmacéutica celebrado
en Londres, el Sr Dekkers, Consejero Delegado de Bayer, se sinceró:
"Nosotros
no desarrollamos este medicamento para el mercado indio, lo hemos desarrollado
para los pacientes occidentales que pueden pagarlos".
Al parecer estaba
enfadado porque el gobierno de la India quería impulsar la fabricación de
medicamentos genéricos de algunos de sus medicamentos forzando la reducción de
los precios para que pudieran ser accesibles a la población.
En declaraciones
posteriores Dekkers matizó sus palabras y reiteró el discurso oficial diciendo
que su objetivo principal era ofrecer medicamentos útiles a los pacientes. Pero
la realidad es la que es.
10.
Y esa realidad es
que 10 millones de personas mueren cada año en el mundo por no poder acceder al
medicamento que necesitan. Y muchos millones más sufren dolor, discapacidad y
rechazo social por no poder recibir tratamiento adecuado a sus dolencias.
Imaginemos que
reunimos en una plaza a 27.000 personas, la mayoría de ellas niños. Y una vez
allí, les matamos. Luego retiramos sus cadáveres en camiones y los llevamos a
una fosa común. Es terrible. Dantesco.
Al día siguiente
hacemos lo mismo. 27.000 personas, la mayoría niños, acribillados. Y así, cada
día. Hoy, mañana, pasado mañana. Hasta que decidamos parar esta masacre.
11.
La profesión
médica estuvo en contra de la introducción de las patentes para los
medicamentos, porque suponía, con razón, que crearían una barrera para el
acceso a los más pobres. La mayoría de médicos pensaba que el medicamento debía
ser accesible a todos, como un bien público, y no un objeto de especulación.
En un Editorial
del American Journal of Public Health, titulado “La ética y las patentes” y
publicado en septiembre de 1926, se decía:
Una de las glorias de la profesión médica ha sido que sus
descubrimientos para el bienestar del género humano y para el alivio del sufrir
se han dado siempre libremente al público.
Los
medicamentos patentados y exclusivos han sido y son una peste en las ventanas
de la nariz de la profesión.
(El
abuso de las patentes) proporciona a los fabricantes provechos injustificables,
por no decir otra cosa peor.
12.
El abuso en la
utilización de las patentes es evidente. Veamos estas cifras.
Las ventas
totales de la industria farmacéutica en el mundo ascienden aproximadamente a un
billón de euros anuales. https://www.ifpma.org/wp-content/uploads/2017/02/IFPMA-Facts-And-Figures-2017.pdf
Cuando compramos
un medicamento, los pacientes y los servicios de salud pagamos el coste de fabricación
de las medicinas. En un estudio de la UE sobre el sector farmacéutico se estimó
que estos costes suponen un 21% del precio de venta que, en todo el mundo,
rondaría los 210.000 millones de euros.
Supongamos que
pagamos un 5% más por beneficio industrial, unos 10.500 millones. Un beneficio
razonable. En total, las medicinas costarían 220.500 millones.
Además, por las
leyes de patentes, los Estados conceden monopolios para pagar la investigación
a través de un “sobre-precio”, una especie de “impuesto” indirecto cuya
recaudación va directamente a la industria farmacéutica que es quien gestiona
estos ingresos.
El problema, el
escándalo, lo que puede calificarse de robo “legal”, es que las empresas ponen
un sobre-precio tan alto que les permite recaudar 779.500 millones más para,
supuestamente, pagar la investigación. Pero solamente gastan en investigación,
como mucho, un 16%, 160.000 millones de euros. El resto, más del 60%, es decir,
más de 600.000 millones de euros, son beneficios injustificados que destinan a
potentes campañas de marketing, compra de empresas, recompra de acciones, retribuciones
de bancos y bufetes de abogados, salarios y bonos de sus altos ejecutivos, ganancias
para los accionistas, etc. etc.
Quizá alguno
estará tentado de usar las palabras de Conrad en Lord Jim, y afirmar que este
abuso del monopolio de los medicamentos, “esta idea de comerciar es
indistinguible de las formas más comunes de robo”.
13.
Seamos claros,
estos altos precios no son para pagar la investigación.
Con motivo de la
polémica suscitada por los precios de los nuevos medicamentos para la Hepatitis
C, los senadores de EEUU Wyden y Grassley, dirigieron un informe demoledor, en
el que concluían:
Se fija el precio no por lo que cuesta la fabricación o
la investigación, sino por lo máximo
que esté dispuesto a pagar y pueda pagar el comprador (paciente individual o
seguro de salud, público o privado), el llamado “precio por valor”. ¿Cuánto
vale una vida?: todo lo que tengo. Pues ese es el precio, todo lo que tienes.
Si hubiera competencia otras empresas fabricarían el medicamento a precio de
coste, muchísimo más barato. Pero, a pesar de este abuso, los Gobiernos siguen
concediendo el monopolio de las patentes, aunque ya no sea para pagar la
investigación.
14.
Ese exceso, ese abuso en los
precios, permite obtener enormes ganancias. Así, Victor Roy y Lawrence King, en
un artículo publicado en el British Medical Journal en 2016, muestran cómo hace
50 años el sector farmacéutico tenía unas ganancias similares al sector de la
energía o el sector financiero. Pero, a partir de la generalización del sistema
de patentes en 1995, los beneficios (declarados) del sector farmacéutico se
dispararon hasta un 20-25% de las ventas, frente al 5% del resto del sector
industrial. En esos beneficios no se incluyen las remuneraciones de los altos
ejecutivos, la recompra de acciones, la compra de empresas, etc., que “disminuyen”
los beneficios declarados.
15.
Las patentes, los monopolios
concedidos por los Estados, están permitiendo a las empresas farmacéuticas
poner precios abusivos.
Por ejemplo, medicamentos
para la Hepatitis C cuyo coste por tratamiento es 58€ se venden a 10.200€;
medicamentos para el cáncer, como el Imatinib, con un coste de 161€, se venden
a 28.400€; tratamientos para el SIDA, con un coste de 82€ se venden a 7.250; o
vacunas para el neumococo, con un coste de 5€ se venden a 159€.
16.
Esta escalada de precios no
ha parado.
En febrero de este año Paul
Workman se preguntaba en la revista Cell cuánto tiempo podríamos aguantar
tratamientos para el cáncer a 100.000$.
Pero en agosto de este mismo
año, Novartis anunciaba la aprobación por la FDA de su nuevo medicamento contra
el cáncer, Kymriah, y avanzaba un precio estimado de 475.000$ por tratamiento.
De nada vale argumentar que
la mayor parte de la investigación que ha conducido a estos medicamentos se
haya hecho en centros públicos o con presupuestos públicos. De nada vale
demostrar que ese sobre-precio permite generar unos ingresos muy superiores al
coste real invertido por esa empresa en investigación.
El precio se pone de acuerdo
con lo que la empresa cree que podrá cobrar. Y lo puede hacer porque los
Estados le protegen con la patente, les dan más “poder de negociación”.
17.
Además de la barrera del
precio excesivo, que impide el acceso a los medicamentos, y que sangra más de
medio billón de euros anuales a los pacientes y a los sistemas de salud en
beneficios para la industria, el sistema de patentes para financiar la
investigación tiene otros problemas importantes.
- No se invierte en investigar prevención, cuidados,
promoción de la salud, cuidados de enfermería, atención primaria, que son
intervenciones muy eficientes y menos caras.
- No se
invierte en investigación para enfermedades de países pobres. La OMS lo ha
venido denunciando desde hace tiempo. Según un estudio de todos los
medicamentos aprobados entre 2000 y 2011, solamente
se inviertió un 4% de los gastos de investigación en enfermedades de los países
pobres. http://esmateria.com/2013/10/24/solo-el-4-de-los-nuevos-medicamentos-es-para-las-enfermedades-de-los-mas-pobres/
- No se
invierte en medicamentos que no sean rentables, como los antibióticos. De tal
manera que 25.000 personas mueren cada año en la UE por falta de antibióticos
eficaces. http://ec.europa.eu/dgs/health_food-safety/amr/index_en.htm
- El 85%
de los nuevos medicamentos no son innovadores, no aportan ventaja, son copias
con pequeñas variaciones sobre el anterior, pero se venden como innovación con
un precio mucho mayor (me-too, yo-también). La revista Prescrire hace una
evaluación de los medicamentos que se comercializan cada año como innovaciones.
En 2014 solamente 8 de 87 aportaban innovaciones interesantes. (Rev Prescrire
2015; 35(376): 132-136).
Este es un grave problema. Las Agencias como la FDA o la
EMA autorizan nuevos medicamentos sin valor terapéutico añadido, y fomentan así
un gasto innecesario en esta “supuesta innovación”.
- De las
innovaciones reales en los últimos años el 75% está financiada directamente por
sector público (Mariana Mazzucato)
18.
Además, el hecho de que financiemos la investigación de
medicamentos con los “impuestos” de las patentes, a través de las empresas
farmacéuticas, significa que éstas controlan la información, los resultados y
los controles (ensayos clínicos), así como la publicación de los mismos. Esta
forma de financiar la investigación supone
- Dudas sobre la imparcialidad y la utilidad de la
investigación financiada por la industria (sesgos, comparadores inadecuados,
etc.). El profesor John Ioannidis, en una revisión exhaustiva de artículos
científicos, concluye que: la mayor parte de las investigaciones publicadas son
falsas y no son de utilidad para los pacientes
- Repetición de estudios, más riesgo para más
pacientes
- Retrasos por falta de la información de otros
grupos de investigación, falta de transparencia
- Sesgos de publicación
-Un reciente informe de Stiglitz, Baker y Jayadev, de
julio de 2017, (Innovation, intellectual property and development) incide en
estos problemas derivados de financiar la investigación a través de las
patentes.
19.
Otro efecto muy
negativo del actual modelo es que, al ceder una enorme cantidad de dinero a la
industria farmacéutica (más de medio billón de euros de beneficios), ésta puede
destinar parte de esos recursos a perpetuar el sistema, influyendo sobre los
médicos, sobre los políticos, sobre los organismos reguladores, sobre las
asociaciones de pacientes, y sobre la opinión pública.
La Financiación de la formación, de las sociedades
científicas, de los congresos, de las revistas médicas, se deja en manos de la
industria con el dinero que sacan del impuesto de las patentes. Esto les
permite el control “de la agenda y la práctica de la medicina”, como señala el Dr
Richard Horton, editor del Lancet.
Pero, además, este control tiene un efecto perverso muy
grave, la sobre-prescripción, el uso
inadecuado de los medicamentos, que se estima en más de un 20% del total de
prescripciones. Esta mala utilización se traduce en efectos adversos de los medicamentos que, según un estudio de la
Unión Europea, causan 197.000
muertes/ año en los países miembros de la Unión.
20.
¿Por qué no
reaccionamos?
Si el sistema de
monopolios en medicamentos produce millones de muertes, y supone una sangría
económica de más de medio billón de euros que van a beneficios injustificados
de las grandes corporaciones, ¿por qué los gobiernos no reaccionan?
Porque la industria tiene mucha fuerza y presiona, y la mayoría de los
gobiernos no se atreven a enfrentarse. Prefieren desarrollar estrategias con pequeñas
mejoras, pequeños cambios. O abordan otros problemas del sector sanitario
(atención primaria, organización de las urgencias, educación sanitaria, etc.),
que también son importantes y donde no hay tanta confrontación.
Algunos gobiernos sí se han enfrentado, como el de Sudáfrica en la
catástrofe del SIDA en 1997, aprobando una Ley para conceder licencias
obligatorias y autorizar importaciones paralelas, pero las presiones de las
grandes multinacionales de la industria son muy fuertes. Al parecer Al Gore,
vicepresidente de los EEUU le dijo a Mandela que no toleraría esa legislación,
y las empresas farmacéuticas iniciaron pleitos contra el gobierno de Sudáfrica.
Por eso es preciso sumar la fuerza de varios gobiernos y del conjunto de la
sociedad para tener fuerza suficiente para equilibrar la balanza. https://www.theguardian.com/uk/1999/dec/19/theobserver.uknews6
Esto es
importante, los gobiernos tampoco reaccionan porque la sociedad no es
consciente del problema que tiene y que se va a agravar, y no les presiona, no
les exige un cambio radical de modelo. Pensamos que es cosa que afecta a los
países pobres, no a nosotros. Y no exigimos a los gobiernos de nuestros países
que cambien esta situación, que cambien el modelo de patentes.
Conviene recordar
aquí las palabras de Martin Niemöller, pastor protestante que, al principio del
nazismo apoyó ese movimiento pensando que defenderían a la Iglesia contra el
comunismo; pero cuando fueron recortando libertades, y cuando le exigieron los
datos de los feligreses que tenían antecedentes judíos, se dio cuenta de su
error y luchó contra el nazismo hasta que lo encerraron en un campo de
concentración. Entonces escribió:
“Cuando los nazis vinieron a
llevarse a los comunistas guardé silencio, porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los
socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata.
Cuando
vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era
sindicalista.
Cuando
vinieron a por los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío.
Cuando
finalmente vinieron a por mí, no había nadie más que pudiera protestar”.
21.
La barrera del precio y los
sesgos de la investigación afectan más a los países más pobres, pero también
afectan a los países de altos ingresos, como España. La causa del problema es
la misma, el monopolio de las patentes. Y la solución la tenemos que construir
entre todos.
La OMS advierte del aumento
de los precios de los tratamientos oncológicos, que se han duplicado en 10
años. La Sociedad Europea de Oncología Médica, en su congreso de septiembre de
este año, insistía en que 200.000 pacientes de 11 países europeos y de Canadá
no pueden acceder a tratamientos oncológicos innovadores, por los altos
precios, que hacen que se retrase la financiación pública o que no se
financien. Estos aumentos de precios no se limitan al cáncer, también en
enfermedades reumáticas, cardiología, neurología, digestivo, enfermedades poco
frecuentes, SIDA o Hepatitis C. La escalada es brutal. Y, como no la paramos,
las empresas siguen empujando.
22.
Veamos el ejemplo de la
Hepatitis C.
Los tratamientos con
antivirales de acción directa deberían tener un precio de unos 461€ por
paciente para cubrir los costes de fabricación de los medicamentos, los costes
de investigación, y un beneficio prudente.
En cambio, entre 2014 y 2016
hemos pagado en España un precio de 26.088€ por paciente tratado (con uno o
varios medicamentos combinados).
Deberíamos haber gastado en
total 31 millones de euros, con un precio justo, para tratar a 68.000
pacientes, y hemos gastado 1.774 millones de euros por culpa de los precios
abusivos.
23.
Ese dinero que se ha gastado
injustamente no nos sobra; se ha detraído de otras necesidades importantes,
como mejorar los programas de prevención, o aumentar el personal sanitario allí
donde sea necesario, o reducir el tiempo de espera. Por ejemplo, con ese dinero
se podría haber contratado a 30.000 enfermeras.
El gasto innecesario por los
precios excesivos de los medicamentos supone en España alrededor de 8.000
millones de euros anuales. Una cantidad muy necesaria para consolidar y
fortalecer el Sistema Nacional de Salud.
24.
El problema es grave y nos
afecta a todos. Entre 2013 y 2016 el gasto farmacéutico con financiación
pública ha aumentado un 11,74%.
25.
Pero, además, los pacientes
han tenido que gastarse de su bolsillo una cantidad muy importante, debido al
aumento de los copagos (sobretodo a los pensionistas) y a que se ha quitado la
financiación a más de 400 medicamentos. Así, entre 2009 y 2014 el gasto en
copagos ha crecido un 53,21%, que supone 2.274 millones de euros que antes
pagábamos entre todos y ahora pagan los pacientes. Es una marcha atrás
importante. Una de las características de nuestro sistema sanitario público es
la solidaridad, que quiere decir que
el gasto sanitario lo pagamos entre todos, a través de los impuestos y así la
atención sanitaria es libre de pago en el momento del uso. Retroceder aquí
supone una quiebra de los valores que sustentan el SNS.
26.
Y tiene además consecuencias
muy negativas para los más pobres, para las personas con menos recursos.
Alrededor de 2 millones de personas en España no pudieron pagar las medicinas
que les habían recetado en la sanidad pública, según el Barómetro Sanitario.
Cruz Roja o Cáritas atienden
cada día a personas que no pueden pagar los medicamentos. Mercè Darnell, de
Cáritas de Barcelona, denuncia que “hay gente que atendemos que no toma la
medicación porque no puede pagarla”.
Un portavoz de la ONG Banco
Farmacéutico explicaba: “la gente tiene que elegir entre pagarse las medicinas
o alimentarse”.
Insisto, estamos hablando de
España hoy, no de la República Centro Africana o de Sierra Leona, o de la
España de 1900.
27.
Es verdad que el porcentaje
de personas afectadas en España por la falta de acceso a los medicamentos no es
muy alto, un 4,4%. Y afecta más a los más pobres: 6 veces más que a los más
ricos. Quizá no me afecta todavía a mí. Y por eso no quiero darme cuenta. Pero
son miles de personas, y sabemos que se podría evitar con precios justos de los
medicamentos.
Además, sí que nos afecta ya a
todos por que sangra recursos del sistema que mejorarían la calidad del
servicio. Esa sangría pone en riesgo la continuidad de la sanidad pública. Si
sigue esta tendencia, no podremos mantener la sanidad y solamente podrán pagarse
las medicinas los más ricos.
28.
Cambiar el modelo de patentes
no es fácil. Hay muchos intereses, mucho dinero en juego. Enormes beneficios
para los altos ejecutivos de las grandes corporaciones.
Los ciudadanos pagamos la
sanidad a través de los impuestos y, en algunos casos, pagamos también parte o
todo el precio de algunos medicamentos. Los servicios públicos de salud pagan
el grueso de la factura farmacéutica a las compañías fabricantes. Estas
compañías exigen precios muy altos con el poder de negociación que les dan las
patentes.
Los Directores Ejecutivos
(CEOs, chief executive officers) tratan de obtener los precios más altos y las
ganancias más altas para sus empresas, porque en ello les van sus incentivos y
sus remuneraciones, que son altísimas.
Pero, a su vez, las Compañías
farmacéuticas tienen cada vez más presencia de Fondos de Inversión en su accionariado,
que son determinantes en las decisiones del sector farmacéutico. El objetivo de
estos Fondos es ganar más dinero. Y sus ejecutivos tienen a su vez sueldos
todavía mayores. El medicamento se ha convertido así en un “producto
financiero” con cuyos precios se especula en la bolsa sin tener en cuenta su
impacto en los servicios de salud. La lógica, los principios de los mercados
financieros y la lógica, los principios de los sistemas de salud son muy
distintas.
29.
Los directivos de las
compañías farmacéuticas pueden tener remuneraciones anuales de 10 o 100
millones de euros. Pero los directivos de los fondos de inversión pueden
moverse entre los 100 y los 1000 millones.
Son incentivos muy potentes
que presionan con fuerza para seguir subiendo los precios de los medicamentos.
Estas personas ya empiezan a especular con un nuevo medicamento incluso antes
de que se apruebe. Consiguen ganancias en la bolsa. Y logran sumar incentivos a
su remuneración. El sistema actual, blindado por las patentes que conceden los
Estados, es muy beneficioso para los ejecutivos de estas compañías y muy
perjudicial para los pacientes y el conjunto de la sociedad. Es la ley del más
fuerte. La ley de la selva.
30.
El señor Ray Dalio, fundador
y director de la empresa gestora de fondos de inversión Bridgewater Associates,
una de las más fuertes del mundo, escribe en sus Principios lo siguiente: “Por
ejemplo, cuando una manada de hienas abate un joven antílope ¿es bueno o malo?
A primera vista esto parece terrible; el pobre antílope sufre y muere. Algunas
personas pueden incluso pensar que las hienas son malvadas. Sin embargo, este
tipo de comportamiento aparentemente malvado existe en la naturaleza… Y cuando
pienso en las consecuencias, resulta obvio que este comportamiento es bueno
tanto para las hienas, que actúan en su propio interés, como para el conjunto
del sistema, incluyendo al antílope, porque matar y comer al antílope estimula
la evolución, el proceso natural de mejora”.
En efecto, este
comportamiento se observa en la naturaleza, es la ley de la selva. El sálvese
quien pueda. Pero hay también otro punto de vista que sostiene que la humanidad
ha progresado porque ha superado la ley de la selva, porque ha desarrollado
otros Principios, como la solidaridad, la justicia, la equidad, la confianza en
los otros, la dignidad y la libertad de todas las personas. En vez de
resignarnos a la ley de la selva, a la guerra sin cuartel, en la que el
enfermo, el pobre, la persona con discapacidad, se “descartan”, como diría el
Papa Francisco, en lugar de resignarnos a que el poder y los derechos se concentren
en unos pocos, la humanidad ha intentado progresar sin matarse, cooperando,
discutiendo, acordando, compartiendo.
¿Por qué nos preocupamos por
la pobreza, por las personas que no tienen una oportunidad, por los que, sin
ayuda, no pueden acceder a los medicamentos que necesitan? Porque a muchos no
nos parece más importante llegar primero, o llegar más alto, o ganar 4 millones
de dólares ¡al día! (1.400 millones $ al año), como dicen que gana el señor Ray
Dalio, sino que nos parece más importante que nadie se quede atrás en la
cuneta, que todas las familias puedan tener unos ingresos suficientes para
vivir dignamente, que nadie quede sin ayuda si sufre la enfermedad y la
pobreza, y que todas y todos podamos vivir una vida en paz desde la cuna hasta
la vejez. Simplemente porque somos hermanos de raíz y porque este
comportamiento nos hace más felices y es más beneficioso para el conjunto de la
humanidad. Es más propicio a la paz, la justicia y la libertad para todos. Esta
es la evolución que queremos.
31.
Richard Elliot, experto
asesor de Naciones unidas sobre acceso a los medicamentos, afirma que, en esta
pugna, los derechos humanos fundamentales, como el derecho a la salud, deben
primar sobre los derechos de la propiedad intelectual, que son instrumentales. Pero
no es así. Se viola una y otra vez el derecho humano a la atención sanitaria y
a los medicamentos precisamente por el abuso de las patentes en la fijación de
altísimos precios.
32.
El abuso de las patentes
desequilibra la relación de fuerzas entre el Gobierno y las compañías
farmacéuticas que con su monopolio pueden exigir precios altos sin tener
competencia. Pero la paradoja es que las patentes las conceden los propios
Gobiernos (es decir, las Oficinas de Patentes, sometidas a leyes de patentes
aprobadas por Parlamentos a propuesta de los Gobiernos).
Los Gobiernos dan a las
empresas farmacéuticas enormes recursos (a través de los sobre-precios
protegidos por las patentes) para que puedan hacer lobby y presionar a los
propios funcionarios, a las entidades reguladoras, a los parlamentarios, … para
que las cosas sigan igual. Tenemos que corregir este desequilibrio que causa
tanto daño.
33.
Si recapitulamos lo dicho
hasta ahora veremos que el actual modelo de fijación de precios protegido por
los monopolios que conceden las patentes sirve muy bien a los intereses del
sector farmacéutico, ya que les da un beneficio “extraordinario”, por encima
del beneficio industrial normal, de más de medio billón de euros.
Pero
este modelo crea importantes problemas al conjunto de la sociedad.
Por un lado, crea una barrera
de acceso a los medicamentos que hace que 10 millones de personas mueran cada
año por no tener el medicamento que necesitan.
Por otro lado, obliga a
gastar en ganancias excesivas para la industria farmacéutica más de medio
billón de euros al año, que teóricamente se dan para investigación, pero que
van a beneficios, gastos de marketing, recompra de acciones, etc. Ese dinero
debería ir a necesidades sociales, a generar empleo productivo, a luchar contra
la pobreza.
Además, el modelo estimula la
prescripción inadecuada, aumentando los efectos adversos de los medicamentos.
Y finalmente crea un riesgo
importante para la viabilidad de los sistemas públicos de salud.
34.
Hacer accesible el
medicamento para todas las personas que lo necesiten, en todo el mundo, es un
reto posible para el Siglo XXI.
La pregunta es si creemos que
el medicamento debe ser un derecho humano o un objeto de negocio. Mi respuesta
es que es un Derecho Humano.
Yo
pienso que todo ser humano tiene derecho a la vida, a una vida digna. Y por eso creo que el acceso a los
medicamentos es un derecho humano. Y
por eso mismo defiendo que el medicamento debe ser un bien público y no un objeto de enriquecimiento abusivo.
Para que eso sea posible,
debemos cambiar el modelo de financiación de la investigación de los
medicamentos, para que, en lugar de hacer esa financiación a través de los
monopolios protegidos por las patentes, la I+D hasta la creación del
medicamento sea financiada directamente por el sector público con ese dinero y realizada
por instituciones académicas sin ánimo de lucro (patente social, no
exclusividad, sin patente…).
Cuando Jonas Salk descubrió la vacuna contra la poliomielitis le preguntaron de quién era la patente. Él contestó: "De la gente. ¿Acaso se puede patentar el sol?"
Cuando Jonas Salk descubrió la vacuna contra la poliomielitis le preguntaron de quién era la patente. Él contestó: "De la gente. ¿Acaso se puede patentar el sol?"
35.
Hasta ahora, la mayor parte
de las estrategias desarrolladas para mejorar el acceso a los medicamentos se
han elaborado en el marco teórico definido por la industria farmacéutica: las
personas en los países desarrollados tienen acceso a los medicamentos; aquí no
hay problema; el modelo de patentes funciona porque facilita la innovación; lo
que hay que hacer es buscar maneras de mejorar el acceso a los medicamentos
para las personas en los países pobres.
Así, cuando se plantea este
debate en la OMS, los gobiernos de algunos países desarrollados con fuerte
influencia de la industria farmacéutica, como EEUU, Alemania, o Reino Unido,
han bloqueado cualquier intento de provocar un cambio de modelo global. Y
plantean siempre “soluciones” parciales para los países pobres:
Fondos de ayuda para los
países pobres, como el Fondo Mundial para el SIDA, la tuberculosis y la malaria.
https://www.theglobalfund.org/es/overview/
O iniciativas como la Asociación
entre Europa y Países en Desarrollo para desarrollar Ensayos Clínicos. https://ec.europa.eu/research/health/index.cfm?pg=policy&policyname=edctp
O
aplicar “precios diferenciales”, es decir, precios más bajos que pueden ofrecer
las compañías a los países pobres, manteniendo sus precios injustificados en
los demás países.
O conceder “licencias
voluntarias”, con las que las compañías permiten que la industria local pueda
fabricar genéricos, con precios más bajos que la marca, pero sin abrir la
competencia a otras empresas o a otros países.
Estas estrategias y otras
estrategias similares pueden lograr algunos avances en el acceso, como en el
caso del SIDA. Pero siguen siendo insuficientes. Por ejemplo, según la OMS, se
trata ya con medicamentos adecuados a 19.500.000 de personas con SIDA en el
mundo, y esto es muy bueno, pero siguen sin tratamiento otras 17.200.000
personas, la mayoría niños y adolescentes, personas pobres de países pobres, y
esto es inaceptable, ya que con el dinero que se gasta hoy en medicinas para el
SIDA globalmente se podrían pagar tratamientos para todos y sobraría.
Estos abordajes parciales,
para los “países en desarrollo”, tienen el problema de que refuerzan el modelo
de patentes, los monopolios. Suelen ser iniciativas muy controladas por la
propia industria farmacéutica. Son propuestas de dádiva voluntaria, de
“limosna”, no de garantía de un derecho, no de justicia.
El tema de la Hepatitis C ha
mostrado que el problema de acceso nos afecta a todos. También en los países de
altos ingresos. Según los últimos datos de la OMS mueren 399.000 personas al
año por esta enfermedad, cuando hay tratamientos eficaces que, si se ofrecieran
a precio de coste, a un precio justo, evitarían esas muertes y ese sufrimiento.
Hay miles de personas sin tratamiento en países en desarrollo, pero también en
países europeos. Lo mismo ocurre con tratamientos para el cáncer y otros
procesos.
En los países europeos las
empresas farmacéuticas, en vez de ofrecer precios justos, ofrecen que les
paguen a plazos, hacen descuentos, inventan formas de pago “por valor”, riesgo
compartido, pago por volumen, y otra serie de mecanismos para seguir
manteniendo precios exagerados, injustos. Y todo ello mediante acuerdos
“secretos” con cada país, aplicando la vieja máxima de divide y vencerás.
El problema del acceso a los
medicamentos es global y debemos resolverlo globalmente. El modelo de patentes
y monopolios es un lastre, porque su abuso es una barrera para el acceso, al
permitir precios elevadísimos y condicionar la investigación a los intereses
comerciales.
36.
Es preciso cambiar el modelo.
Se
puede ir avanzando en tres líneas simultáneamente.
1ª.Por una parte, mejorar la
negociación de los precios, exigiendo precios justos, que remuneren los costes
de fabricación y los costes de investigación realizados por la empresa
debidamente auditados.
2ª.Si la empresa no acepta
esos precios justos, el gobierno debería aplicar la licencia obligatoria,
autorizando a otras empresas la fabricación de genéricos, a coste de
fabricación, y pagando un canon a la empresa originaria por los gastos
incurridos realmente en investigación. La posibilidad de conceder este permiso
de fabricación a otras empresas, o de realizar importaciones de medicamentos
genéricos de otros países en los que no hay patente, está recogida en los
acuerdos ADPIC. Se puede tomar esta decisión por los gobiernos en caso de un
problema severo de salud pública, o de claro abuso de la utilización de
patente, según las legislaciones nacionales. Lo que ocurre es que los países
utilizan muy pocas veces las licencias obligatorias o las importaciones por la fuerte
presión diplomática y comercial de la industria farmacéutica.
También es posible denunciar
estos precios exagerados y estas ganancias exageradas a las autoridades de la
competencia, que deben velar para que no haya abuso del poder del mercado. El
hecho de que, por primera vez, la Comisión Europea haya iniciado un expediente
sobre posible abuso del poder de mercado en el caso de los laboratorios Aspen,
es un paso importante. La Comisaria, Margrethe
Vestager afirmó que iban a “evaluar si Aspen ha roto las reglas de la
competencia de la UE cargando precios excesivos por algunos medicamentos”.
http://europa.eu/rapid/press-release_IP-17-1323_en.htm.
En esta acción ha sido muy importante la denuncia de la Asociación de
Consumidores de Italia.
3ª.Al mismo tiempo, debemos iniciar
y potenciar estrategias para financiar la investigación directamente, sin pasar
por la industria farmacéutica, es decir, sin patente. Los Estados crearían
fondos nacionales, europeos, o mundiales, con descuentos aplicados a las
ganancias obtenidas sobre el precio actual de los medicamentos protegidos por
patente. Esos fondos financiarían directamente la investigación, en Centros de
investigación públicos o privados sin ánimo de lucro, a través de subvenciones,
becas, proyectos y premios. Las prioridades de investigación serían según las
necesidades de salud. La investigación sería abierta. Y los resultados de la
investigación tendrían “patente pública”. Los medicamentos tendrían precios
según el coste de fabricación (como los genéricos).
A medio plazo, 15-30 años, se
debería llegar a una Convención Internacional sobre Acceso a los Medicamentos,
que prohibiera la aplicación de patentes para los medicamentos y creara un
Fondo Mundial para financiar la I+D en salud y para garantizar precios justos y
accesibles en todo el mundo.
37.
Para que se produzcan estos
cambios es muy importante que los profesionales sanitarios estén de acuerdo y
respalden estas medidas y estas políticas. Ahora su información llega
principalmente de la industria farmacéutica. Es la industria la que les
presenta los análisis, los argumentos, en conferencias y publicaciones y a
través de su red de informadores: les hablan del coste de la investigación, del
valor del medicamento, etc., ocultando la información relevante sobre los
costes, las ganancias abusivas, y las consecuencias terribles de las muertes
por falta de acceso. Hay una especie de “secuestro intelectual”. Por eso es
clave:
•Informarse acerca de los
costes, precios, patentes, falta de acceso, in-sostenibilidad del modelo
•Ser conscientes de la
influencia del marketing (congresos, representantes, donaciones, conferencias
remuneradas…) en nuestras decisiones (prescripción) y nuestras opiniones (“la
investigación justifica el precio”; “precio por valor”)
•Intentar reducir esa presión
(como defiende la iniciativa “no gracias”)
Tratar
de que las Sociedades Científicas, Revistas Científicas, Cátedras, Servicios,
Guías Clínicas… prescindan de forma progresiva de la financiación desde la
industria. Promover la autorregulación, códigos de conducta estrictos.
•Analizar modelo actual de
financiación de I+D y sus “efectos adversos”. Participar en el desarrollo de
modelos alternativos de I+D, liberando recursos del sistema para financiar
formación.
38.
Es
necesario abrir y profundizar un debate sobre el acceso justo a los
medicamentos. Para que ninguna persona se quede sin el medicamento que
necesita. En ningún lugar del mundo. No es una utopía. Es un reto alcanzable en el Siglo XXI. Tenemos los recursos, ya que
con el modelo de monopolio estamos gastando muchísimo más de lo necesario a
través del “impuesto” del sobreprecio que permiten las patentes. Tenemos el
conocimiento. Falta la voluntad política y la movilización social.
La
OMS, la Unión Europea, Naciones Unidas, varios gobiernos de países en
desarrollo, como la India, Brasil, Sud África, Colombia, Malasia, y otros, han
planteado este debate con alternativas concretas.
En
los últimos dos años se han planteado dos iniciativas de países europeos para
coordinar políticas en relación con los precios: Holanda, Bélgica, Luxemburgo y
Austria, y otro grupo de países con la Declaración de La Valeta, con Malta,
España, Italia, Portugal, y otros. http://www.elglobal.net/politica-sanitaria/nueve-paises-europeos-firman-un-acuerdo-para-el-acceso-a-farmacos-LY890159
El
Informe del Panel de Expertos de Naciones Unidas, de septiembre de 2016, mostró
propuestas muy claras. http://www.unsgaccessmeds.org/final-report/
También
es de destacar la labor de Organizaciones No Gubernamentales, como Médicos Sin
Fronteras, Médicos del Mundo, Farmacéuticos Sin Fronteras, No es sano, las
Universidades Aliadas por los medicamentos esenciales, la Alianza Europea por
una investigación responsable y medicinas asequibles, Cruz Roja, Cáritas, etc.,
etc.
39.
En
esa misma línea van las modestas recomendaciones del libro que escribimos con
Ramón Gálvez, Javier Sánchez Caro, Pedro Pita y Francesc Puigventós,
“Medicamentos: ¿derecho humano o negocio?”. En este libro se detallan muchos
datos recogidos en esta conferencia, y se aporta una bibliografía exhaustiva.
Sin
duda todos estos debates son importantes. Pero no deberíamos demorarnos mucho
en aplicar las soluciones. No olvidemos que cada día mueren 27.000 personas,
¡cada día!, por falta de acceso a los medicamentos que necesitan. Las
Consejerías de Salud, los Gobiernos Nacionales, los organismos internacionales,
tienen una enorme responsabilidad es estas muertes evitables, y deben actuar
pronto para terminar este abuso, trabajando para superar el actual modelo de
patentes de medicamento.
El
cambio es posible. No podemos mirar para otro lado. Millones de personas en
todo el mundo y en España necesitan nuestra voz y nuestro compromiso para hacer
que el derecho humano al medicamento sea una realidad. Está en nuestra mano.
40.
Señoras
y señores. El derecho a los medicamentos necesarios es un derecho humano. Un
derecho de todas las personas que pueblan el planeta. Garantizar este derecho es
un reto que podemos alcanzar en este Siglo XXI. En 15 ó 30 años. Hemos de ir
avanzando en esa dirección, cada uno aportando nuestras ideas y nuestras
iniciativas.
Nuestra fuerza nace de una convicción: la radical igualdad
de todos los seres humanos.
La
convicción que animaba a Pablo Neruda cuando escribió su vibrante poema El
Barco:
“Pero si ya pagamos nuestros pasajes en este mundo
¿por
qué, por qué no nos dejan sentarnos y comer?
Queremos
mirar las nubes,
queremos
tomar el sol y oler la sal.
Francamente,
no se trata de molestar a nadie.
Es
tan sencillo: somos pasajeros
Todos
vamos pasando y el tiempo con nosotros.
Pasa
el mar, se despide la rosa,
pasa
la tierra por la sombra y por la luz
y
ustedes, y nosotros, pasamos, pasajeros.
Entonces ¿qué les pasa?
¿por
qué andan tan furiosos?
¿a
quién andan buscando con revólver?
Nosotros no sabíamos
que
todo lo tenían ocupado.
Las
copas, los asientos,
las
camas, los espejos,
el
mar, el vino, el cielo.
Ahora resulta
que
no tenemos mesa.
No
puede ser, pensamos,
no
pueden convencernos.
Estaba
oscuro cuando llegamos al barco.
Estábamos
desnudos.
Todos
veníamos de mujer y de hombre.
Todos
tuvimos hambre y pronto dientes.
A
todos nos crecieron las manos y los ojos
para
trabajar y desear lo que existe.
Y
ahora nos salen con que no podemos,
que
no hay sitio en el barco.
No
quieren saludarnos,
no
quieren jugar con nosotros.
¿Por
qué tantas ventajas para ustedes?
¿Quién
les dio la cuchara cuando no habían nacido?
Aquí
no están contentos,
Así
no andan las cosas.
No me gusta en el viaje
hallar,
en los rincones, la tristeza,
los
ojos sin amor, o la boca con hambre.
No hay ropa para este creciente otoño
y
menos, menos para el próximo invierno.
Y
sin zapatos ¿cómo vamos a dar la vuelta
al
mundo, a tanta piedra en los caminos?
Sin
mesa ¿dónde vamos a comer,
dónde
nos sentaremos si no tenemos silla?
Si
es una broma triste, decídanse, señores,
a
terminarla pronto,
a
hablar en serio ahora.
Después el mar es duro.
Y
llueve sangre”.
41.
ENLACES
OMS: Un tercio de la
población mundial no tiene acceso a los medicamentos
¿Medicamentos para los
pobres, medicamentos para los ricos? El sistema está roto
M Balasegaram, BMJ 2014.
Enfermos de Pobreza. El
Periódico, octubre 2016.
Farmamundi.
Acceso a medicamentos esenciales
Ganancias de los Gestores de
Fondos de Inversión, Forbes 2017.
Otros enlaces de interés
sobre acceso a los medicamentos:
•Médicos del Mundo http://idpc.net/alerts/2015/02/doctors-challenge-hepatitis-c-drug-patent-in-price-protest
•WHO http://www.who.int/medicines/en/
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