domingo, 23 de marzo de 2025

En la despedida a Juan Antonio Mata

 La vida es nacimiento y muerte. Lo sabemos.  Pero cuando llega el momento de la despedida nos parte el corazón. El dolor de no volver a verle, a abrazarle, de no poder charlar tranquilamente... es imposible de entender y de aceptar.

Hoy pesa más el dolor y la pena. Pero si miramos un poco más allá...

¡Qué privilegio haberle conocido! Un luchador incansable, una buena persona, un hombre feliz, una vida plena, un ejemplo que nos deja su huella imborrable.

¡Qué privilegio, querida Reme, haber compartido juntos vuestras vidas, creando una familia maravillosa, con vuestras hijas Aurora y Clara, con vuestras cuatro nietas! ¡Que suerte de padre, de abuelo, de amigo!

Se nos ha marchado en primavera, cuando vuelven a florecer los almendros y despuntan las espigas pintando de verdes los campos. Y es que Mata era un enamorado de la vida y la belleza. Nació a la vera del mar, en Benajarafe, un precioso pueblecito malagueño, recostado en la playa. Y allí le gustaba volver, siempre que podía, con sus primas, con sus hermanicos y su familia, y con los amigos, a pasear y a salir a pescar si se terciaba, disfrutando como un niño. Porque Mata disfrutaba mucho de la vida. De ir al monte a por setas y cocinarlas con mimo, de reunirse con los amigos en la Feria, de discutir de política y sindicalismo, de compartir unas migas, de cultivar el huerto, de correr, de escribir, de correr y de cantar, y sobre todo, de sus nietas.

Llegó a Albacete con ocho años y aquí, en su nueva tierra empezaría muy pronto su andadura política y sindical en CCOO y en el PCE, en la clandestinidad antifranquista, luchando por la democracia y por la libertad. Así, sería elegido concejal del Ayuntamiento de Albacete por el PCE en 1979. Y así sería elegido por sus compañeras y compañeros responsable de CCOO de Castilla-La Mancha entre 1995 y 2004. Entonces le conocí yo, en Toledo. Discutimos y elaboramos, con las demás fuerzas sociales, el Plan de Salud de Castilla La Mancha, que supuso un gran impulso para la sanidad pública de esta región. Recuerdo su capacidad de negociación, su sentido común, su defensa irreductible de los derechos sociales y de los derechos humanos. Peleón, con posiciones bien trabajadas y argumentadas, y con una gran virtud: siempre buscaba el acuerdo, siempre ofrecía una actitud constructiva. Y así se lograrían importantes pactos y acuerdos en Castilla La Mancha, en materia laboral, industrial, económica y social, mejorando, paso a paso, las condiciones de trabajo y la calidad de vida de los trabajadores y de la sociedad. 

Juan Antonio Mata, desde el sindicalismo y desde sus diversas responsabilidades regionales y nacionales, es uno de los constructores de lo que hoy es Castilla-La Mancha, y también de las libertades y derechos que hoy disfrutamos en España. Siempre con diálogo, con propuestas, y con un firme compromiso con la justicia.

Su optimismo natural nos infundía ánimo. Incluso en los últimos meses, a pesar de su enfermedad, analizaba el momento político tan complejo que vivimos, en España y en el mundo, y sus reflexiones buscaban siempre una ventana de luz y de esperanza.

Los que le conocimos sabemos que no hay palabras que puedan abarcar su figura, su generosidad, su energía vital, su compromiso, su sonrisa abierta y su simpatía. Discreto, sencillo, campechano, buen conversador, y gran amigo. Un verdadero maestro de la vida.

Querido amigo Mata, nos dejas un enorme hueco con tu ausencia. Pero también nos dejas grabado en el alma el testimonio de una persona buena, que quiso y que pudo trabajar para hacer un mundo mejor, más libre, más humano. Tu esfuerzo ha dado buen fruto, y ahora, en tu familia, en todos tus amigos, en tus compañeras y compañeros sindicalistas, eres y seguirás siendo fermento para que, todos juntos, sigamos luchando contigo por la justicia y por la libertad. 

Gracias amigo. Un abrazo. Un abrazo enorme, ¡y hasta siempre!