Hemos conocido estos días una buena noticia: la mortalidad infantil se
redujo a la mitad en 20 años. Este avance es importante, y debe servirnos de acicate para seguir trabajando en esa dirección.
La mortalidad en menores de 5 años en el año
2012 fue de 48 por 1000 nacidos vivos, cuando hace 20 años, en 1990 fue de 90
(Grupo Interinstitucional de Naciones Unidas para la estimación de la
mortalidad infantil (UN-IGME) http://www.childmortality.org/).
Esto supone que han muerto 6 millones de niños
menos, y este resultado es un gran logro de la humanidad que anima a seguir
insistiendo en la mejora de la atención sanitaria (universalización) y en la
mejora de las condiciones de vida de todas las personas (prevenir y superar las guerras, mejorar la
educación de los niños y las familias, mejorar las condiciones económicas).
Sin embargo, África sub-sahariana sigue
presentando cifras de mortalidad infantil de menores de 5 años superiores a 90
por cada 1000 nacidos vivos. Quizá eso explique la tragedia de los cientos de
emigrantes que se agolpan en las vallas de Melilla y que intentan cruzar el
Mediterráneo para llegar a Lampedusa o a nuestras costas buscando una
oportunidad… Cientos de jóvenes que van a morir lo intentan cada año. No es por
capricho. La lucha contra la desigualdad y por la mejora de las condiciones de
vida de estas personas y de estos países sigue siendo una obligación moral.
En este sentido, el comentario de Justin Forsyth (en The Lancet, 2013, 382: 1161-1162) nos recuerda que es preciso seguir trabajando por la extensión de la atención sanitaria a todas las personas en todos los países así como por el desarrollo humano y social: "Time for universality to reduce inequity". Es tiempo de que los más de 1000 millones de personas que no tienen acceso a la atención sanitaria en el mundo, y sufren y mueren prematuramente por enfermedades prevenibles, puedan disponer de servicios de salud financiados entre todos, donde aporten más los que más tienen y se puedan beneficiar todas las personas en función de su necesidad.
Por eso es importante seguir insistiendo en que la decisión de retirar la cobertura sanitaria a más de 800.000 personas en España (RD 16/2012), precisamente los más vulnerables, es un error y un paso atrás en el reconocimiento de la protección de la salud como un derecho humano, de ciudadanía.
Por humanidad, por sentido común, por interés colectivo, por justicia, tenemos que recuperar la universalidad de la atención sanitaria en España y debemos seguir trabajando por la universalización de la atención sanitaria en todos los países.
En este sentido, el comentario de Justin Forsyth (en The Lancet, 2013, 382: 1161-1162) nos recuerda que es preciso seguir trabajando por la extensión de la atención sanitaria a todas las personas en todos los países así como por el desarrollo humano y social: "Time for universality to reduce inequity". Es tiempo de que los más de 1000 millones de personas que no tienen acceso a la atención sanitaria en el mundo, y sufren y mueren prematuramente por enfermedades prevenibles, puedan disponer de servicios de salud financiados entre todos, donde aporten más los que más tienen y se puedan beneficiar todas las personas en función de su necesidad.
Por eso es importante seguir insistiendo en que la decisión de retirar la cobertura sanitaria a más de 800.000 personas en España (RD 16/2012), precisamente los más vulnerables, es un error y un paso atrás en el reconocimiento de la protección de la salud como un derecho humano, de ciudadanía.
Por humanidad, por sentido común, por interés colectivo, por justicia, tenemos que recuperar la universalidad de la atención sanitaria en España y debemos seguir trabajando por la universalización de la atención sanitaria en todos los países.