viernes, 27 de noviembre de 2020

Rasgos actuales del modelo de precios y patentes de medicamentos y vacunas

Dejémoslo claro: las patentes de medicamentos no son un mandato divino, ni tampoco un fenómeno inmutable de la naturaleza. Hace no tanto tiempo, unos 30 años, en España NO se aplicaban patentes a los medicamentos. Así era en muchos otros países, hasta que, en 1994, cediendo al argumento y la presión de los laboratorios, los gobiernos decidieron generalizar las patentes de medicamentos en el acuerdo ADPIC. El argumento era que, con los sobre-precios que pondrían gracias al monopolio de las patentes, pagarían y aumentarían la investigación y la innovación, en beneficio de los pacientes.

 

No es que antes de las patentes de medicamentos no hubiera innovación. De hecho, había más que después de conceder las patentes. No es tampoco que las empresas farmacéuticas no ganaran dinero. De hecho, ganaban el doble que las empresas no farmacéuticas. Su argumento, por tanto, era falso. Pero sus directivos querían más. Y los gobiernos cedieron a su presión dando a las empresas monopolios de 20 años. 

 

Así, al no tener competencia gracias a la patente, pusieron precios mucho más altos, doscientas y trescientas veces por encima de los costes, recuperando el gasto de la investigación en uno, dos, o tres años, y permitiéndoles, a partir de ahí, obtener beneficios excesivos. 

 

En efecto, los precios son tan altos que pagan lo que cuesta fabricar el medicamento, pagan la parte de investigación que hacen las empresas y, además, dejan un 50% de beneficio sobre ventas, frente al 5% de las empresas no farmacéuticas. Un exceso de beneficio de medio billón de euros anuales en el mundo. De 90.000 millones euros en UE. De 9.000 millones euros en España. 

Este Modelo no ha servido para aumentar la I+D. El 75% de la I+D innovadora se hace con fondos públicos directos. Pero el modelo sí ha servido para enriquecer a los directivos de estas empresas y de los fondos de inversión. Por eso lo defienden a muerte. Solo si se les quita la fuerza de negociación suprimiendo las patentes se puede cambiar el modelo. 

 

Para la ciudadanía, para los pacientes y los consumidores, las patentes suponen una barrera al acceso a los medicamentos. Las vacunas frente a la covid son un ejemplo. Pfizer ha puesto un precio por encima de los costes y ya ha vendido anticipadamente el 85% de la producción de 2021 a los países ricos. Los países de la UE han comprado ya 1.500 millones de dosis de posibles vacunas, con acuerdos secretos. 3 para cada ciudadano europeo. ¿Y los países pobres? Tendrán que esperar. La barrera de la patente impide la producción a gran escala, necesaria para que pudiera llegar a todo el mundo cuanto antes, facilita precios abusivos que no pueden pagar millones de personas y crea dudas sobre la seguridad y efectivdidad de las vacunas. La vacuna frente a la covid no debería tener patente, de manera que fuera accesible para todos, en todo el mundo. 

 

Pero el modelo de patentes también perjudica a la ciudadanía de los países ricos. Por un lado, porque mientras no se vacune todo el mundo, el problema no se resuelve. Por otro lado, porque la investigación no es transparente y cooperativa. Cada uno quiere ser el primero y publica notas de prensa con resultados fabulosos. Pero no conocemos los datos de los ensayos clínicos, no se conoce la efectividad de las vacunas para romper la cadena de contagios o para reducir la mortalidad por la Covid y tampoco sabemos los efectos secundarios que pueda provocar. Compramos a ciegas, al precio que dicen las empresas. Y tampoco ayuda a generar confianza que las empresas obliguen a que, si hay efectos secundarios, las posibles indemnizaciones las paguen los gobiernos, o sea, nosotros, los consumidores. 

Para acabar de sembrar dudas, los altos directivos de Pfizer y Moderna han vendido sus acciones después de que con sus comunicados de prensa hubieran hecho subir su precio en bolsa.

 

No es de extrañar que más del 40% de los españoles, según el CIS de octubre, no se fíen y digan que no se van a vacunar inmediatamente.

 

Además, en la pandemia de la covid, la patente no solamente afecta a las vacunas. Por la barrera de la patente y la capacidad de presión que da a la industria, hemos comprado en la UE 500.000 tratamientos de remdesivir para la Covid, a 2.000 euros tratamiento, sabiendo que 1º) cuesta 10 euros tratamiento y 2º) el ensayo clínico solidarity coordinado por la OMS dice que remdesivir no vale para la covid. Mil millones de euros para nada, o peor aún, ya que tiene efectos secundarios que pueden ser importantes. Un verdadero escándalo del que nadie habla.

 

La misma barrera de monopolios y exclusividades afecta a test diagnósticos, a sistemas de ventilación artificial o a equipos de protección, necesarios para la Covid. Y, desde luego, afecta a medicamentos para todas las otras enfermedades, creando barreras de precio a los pacientes y los sistemas de salud. 

 

¿Por qué cuesta tanto cambiar el modelo? Porque parte de los beneficios abusivos que ganan estas empresas la dedican a presionar e influir sobre expertos, comités asesores, parlamentarios, direcciones generales de los ministerios, agencias reguladoras, medios de comunicación, revistas médicas, etc. etc.… más de 36.000 millones de euros al año en la UE. Es mucho dinero en marketing y lobby.

 

Y también es difícil cambiar porque la población, en general, todavía no ve el problema, ya que, en España y Europa, los sistemas públicos de salud cubren la mayor parte de los medicamentos, y para ver el impacto negativo de las patentes hay que explicar cómo este sistema está descapitalizando la sanidad pública con precios abusivos, aumentando listas de espera, o perjudicando la salud de los pacientes con prescripciones innecesarias, y dejando sin vacunas y medicamentos a millones de personas en el mundo.

 

En definitiva: para que se pueda producir un cambio es fundamental la posición y la opinión de la ciudadanía, porque los gobiernos solos no van a actuar. 

 

Hace unos años escribí:

No esperéis que los otros nos resuelvan

lo que está en nuestras manos, si se juntan

 

En efecto, solo si juntamos muchas manos podremos resolver este problema.


(Este texto sirvió como introducción a la mesa redonda online organizada por la Asociación por un acceso justo al medicamento el 25 de noviembre)

sábado, 21 de noviembre de 2020

¡VIVA LA LIBERTAD!, en memoria de Ernest Lluch

Con tu maleta 

de vendedor ambulante de sueños 

has recorrido España

abriendo caminos

a la libertad y la justicia.

 

Pero de pronto esta noche

te han partido la cabeza con dos balas.

Y yo no quiero creerlo

aferrándome al eco de tu voz

mientras los puños apretados 

encierran toda mi amargura.

 

Ya lo sabe Cataluña,

ya el País Vasco y toda España han despertado

y salen a la calle llorando tu memoria

buscando su memoria en la tuya.

 

Y entonces tú te yergues y dices

que hay que seguir creyendo en la concordia,

y nosotros no queremos oir

porque la rabia tapona todos los sentidos.

Pero tú avanzas con paso firme

y dices más fuerte todavía:

Hemos de abrir espacios a un futuro 

donde las fronteras que matan y dividen

nada más sean un vestigio triste del pasado.

 

Dicen que te han matado Ernest

pero yo veo

que tu palabra se ensancha 

por todo el horizonte

pidiendo que sigamos trabajando duro

para hacer un mundo más libre,

más humano.

 

 A través de la pena 

resurge tu sonrisa,

tu eterna sonrisa irreverente,

y entonces tu flequillo 

se transforma en bandera

que el viento acaricia y enarbola

gritando contigo,

gritando con todos nosotros


¡Viva la Libertad!



En memoria de Ernest Lluch, asesinado por ETA el 21 de noviembre de 2000.

Un gran ministro de Sanidad que impulsó la Ley General de Sanidad, con el objetivo principal de que nadie que necesitara asistencia quedara desprotegido: la universalización sanitaria. Una persona extraordinaria, con enorme capacidad de trabajo y de construir consensos. Su memoria sigue animándonos a tratar de mejorar las condiciones de vida de todas las personas.

 

 

 

jueves, 19 de noviembre de 2020

No vale la vacuna, si no es para todos.

El 20 de noviembre, en Ginebra, se reunirá nuevamente el Consejo del ADPIC de la Organización Mundial del Comercio (OMC). El ADPIC es el acuerdo sobre los aspectos de los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio, que entró en vigor en 1995 y que, desde entonces, generalizó el derecho de usar patentes en los medicamentos, permitiendo monopolios durante 20 años, y creando una barrera al acceso a los mismos por el aumento de los precios y la prohibición de la competencia (fabricación de genéricos). 

 

En esa reunión Sudáfrica, India, Kenia y Esuatini volverán a plantear a todos los países la necesidad de suspender la aplicación de las patentes y otros mecanismos de propiedad intelectual para todas las tecnologías frente a la COVID-19 mientras dure la pandemia. Esta propuesta, fue presentada el pasado 16 de octubre en el Consejo del ADPIC, y permitiría la transferencia de tecnología, la fabricación de vacunas y otros productos frente a la COVID en todo el mundo, y su venta a precios de coste. Entre tanto, los países ricos se han embarcado en una carrera por ver quién compra antes y quién compra más vacunas. Así, para 2021, países que representan el 15% de la población mundial han acaparado, mediante “compras anticipadas” el 85% de la capacidad de producción de las vacunas que están en fase más avanzada de desarrollo. 

 

Los directivos de las empresas están obteniendo importantes ganancias solo con las Notas de Prensa en las que dicen que han conseguido buenos resultados. ¿Por qué? Porque los países les han dado el control y ellos manejan las expectativas de negocio. Todavía no se sabe si funcionará una u otra vacuna, y no se conoce su seguridad, pero los países ricos han aceptado las reglas de las empresas concediéndoles patentes, a pesar de haber invertido grandes sumas de dinero público en la investigación y desarrollo. Así, la capacidad de control de los resultados de investigación la tienen las empresas, lo mismo que el volumen de producción y el precio. 

 

Los gobiernos europeos, a través de la representación de la Unión Europea en la OMC se opusieron el pasado 16 de octubre a que se suspendieran las patentes frente a la COVID. Se podría entender que decidan hacer compras anticipadas y acaparamiento de vacunas y otros tratamientos, por la presión de la opinión pública de cada país, para no quedarse atrás, ya que los otros gobiernos empezaron a comprar primero. Pero oponerse a que todos los países puedan tener acceso a vacunas sin patentes durante la pandemia es otra cosa, no se justifica. La vacuna debería ser un bien público, sin monopolio, para que cualquier país la pueda producir o comprar a precio de coste.

 

En la reunión del día 20 de noviembre tienen la oportunidad de cambiar su posición. Pensar en el beneficio para todos, que también lo es para la ciudadanía europea. A todos nos conviene un enfoque global y solidario, sin exclusividades, que garantice vacunas y otros productos seguros y eficaces para todas las personas que los necesiten. Mientras no se suspendan los monopolios de medicamentos y vacunas, no erradicaremos el problema, ni el de esta pandemia ni el de las que vendrán.

 

Dicho de otra forma:

 

NO VALE LA VACUNA SI NO ES PARA TODOS

 

La vacuna no sirve

si no es para todos.

 

Aquí ya no vale

el sálvese quien pueda

porque este es un problema

que afecta a todo el mundo.

 

Es pura miopía

querer resolver tu cuita

dejando a los demás

morir en la cuneta,

porque los virus 

no conocen fronteras

y volverán otro día

a saldar cuentas contigo.

 

“Mis vacunas

-dice un alto ejecutivo-

no son para los indios

son para vosotros

que podéis pagarlas

a buen precio.

 

Y el precio, criaturas,

no es lo que cuesta

es lo que yo digo 

y lo que mando

porque soy yo quien tiene

la sartén por el mango,

el monopolio,

la patente que me dan,

una y otra vez,

vuestros gobiernos incautos.

 

Ya sé que la investigación

-mi gran coartada-

la están pagando ustedes 

con los precios abusivos

de mis medicamentos

y con inversiones directas

que ustedes me financian.

¿Pero qué culpa tengo yo

de su ignorancia?”

 

Por eso le digo a mi gobierno que ¡ánimo!

que basta de patentes que crean monopolios, 

basta ya de barreras que matan

y enriquecen a unos pocos llenando sus bolsillos

con el dolor de millones de personas.

¿Qué es eso de la compra anticipada

que acapara vacunas para unos

y deja para otros 

la limosna y la muerte?

¿Dónde quedan, entonces

los derechos humanos?

Dejémoslo claro:

La vacuna de la covid no debe tener patente

la vacuna de la covid ¡es de la gente!

 

No. La vacuna no vale

si no es para todos.

No me cuenten más cuentos.

Cada vez somos más los que pensamos

que no hay derecho,

y que las cosas pueden ser de otra manera,

sin barreras,

sin monopolios ni especuladores,

sin sálvese quien pueda,

y que debe haber vacunas para todos

con investigación abierta y compartida

con un fondo global que garantice

la producción mundial a precios justos, 

precios asequibles,

pagando lo que cuesta y sin abusos.

 

Un mundo en el que pueda

mirarte frente a frente y a los ojos 

y no sentirme indigno de mi mismo,

porque, vamos a ver,

¿en qué soy yo

mejor que tú

para tener yo vacuna

y no tú?

 

No. La vacuna no vale

si no es para todos.

Ya no quiero jugar más

al sálvese quien pueda,

quiero salvarme contigo

y todos juntos.

sábado, 14 de noviembre de 2020

Ojos tristes

La primavera se fundió con el otoño

y el verano nos dejó el vago recuerdo

de una estación que apenas fue.

Las hojas caídas de los árboles

dibujan alfombras de colores

rojizos y ocres en el suelo

mientras las nubes blanquigrises

ocultan y tamizan los rayos del sol.

 

Camino por la calle

en un paisaje de máscaras.

Todos llevamos la cara tapada

como los bandidos.

Solo se ven los ojos y la frente.

No son ojos alegres.

 

Muchas personas tienen miedo.

Este virus es muy traicionero

y sigue matando.

Caminamos separados

a la distancia de seguridad.

 

Algunos tienen nostalgia

de los achuchones de sus nietos,

las cenas con los amigos,

los abrazos, los besos

o ese viaje que no pudo ser.

Otros sufren en silencio

porque les han despedido del trabajo

y hoy no tienen ni para comer.

En otros se adivina el dolor

de haber perdido a un ser querido

sin haber podido siquiera despedirse.

 

Y en muchos hay una pregunta

una duda en los ojos 

que no oculta la máscara.

¿pudo evitarse esta vez?

 

Porque, después de la primera ola

se esperaba que las autoridades sanitarias

hubieran tomado las medidas necesarias

para evitar una nueva pesadilla.

 

Y no ha sido así. No se tomaron las medidas.

No se reforzó la atención primaria

no se reforzó la salud pública

ni contrataron los rastreadores,

no reforzaron los hospitales

que estaban agotados.

 

Y esta mañana, querido doctor, médico amigo, 

por encima de la mascarilla quirúrgica

tus ojos me clavaban su tristeza

cuando me atendías con el cariño 

y con la precisión de siempre.

 

“Lo dimos todo -me decías- sin protección

sin medios, noche y día, ¡todos!

sin excepción,

enfermeras, médicos, administrativos,

celadores, personal de limpieza…

nos jugamos la vida. Dos compañeros

murieron en la primavera. Pero ahora…

Tenían que habernos apoyado,

y en vez de completar las plantillas, 

nos ofrecen contratos basura,

de tres meses. Siguen sin organizar

los circuitos de atención

para evitar los contagios. 

¡Y no nos escuchan! ¿qué está pasando?

En primavera pensé que todos seríamos mejores

que nacería un mundo nuevo de ese dolor

pero ahora siento impotencia,

desesperanza”.

 

Tus ojos tristes se clavan en mi alma

y siento crecer en mi una indignación profunda

una rabia que me pide levantar la voz para decir

que no hay derecho, para exigir 

que las cosas deben ser de otra manera.

 

Pero te pido, por favor, que no te rindas.

Tenemos que seguir luchando.

Esta racha pasará tarde o temprano

y los enfermos te necesitamos,

os necesitamos.

 

¡Qué triste este otoño

si al verse reflejado en tus ojos cansados

no consigue atisbar una lucecita de esperanza!

martes, 3 de noviembre de 2020

Política farmacéutica para un nuevo Sistema Sanitario

(Este texto se publicó en la Revista Temas 311. La sanidad pública tras la pandemia. Nov 2020. pgs 31-32)

La pandemia de la COVID-19 ha mostrado las debilidades de los sistemas de salud, también del nuestro. Es preciso actuar con firmeza abordando cambios estructurales en aspectos clave. Uno de ellos es la política farmacéutica. Para poder lograr un nuevo sistema sanitario equilibrado y sostenible, dotado con personal suficiente, bien formado y motivado, con tecnología actualizada y con infraestructuras adecuadas, el gasto farmacéutico público debería tender a situarse en un máximo del 15% del gasto sanitario público total, reduciéndolo desde el 25% actual.  Además, para garantizar la universalidad y el acceso a los medicamentos, se debería revertir (y por supuesto no ampliar) la transferencia del gasto a los pacientes a través de copagos, implementada con el RD 16/2012. 

 

Las razones del gasto farmacéutico excesivo actual y su crecimiento imparable (4,2% en 2019 y 4,45% hasta mayo 2020) son principalmente dos. Una es la fijación para los nuevos medicamentos de precios muy altos, muy por encima de los costes de fabricación y de investigación. La segunda es una utilización inadecuada, sobre-prescripción, de los medicamentos. Ambas razones están ligadas a un mismo origen, el monopolio que conceden los Estados a las empresas farmacéuticas con las patentes y otras exclusividades. Ese monopolio les da fuerza para imponer precios altos y, con los beneficios obtenidos (varias veces por encima de la media de los demás sectores industriales), pueden presionar para aumentar el consumo de sus productos influyendo de manera determinante en el comportamiento de los médicos prescriptores, de los consumidores, y de otros decisores institucionales. Los sobreprecios y el consumo innecesario de medicamentos suponen más de 8.000 millones € anuales en España. Si se redujera ese sobre-gasto, podría ajustarse el gasto farmacéutico público a un 15% del gasto sanitario público total, mejorando la prestación farmacéutica y disminuyendo muchos efectos adversos evitables.

 

La política farmacéutica, por lo tanto, tiene que tener un primer componente que es trabajar para impulsar, a medio plazo, un nuevo modelo de financiación de la I+D de los medicamentos, desligado de los precios. Supone promover un nuevo Convenio Internacional en el que se prohíban las patentes de medicamentos y se desarrolle un fondo global, con él se financiarán investigaciones con prioridades fijadas según necesidades de salud, en una I+D cooperativa y abierta, cuyo resultado comercializable no tendrá licencia exclusiva para poder vender los productos a precio de fabricación. El Gobierno debería plantear una estrategia en la Unión Europea y en Naciones Unidas para avanzar en ese objetivo. Entre tanto sigan vigentes las patentes y los monopolios para medicamentos, se pueden aplicar una serie de políticas a corto plazo.

 

Aumentar la financiación pública en I+D en salud. No solamente de medicamentos, sino también de intervenciones de promoción de la salud y prevención de la enfermedad, y tratamientos no farmacológicos. Esta financiación tendrá criterios de interés público (investigación abierta; posibles resultados comercializables con licencias no exclusivas, fijando precios de coste). Para financiar estas investigaciones se fijarán o aumentarán descuentos y/o aportaciones de la industria en función de las ventas, hasta un mínimo anual adicional de 2.000 millones €. Este fondo también servirá para financiar la formación de profesionales sanitarios y el patrocinio de sociedades científicas y asociaciones de pacientes.

 

Garantizar la independencia de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, así como de las personas que trabajen en los órganos ejecutivos o asesores de los Ministerios que tengan que ver con la autorización de medicamentos, o las decisiones de financiación y fijación de precios, mediante una financiación pública suficiente y un régimen severo de incompatibilidades y auditorías de control. La Agencia deberá aumentar la exigencia en los criterios de seguridad y eficacia de los medicamentos, no reducirla, así como promover estas exigencias en la Agencia Europea. 

 

La negociación y fijación de precios se deberá hacer según los costes de fabricación y de investigación (como se estableció en el RD 271/1990). El precio será lo más cercano posible a dichos costes. Si la empresa afectada insistiera en fijar precios abusivos, el Gobierno aprobará Licencias Obligatorias, permitiendo fabricar o importar el genérico o biosimilar; para ello, se actualizará la legislación de tal manera que no haya duda jurídica para utilizar esta herramienta, considerando que un abuso de precios pone en cuestión la estabilidad del Sistema Sanitario.

 

Instar al Parlamento Europeo y al Consejo la eliminación de todas las exclusividades, y solicitar el refuerzo de las autoridades de la competencia para evitar la violación del artículo 102 del Tratado de Funcionamiento de la UE, por abuso de posición dominante. Por otra parte, se deberán mejorar y fomentar los procedimientos de compras conjuntas de medicamentos en ámbito nacional y europeo.


Se promoverá una prescripción y consumo adecuado (segura, eficaz y eficiente) de medicamentos, evitando la sobre-medicación, y se sistematizarán programas de de-prescripción en todo el SNS. Para ello es clave garantizar a los profesionales formación continuada independiente de la industria, tiempo suficiente y medios adecuados en la consulta.


Es importante afianzar la producción nacional de medicamentos, tecnologías (CAR-T, etc.) y vacunas en plataformas públicas, así como desarrollar reservas estratégicas de medicamentos esenciales para situaciones de pandemia.


Debe garantizarse la transparencia de los datos de investigación, así como de los datos relativos costes, precios y contratos, facilitando información completa y objetiva tanto a los profesionales sanitarios como a la ciudadanía, en relación con los medicamentos y las alternativas de intervención frente a diferentes problemas de salud.

 

La política farmacéutica debe ser completa y coherente y tendrá que tener en cuenta las políticas europeas y el marco internacional. En este sentido, son buenas referencias la resolución del Parlamento Europeo de 10 de julio de 2020 y el Informe del Panel de Alto Nivel de la Secretaría General de Naciones Unidas de Septiembre de 2016.