jueves, 28 de febrero de 2013

NO MÁS RECORTES CON LA EXCUSA DEL DÉFICIT



Es doloroso ver cómo se siguen cerrando centros de día para personas con discapacidad, plazas escolares, centros de rehabilitación, y cómo se recortan ayudas a personas en situación de dependencia, becas de investigación, plantillas de centros sanitarios, o cómo se introducen copagos o se bajan salarios con la excusa del déficit público.

El Objetivo Principal del Gobierno de Mariano Rajoy era crear empleo. Esa fue su promesa electoral. Pero la política económica se ha centrado en la lucha contra el déficit público. Y para ello se ha insistido en los recortes de salarios, de prestaciones sociales (sanidad, educación, dependencia) y de inversión pública. El efecto ha sido que en 2012 ha continuado la destrucción de empleo: el doble de los empleos que se destruyeron el año anterior. Y, además, el déficit ha crecido.

En lugar de intentar recuperar los ingresos públicos, mediante una reforma fiscal en profundidad y una lucha decidida contra el fraude y la evasión fiscal que coloque los ingresos fiscales de España en la misma proporción del PIB que la media de la Unión Europea (8 puntos de diferencia, como nos recuerda el Informe del CES [1]), lo que se ha hecho es recortar el gasto público y con ello destruir empleo y aumentar las desigualdades. Pero al destruir empresas y empleo no se consigue recuperar la actividad económica necesaria para crear nuevo empleo y nuevos ingresos públicos. El PIB que había crecido en 2011 un modesto 0,4%, ha vuelto a caer un 1,4%.

El  duro balance económico de 2012 es que se han destruido 787.240 puestos de trabajo en un año (diferencia entre afiliación media mensual a la Seguridad Social en diciembre 2011 y diciembre 2012 [2]), y que el 25% de la población activa está en paro. Si el objetivo principal era el empleo, el Gobierno ha fracasado. Pero si su herramienta para conseguirlo era la reducción del déficit, tampoco ahí ha logrado el éxito a pesar de los enormes recortes sociales.

El Déficit Público en 2011 fue de 9,4% del PIB y en 2012 ha sido de 10,2% del PIB [3]. El Gobierno se esfuerza por resaltar que si se quitan las ayudas al sector financiero (35.000 millones de euros) el déficit se reduce al 6,7%. Pero el déficit público global incluye esas ayudas, porque hay que pagarlas. Se aduce que las ayudas a los bancos son “coyunturales”, pero esa coyuntura ya se ha dado en 2009, 2010, 2011 y 2012. Si esas ayudas no se hubieran dado, o se hubieran dado con otras condiciones, el déficit sería mucho menor y no hubiera sido argumento para recortar derechos sociales.

Es un círculo vicioso. Precisamente porque ayudamos al sector financiero hacemos déficit y hemos de pedir más dinero al mismo sector financiero. Y por eso, al mismo tiempo, la Deuda Pública acumulada se ha disparado: en 2011 era de 69,3% del PIB y en 2012 ha ascendido a 88,4% del PIB. Es decir, casi 200.000 millones de euros más que deberemos pagar los españoles a los tipos de interés que fijen los bancos.

El pago de los intereses de esa deuda “muerden” también los presupuestos públicos. En 2013 el gobierno ha presupuestado 38.590 millones € para el pago de intereses al sector financiero. La situación resulta más dolorosa si tenemos en cuenta que ese mismo sector financiero contribuyó a calentar la burbuja inmobiliaria ofreciendo hipotecas y préstamos sin garantías suficientes, logrando importantes beneficios para algunos directivos y provocando, al mismo tiempo, la enorme deuda privada del propio sector financiero que el Gobierno está haciendo pagar a los contribuyentes, al transformarla en deuda pública.

Hemos de insistir una y otra vez: el déficit público no lo han causado el gasto sanitario, ni el de educación, ni el de investigación, ni el de dependencia y servicios sociales, ni los salarios de los trabajadores. El Gasto Público en España sigue siendo bajo, 5 puntos por debajo del de la UE. La desregulación de los sectores financiero e inmobiliario, con la creación y el estallido de sus burbujas, y la reforma fiscal regresiva, junto al fraude fiscal, son la causa del déficit público. Pero el coste lo están soportando las familias, las clases medias, los trabajadores, que están perdiendo derechos y prestaciones, que están perdiendo empleos y salarios y están entrando en riesgo de pobreza.


INDICADORES
2011
2012
Tasa de Crecimiento del PIB
   0,4
  - 1,4
%Déficit Público Global./PIB
-  9,4
 -10,2
%Deuda Pública/PIB
  69,3
   88,4
%Desempleados/pob.activa
  21,7
   25,0
Diferencia de media mensual
de Afiliados a la Seguridad Social 
respecto a diciembre año anterior
-355.060
-787.240
Fuente: EU. European Economic Forecast. Winter 2013.
INSS 2013.

Deberíamos aprender de los errores y definir un nuevo rumbo, una nueva estrategia. Hay otras alternativas de política económica y de política social.

Desde luego el primer paso es una reforma fiscal en profundidad (que recaude 80.000 millones de euros adicionales, sin nos equiparamos a la UE), con el refuerzo significativo de la capacidad inspectora de Hacienda para luchar contra el fraude (que el CES estima en el 6% del PIB).

Se deberá recuperar la apuesta por la innovación y fortalecer el sector industrial español y nuestra capacidad exportadora. La investigación tiene que ser una prioridad.

Y, desde luego, se deberían recuperar y fortalecer los Servicios Públicos (servicios sociales, sanidad, educación, etc.) aprovechando su impulso para la creación de empleo estable y para fomentar la cohesión social garantizando los derechos que son de todos. Debe aumentar el Gasto Público hasta la media de la UE (5 puntos más de PIB), y debemos mejorar la eficiencia y la calidad de los servicios en todos los ámbitos, garantizando la equidad en todas las CCAA. El argumento del déficit ha sido una coartada para recortar la sanidad y los derechos sociales. Es vital romper ese círculo vicioso empezando por tomar conciencia de que esa política está equivocada. Y sí se puede.











sábado, 16 de febrero de 2013

Razones para la privatización sanitaria y los recortes



Para llevar adelante la privatización y los recortes de la sanidad pública se utilizan algunas  razones como si fueran verdades comprobadas cuando se trata de opiniones discutibles.

Pondré algunos ejemplos tomados de una declaración de prensa recogida por Europa Press el pasado 9 de enero:


 “Si Madrid no diera 2.700 millones al Fondo de Solidaridad no tendría que externalizar la sanidad”.

Esa frase incluye dos razones para la privatización. La primera es que Madrid da dinero a las CCAA pobres; es una afirmación contraria a la Constitución. En términos constitucionales todos somos españoles aunque residamos en diferentes pueblos y CCAA. Todos pagamos los impuestos en función de nuestra renta y nuestro consumo, unos igual que otros. Por lo tanto no hay un “balance fiscal” entre CCAA. Madrid no da a Andalucía, o Cataluña no da a Castilla y León. Todos los ciudadanos y las empresas damos nuestros impuestos a la Hacienda Pública Española y los que cobran más o tienen más beneficios, residan donde residan, deben pagar más, según los principios de solidaridad y responsabilidad de la Constitución, y con esos dineros se pagan los servicios que Gestionan las CCAA, y que deben ser iguales para todos. Es una obligación y un derecho. No es una limosna.

Al introducir el concepto de región rica/ región pobre, se aplica la lógica de frontera que divide entre CCAA, pero entonces, ¿no se podría aplicar también a las ciudades?: la capital da a Coslada, o Pozuelo da a Rivas, o viceversa. Y también dentro de barrios: el barrio de Salamanca da a Vallecas. No, el barrio de Salamanca no da nada a Vallecas. Las personas que viven en Vallecas pagan los impuestos que les corresponden igual (o más, proporcionalmente) que las que viven en el barrio de Salamanca. Pero siguiendo ese razonamiento, dentro del barrio de Salamanca el alto ejecutivo que vive en un dúplex daría dinero al que vive en la portería. Y se plantería la cuestión de fondo: ¿por qué tengo que dar dinero para que se pague la sanidad o la escuela el hijo del portero?; que cada cual se pague lo que quiera y lo que pueda; y si necesita más, que gane más. El Estado no tiene que meterse por medio a “redistribuir” nada. En todo caso, a los más pobres ya les daremos una limosna, si queremos.

Pero resulta que en 1978 aprobamos una Constitución, un gran acuerdo que obliga a todos los españoles y que garantiza “un orden económico y social justo” y “una digna calidad de vida”. Este gran pacto, al mismo tiempo que reconoce el derecho a la propiedad privada y a la herencia, reconoce el derecho a la educación y a la atención sanitaria; al mismo tiempo que reconoce la libertad de empresa, se compromete a promover una distribución de la renta regional y personal más equitativa y una Seguridad Social para todos los ciudadanos. Y para garantizarlo establece que “toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general”. Y para que no haya duda añade que “todos los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del territorio del Estado”.

Conviene insistir, nadie regala nada a nadie. La atención sanitaria es un derecho que se financia con impuestos que pagamos todos los españoles, y que debe garantizar una atención sanitaria igua para todos, en cualquier lugar del Estado. Si no fuera así, se romperían los otros acuerdos constitucionales.

La segunda razón, en la misma frase, tiene que ver con la afirmación implícita de que privatizar (a veces se usa “externalizar” para que tenga menos rechazo) es más barato, y por eso hay que hacerlo, porque hay menos dinero.

Pero resulta que la gestión privada de la sanidad pública es más cara.
El análisis comparado de Sistemas Sanitarios en España, en EEUU y en los países europeos avanzados,  demuestra que los sistemas sanitarios de gestión pública son más baratos. La sanidad privada con ánimo de lucro, para igual calidad de servicio, cuesta más cara, porque necesita un margen de beneficio (el lucro) y tiene más gasto de intermediación y comercialización y porque, además, en caso de quiebra no asume riesgo ya que pasa nuevamente las obligaciones al sector público que no puede desatender a la población. La gestión y los beneficios de los seguros privados en España suponen un 28,3% del total del gasto en seguros privados. En la sanidad pública los gastos de gestión son un 2,3%. Si se privatizara toda la sanidad nos costaría 19.400 millones de euros más, o habría que recortar 19.400 millones en servicios (médicos, enfermeros, medicinas, calidad de atención, etc.).

Analicemos ahora otras razones.

“La Comunidad no toma estas medidas por capricho, lo hace porque todos los españoles, con el gobierno al frente, hemos decidido que tenemos que reducir el déficit público y, para eso, hace falta bajar el gasto público”.

En primer lugar situar la reducción del déficit como el objetivo principal no lo han decidido todos los españoles. Parece razonable reducir el déficit, pero muchos pensamos que antes que eso está la creación de empleo y la atención a las personas en sus necesidades más importantes. Poner ese objetivo por encima de la lucha contra el desempleo está destruyendo miles de puestos de trabajo y gran parte de los derechos sociales de los españoles provocando sufrimiento y desesperación a millones de familias.

En segundo lugar, la reducción del déficit se debería acometer aumentando los ingresos públicos. El fraude fiscal supera los 80.000 millones de euros al año, más que todo el déficit del Estado, o más que todo el gasto sanitario público anual. Si pagaran todos los impuestos como todos los trabajadores, no habría déficit. Hay que acometer una reforma fiscal en profundidad y una lucha frontal contra el fraude que tape todos los agujeros por los que se escapa un dinero que es de todos. En esa tarea se deben empeñar los gobiernos, y no en seguir recortando y privatizando.

Además, en esta crisis, que ha sido causada por los especuladores financieros, el Estado español ha aprobado ayudas a las Instituciones Finaniceras de 200.000 millones de euros entre 2009 y 2012. Si esas ayudas se hubieran dado directamente a las empresas, ahora habría mucho más empleo. Pero se dieron, por ejemplo, a Bankia más de 20.000 millones. Está claro que hay que dirigir el crédito a las empresas que generan empleo, justo lo contrario de lo que se está haciendo. ¡Y mientras se han destruido otros 787.240 empleos en España entre diciembre de 2011 y diciembre de 2012!.

Otro argumento afirmado como verdad es que “en muchísimos países extranjeros” la Atención Primaria “tiene una gestión privada y no pasa nada, funciona admirablemente bien, con la diferencia de que es más barato”.

La Atención Primaria en Francia, Alemania u Holanda, con médicos privados que conciertan con la Seguridad Social, funciona bien. A mi juicio no tan bien como la española. Pongamos que funciona igual. Pero desde luego es mucho más cara: la sanidad pública en España cuesta 1.500€/persona y año; en Francia y Alemania cuesta 1.000€ más por persona, y en Holanda cuesta 2000€ más por persona. Es decir, si se privatiza la gestión de la sanidad manteniendo la calidad de los servicios, costará al contribuyente español muchos millones de euros más. Por lo tanto, si se privatiza ahora solo puede ser recortando prestaciones y servicios, que es lo que se está haciendo.

También se han utilizado razones para denostar las huelgas de la gente que “quiere ampararse en los ciudadanos, ya sea en el Metro o en la Sanidad, para defender algunas cuestiones que puede que les beneficien a ellos pero que perjudican a los ciudadanos y al déficit”. Con este argumento se denigra a los profesionales que defienden la sanidad pública, a los que no quieren que se privatice porque saben que es más caro y porque, al recortar el gasto, supondrá una pérdida de calidad y de servicios (como ya está ocurriendo). En este momento las protestas de los profesionales están defendiendo los derechos de los pacientes actuales y futuros.

Frente a discursos que defienden la privatización de la sanidad y los recortes en la cobertura y la calidad de las prestaciones es importante ofrecer otras razones, contrastar y proponer alternativas. En otros “posts” de este Blog, y en otros textos (tesis doctoral, Manual de Administración Sanitaria, etc.), defiendo que es posible y deseable consolidar y seguir mejorando el Sistema Nacional de Salud, universal, financiado con impuestos justos, accesible y de calidad. Sí se puede.




domingo, 10 de febrero de 2013

BREVE APUNTE DE HISTORIA NATURAL (2)



Los humanos son bípedos. Se yerguen sobre las extremidades traseras, que ellos llaman miembros inferiores, porque al erguirse quedan abajo; son las piernas. El equilibrio parece imposible. Todo el peso del cuerpo se sostiene con el extremo inferior de la pierna, el pie. Un hueso duro en el talón sirve de apoyo principal, y otros huesos muy pequeños y frágiles, articulados en 5 hileras, construyen una base que se sujeta con músculos y tendones, a modo de tirantes, formando una pequeña bóveda. Todo ello se recubre con almohadillas de grasa y piel. Una verdadera maravilla. Pero aún hay más;  el cuerpo tiene que levantarse y sujetarse sobre las piernas. También aquí se forman arquitecturas increíbles con los huesos tibia, peroné y fémur y con el hueso de la cadera. Articulaciones, rodamientos, músculos y ligamentos, permiten la fuerza y la elasticidad de la rodilla, la cadera y la pierna. Y sobre esta estructura se asienta otra ingeniería sofisticada hasta el extremo, la columna vertebral, formada con pequeñas vértebras articuladas que pueden levantar todo el peso del vientre, con su paquete intestinal, y todo el tórax, los miembros anteriores, que ahora son superiores, los brazos, y encima del todo la cabeza, que mucho tiempo atrás estuvo delante, cuando nuestros antepasados caminaban a cuatro patas. Increíble. Pero más increíble es que sobre dos piernas que sujetan un peso de 30, 50, 100 kilos o más, el humano pueda mantener el equilibrio y caminar sin caerse y pueda correr, jugar al fútbol, saltar y bailar. Y todo ello dirigido desde el cerebro a través de un mecanismo de señales que transportan los nervios. Cuando ocurre un infarto cerebral no llegan las instrucciones a los nervios y tampoco a los músculos, y se paraliza todo.

El humano, como las hormigas, construye túneles muy profundos, pero no suele vivir dentro de ellos, sino que los usa para enterrar trenes que lo llevan de un lado a otro por dentro de la tierra. Le llaman Metro. Los humanos, cabizbajos, ensimismados, entran en las bocas de la tierra, las bocas de Metro, y bajan por unas larguísimas escaleras, de cientos de peldaños, hasta llegar a un espacio más ancho, con bóvedas sujetas con hierro y con cemento. Ahí están los trenes, sobre raíles que recorren quilómetros y quilómetros de una punta a otra de la ciudad. Las profundidades de la tierra están alumbradas con luces eléctricas. Otra maravilla que permite hacer el día en la noche. Allí van los humanos. No se conocen entre sí. No hablan. No se miran apenas, como si les diera vergüenza. Cuando son muchos y no caben en el vagón del metro tienen que juntarse, muy cerca unos de otros, a veces literalmente pegados. Pero no sienten nada. No hay afecto entre ellos. Es como si estuvieran envueltos por un plástico invisible que no permitiera el contacto. Que los aislara. Así pueden estar pegados sin abrazarse, sin mirarse a los ojos, sin cambiar un saludo, un “¿cómo está usted?”. Es como si se protegieran unos de otros. Pasa también en los ascensores. Como si reservaran su afecto y su simpatía para cuando tenga sentido. Solamente a veces cuando dan un golpe sin querer dicen “lo siento”. La expresión del humano en el metro, y muchas veces también cuando camina por la calle a ras del suelo, es neutra. Como si estuviera dormido. A veces parecen tristes. Pero si encuentra una persona conocida, entonces le cambia la cara, aparece una sonrisa, se iluminan los ojos, se dan la mano, a veces se abrazan o se dan una palmada cariñosa en el hombro, hablan entre sí, y en ocasiones ríen. Es bonito ver reír a los  humanos.

En el metro hay rostros de muchos lugares, de muchas tonalidades de piel, y hay humanos varones y hembras de todas las edades, y de diferentes tamaños. Van vestidos. Llevan zapatos en los pies para no hacerse daño al caminar. En invierno se cubren con ropas de más abrigo y con bufandas y guantes. Cada uno tiene sus historias, dos hijos en el colegio, la madre con Alzheimer en la residencia, la tierra lejana en que nació y el amigo que escribe preguntando cómo van las cosas por allí, esta noche hervido con patatas, el marido se ha puesto enfermo y le están haciendo pruebas, en el trabajo han despedido a varios y la situación es tensa, estamos preparando la fiesta de jubilación de una gran amiga, quisiera que mi hija encontrara trabajo, hace días que no he visto a mis nietos, mi mujer es un cielo, mañana es el examen… cada una y cada uno va pensando entre sueños sus historias, las que fueron y las que han de venir. Pero no dicen nada. Se las guardan para ellas y entornan los ojos, dormitando. Al llegar a la estación correspondiente, los que llegan a su destino bajan y caminan con prisa hacia las escaleras sin despedirse de los que se quedan abajo. Salen por las bocas desde el fondo de la tierra y se dispersan hacia sus trabajos y sus ocupaciones.

Es impresionante darse cuenta de cuántos mundos hay en este mundo. Cuántas almas diferentes. Cuántas historias. Cuántos sueños. Sin embargo, vistos desde lejos, parecemos todos iguales. Como si formáramos un mismo cuerpo. Como si viviéramos una misma aventura. Caminando con los pies ligeros de un niño o arrastrándolos cansados como un viejo. Quizá, en fondo, seamos todos realmente iguales.

domingo, 3 de febrero de 2013

VIOLENCIA, ENFERMEDAD MENTAL Y LUCHA CONTRA EL ESTIGMA



Numerosos estudios demuestran que las personas con enfermedad mental provocan menos actos de violencia que la media de la población general.

Está demostrado también que las personas con enfermedad mental son víctimas de la violencia en mayor proporción que la población general.

Sin embargo, cuando una persona comete un acto violento, y se conoce que padece un trastorno mental, se suele publicitar subrayando este hecho: “una persona con enfermedad mental cometió este asesinato”. De esta forma se refuerza la idea de que las personas con enfermedad mental son “potencialmente violentas”.

Las asociaciones de pacientes y familiares de personas con enfermedad mental y las asociaciones de profesionales de la salud mental, así como la Organización Mundial de la Salud, la Unión Europea, la Estrategia española de Salud Mental y diversos estudios e informes de expertos, vienen desarrollando un esfuerzo sostenido para superar el estigma y la discriminación de las personas con enfermedad mental. No es un asunto menor. El estigma hace daño a estas personas y sus familias; retrasa la detección y el inicio del tratamiento; dificulta la comprensión de la sociedad y la integración de la persona que padece un Trastorno Mental en el ámbito educativo y laboral.

Poco a poco se ha ido logrando que las enfermedades mentales se consideren como cualquier otra enfermedad y se traten en los centros de salud y en servicios de Hospitales Generales. Sabemos que son más complicadas porque afectan al cerebro y a la mente, es decir, al órgano y a las funciones más complejas de la persona, que a su vez integran y movilizan a las demás funciones del ser humano. Pero son enfermedades que se pueden estudiar, diagnosticar y tratar. Las personas que padecen trastornos mentales graves, que hace años estaban condenadas a una vida aislada, incomunicada, improductiva e infeliz, pueden hoy llevar una vida perfectamente normal, trabajar, estudiar, tener relaciones afectivas satisfactorias, y disfrutar de una vida plena, con las alegrías y las penas de cualquier persona.

Sin embargo, una y otra vez se producen retrocesos.

Con motivo de la trágica matanza de New Town, en EEUU, varios Estados han iniciado debates sobre las leyes de salud mental. El Presidente Obama ordenó a su Ministra de Sanidad que inicie un “diálogo nacional” sobre salud mental poniendo el foco en esta cuestión. Fue un error.

Las Asociaciones Nacionales de armas insisten en que el problema no es la facilidad de acceso a las armas de fuego por toda la población, sino el uso indebido por la personas con enfermedad mental. Se trata, según estas asociaciones, de controlar mejor a las personas que tienen enfermedad metal y retirarles las armas.

Parece evidente que la Asociación Nacional del Rifle es más poderosa que las asociaciones de personas con enfermedad mental. Y tanto los políticos Demócratas como los Republicanos pueden estar tentados de atender más a las razones de unos que de otros.

Así vemos como el 15 de enero de este año el Gobernador de Nueva York, Andrew Como, firmó la nueva Ley para el control de las armas de fuego. En ella se incluyen restricciones al uso de determinadas armas, y se perfeccionan los sistemas de registro. Pero también se incluye en esa ley la obligación de los médicos para que denuncien a las autoridades locales a los pacientes “potencialmente peligrosos”. 

http://www.nytimes.com/2013/02/01/us/focus-on-mental-health-laws-to-curb-violence-is-unfair-some-say.html?smid=tw-share&_r=0

Esta disposición y otras similares que se están estudiando en otros 12 Estados,  y el hecho de que el propio Presidente ligara en su discurso las enfermedades mentales al debate sobre el control de las armas de fuego y las matanzas, supone un paso atrás en la lucha contra el estigma. Por un lado se refuerza la idea de que las personas con enfermedad mental son potencialmente más violentas que el resto, cuanto no es así, sino al contrario.  Por otro lado se regula la violación del secreto profesional, disminuyendo la confianza de los pacientes en sus médicos, y haciendo que muchas personas dejen de solicitar tratamiento pensando que sus datos van a parar a los registros de la policía "preventivamente". Es un grave error, una discriminación y una injusticia inaceptable que se comete contra las personas que padecen enfermedad mental. 

La lucha contra la violencia y contra la facilidad de uso de las armas de fuego que provocan brutales matanzas debe abordarse con medidas eficaces que afectan al conjunto de la sociedad, por supuesto. Pero poner en el foco de esas medidas a las personas que padecen enfermedad mental es muy negativo para la atención a estas personas.

Paradójicamente estas reformas plantean la necesidad de mejorar los sistemas de atención sanitaria y la cobertura asistencial a las enfermedades mentales, etc. Sin embargo el enfoque es inapropiado, porque produce justamente el efecto contrario. Es preciso mejorar la calidad de la atención sanitaria en general y en particular en la salud mental. Ahora bien, incluir este asunto como parte del debate sobre las matanzas de niños inocentes es la peor manera de hacerlo.

La lucha contra el estigma en salud mental es muy difícil y muy compleja. Pero es clave para la mejora de la salud de las personas con trastornos mentales y sus familias. Es vital. Por otra parte los EEUU siguen siendo referentes para todo el mundo desarrollado. De ahí que no debamos dejar pasar desapercibido este debate para insistir en que es incorrecto y muy dañino afirmar que las personas que padecen enfermedades mentales son más violentas y “potencialmente peligrosas”, y para reforzar toda la estrategia de lucha contra el estigma y la discriminación.

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Nota. Cabría añadir que estas disposiciones que obligan a los médicos a informar sobre "los enfermos potencialmente peligrosos" podrían derivar también el un Estado Policial, que recree la fantasía de Orwell en 1984. Toda discriminación negativa contra un grupo de personas acaba convirtiéndose en una restricción de la libertad para el conjunto de la ciudadanía. En este sentido la lucha por los derechos de las personas con enfermedad mental es la lucha por los derechos de todos los seres humanos.