En el 400 aniversario de la muerte de Cervantes (23
de abril de 1616), y cuando se cumplen 30 años de la aprobación de la Ley
General de Sanidad (25 de abril de 1986) reedito este manuscrito “encontrado”
hace unos años en Ciudad Real mientras discutía con unos compañeros sobre el
presente y el futuro del Sistema Nacional de Salud. Sirva como modesto homenaje
al insigne escritor universal y al gran ministro Ernest Lluch, que impulsó, con
energía e inteligencia, la universalización de la sanidad en España.
VENTURAS Y DESVENTURAS
DEL MUY FAMOSO SISTEMA SANITARIO ESPAÑOL
Habiéndoseme
encomendado dar noticia destos famosos sucesos vine a tomar ejemplo del ilustre
Cervantes cuando escribió: "En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no
quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en
astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más
vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados,
lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían tres
partes de su hacienda". Y más adelante añadía: "Frisaba la edad de
nuestro hidalgo con los cincuenta años, era de complexión recia, seco de
carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza". Parece
imposible que en tan pocos trazos se retrate la figura del más famoso caballero
de la Historia. Pero es cosa de maestro, que aunque falto de una mano era
sobrado de inteligencia.
Pues bien, ¿qué trazos
usaremos nosotros para describir el sistema sanitario español? Podríamos
comenzar diciendo: en un lugar del Planeta que algunos llaman Spain y otros
España o Espanya, no ha mucho tiempo que sus gentes dicen poseer un sistema
sanitario Universal, pues a buscar su socorro y cuidados tienen derecho noventa
y nueve de cada cien españoles por la sola circunstancia de haber nacido en
esta tierra, no haciéndose diferencia entre clérigos, campesinos, nobles y
plebeyos o aún gente sin oficio ni beneficio y, aunque resulte difícil de creer
que esto así ocurra, el que esto afirma no escribe de oídas ni de testimonio
ajeno, sino que ha podido ver estas cosas tan ciertamente como cuando Tomás
metió la mano en el costado de Nuestro Señor Jesucristo.
Item más, dicen deste
Sistema se Solidario, pues de cada cien pesetas que se consumen en galenos,
setenta y ocho dellas proceden de las arcas públicas, a donde, aunque parezca
cosa de asombro, deben poner más los de mayor hacienda y menos aquéllos sin
posibles, no faltando alguno que por querer escapar destas obligaciones hace
necesario el uso de alguaciles y sentencias.
En lo que concierne al
gobierno destos asuntos, casas de salud, hospitales y otros servicios
concernientes, hállanse en su mayor parte en manos de los gobiernos elegidos
por democrático sufragio en las diez y siete Tierras que conforman esta España,
llamándose a esto Modelo Descentralizado o Autonómico, porque autónomos son
estos gobiernos para hacer lo que les dicte su buen sentido, y modelo Participativo, porque en la elección de
estos gobiernos el voto del hombre vale tanto como el de la mujer y el de los
unos tanto como el de los otros.
Dícese además ser un
sistema Público o Integrado, siendo así que setenta entre cada cien casas,
enseres, artilugios y personas dedicadas al arte de curar los son de
Instituciones Públicas, de pública propiedad y gobierno, lo cual no quiere
decir sino que pertenecen al común y no a particulares.
Añaden los que desto
entienden que es un sistema Completo o Integral, puesto que en él tanto se
aplican vacunas como se dan consejos a las recién paridas, se entablillan
huesos o se combaten calenturas y se curan malas digestiones. Puedo asegurar
también a quienes esto leyeran, aunque parezca cosa de encantamiento, y con
licencia de mi confesor, que es posible tomar el corazón de una persona tristemente
fallecida para que puesto en otra persona moribunda mediante artes y ciencias
dé movimiento a su sangre y con ella vida a su cuerpo que de otra manera
hubiera fenecido. Sirva este ejemplo como muestra de las maravillas que me ha
sido dado contemplar y que en boca del hidalgo Don Quijote no hubieran hecho
sino aumentar su fama de hombre dado a las fantasías, ya que no se conocen
hechos tan notables en tiempo alguno, si no es aquél trasplante de pierna que
lograron los Santos Cosme y Damián en un desgraciado, peron entonces medió
milagro.
LLegados a este punto
no es descabellado razonar que debido al esfuerzo deste ingenioso sistema
sanitario, y al mejor comer del pueblo, que es cosa necesaria sin la cual por
mucho galeno de fama que se aplique pierde el pobre su salud, la vida de las
gentes está más libre de males y se alarga de tal manera que tomando en
promedio los nacidos y los difuntos en una año según sus edades resulta una
probabilidad de vivir, habiendo nacido hoy, de más de 80 años para las mujeres,
y algo menos para los hombres, por ser ellas de mejor encarnadura y más
sensatas.
En lo concerniente a la
bolsa, aunque esta sea pública, como queda dicho, y aún más por eso, podríase
pensar que no hay dinero bastante para sostener este impresionante edificio.
Quizá responda a esta duda si digo que he comprobado, sumando y restando tantas
veces como ha sido preciso, y aun a costa de perder algo de vista en mi ojo
derecho, que no llegan a seis pesetas de cada cien del Reino las que pagan
vendas y píldoras, ungüentos y salarios, y todo lo necesario para que se pueda
atender debidamente a los enfermos con público servicio. Llaman a esto los
escribanos ocupados en la economía Eficiencia, pues resultando cosa tan
beneficiosa cuesta tan poco.
Otras muchas cosas
podría contar deste famoso sistema si me sobrara tiempo y con ayuda de la
memoria. Diré solo por si resulta de interés que los practicantes, galenos y
otros oficiales, están sujetos en su mayoría a contrato y salario, ajustando su
sueldo por horario o por lo que algunos llaman capitación, o sea por número de
personas bajo su cuidado, ya que es menester que cada persona lleve una cabeza
sobre los hombros para ser tal. Los hospitales y otras casas de salud se
sostienen con presupuestos anuales calculados sobre lo gastado el año anterior
y aumentados o disminuidos según resulte la actividad del centro y según la
habilidad para convencer el inferior al superior de la excelencia del balance,
aplicándose penitencia en caso de descuido.
Basten hasta aquí estos
pocos trazos para llevar a las mientes de vuesas mercedes lo que me ha sido
dado a conocer a lo largo de los años deste sistema. Y siendo que parece cosa
buena podría pensarse que sería cosa de mantenerlo en su actual estado. Sin
embargo, es natural del hombre ser inquieto y gustar de la mudanza. Y así,
argumentan unos que precisamente para mantenerlo hay que cambiarlo. Y dicen
otros que aun las seis pesetas, que en sus cuentas salen más, son muchas, y
deberían ser menos, que hay menester de atender también otras cosas muy
necesarias. O que, habiéndose conocido que hay personas que toman medicinas por
capricho, aplíquese correctivo y cóbrense cien pesetas por cada remedio.
Porfían algunos que los
funcionarios y otros sanadores acogidos a Estatutos especiales, no son gentes
adecuadas para cuidar de tan difíciles asuntos y que siendo el
"management" una moderna ciencia y siendo además sabido que el ojo
del amo engorda al caballo, dése el gobierno destas cosas a personas privadas
cuyo ánimo de acrecentar la bolsa hará que gasten menos dando mejor servicio. O
también, que no se admita a las personas en los hospitales más allá de los 75
años cumplidos, ni tampoco se les de tratamiento en las máquinas para fabricar
orina, pues son de mucho gasto, que el enfermo aunque come poco gasta mucho, y
como ellos han vivido ya mucho tiempo no es menester que sigan sufriendo en
este valle de lágrimas, pareciendo mejor que se usen esos dineros en personas
más jóvenes en donde el oficio de los médicos aprovechará más. O que no se
apliquen remedios de ninguna clase al que usa de las hojas de tabaco de las
indias, porque en su mal llevan su castigo y su penitencia. Pero otros replican
justo lo contrario dando sus argumentos y razones con el mismo entusiasmo.
En suma, pleitean
médicos con gobernantes, boticarios con ministros, y los pacientes con unos y
con otros, disputando qué ha de ser deste famoso sistema.
Y andan ahora reunidos
hombres y mujeres de leyes en el Parlamento del Reino para ver qué se ha de
hacer. Y en verdad que sentiría algo de turbación si no fuera porque conozco
que son gente prudente, que han de tener en cuenta el esfuerzo de tantas gentes
que antes de ellos han hecho posible este sistema con su trabajo y de tantas
otras que deste sistema se benefician. Recomiéndoles, con el debido respeto,
que apliquen bien su oficio y no duden en recibir consejo de personas que desto
han aprendido y mucho en todas las partes de España. Gentes que sepan más por
experiencia que por lectura, que ya es sabido que quien ocupa su vida en leer,
como Don Quijote, puede perder el recto juicio. Llámese a caballeros de corazón
generoso, y a gerentes y directores, letrados, contables y administradores.
Vengan con su buen consejo de las famosas y verdes tierras de Catalunya, Euzkadi
y Navarra, gentes industriosas y bien dispuestas. Llámese a gallegos, canarios,
valencianos, murcianos, castellanos, manchegos, riojanos y isleños del archipiélago Balear, que
disfrutan de tierras maravillosas. Llámese a madrileños, aragoneses, extremeños,
montañeses y asturianos.
Oiganse de su boca las
cosas que acontecen en sus hermosas tierras, cómo adelantan en el gobierno de
los asuntos sanitarios, cuáles son las diferencias y los parecidos con lo hasta
aquí relatado, de qué se sienten orgullosos y contentos y qué les preocupa y
atemoriza y, en suma, cuáles son los molinos de viento a combatir, los
entuertos a desfacer y los presos a liberar, pero sobre todo, en nombre de qué
Dulcinea, bandera o utopía han empeñado y empeñan el esfuerzo y el afán de sus
valerosos brazos, porque es sabido que cuando no se persigue un noble ideal, se
vuelve el corazón mezquino. Entendiendo estas razones podrán los señores
Diputados proponer y decidir por dónde hay que seguir caminando y cómo conviene
seguir construyendo este gran edificio. No tengan apuro, que la prisa no casa
con la prudencia. Usen de paseos y danzas que sirvan de solaz al cuerpo y al
espíritu , que ambas cosas son necesarias para la buena convivencia y ésta es a
la vez precisa para alcanzar acuerdos que aprovechen. Discutan con pasión si es
menester, mas sin llegar a las manos, pues no sería propio de su condición. En
fin, déles Dios ciencia a ellos y a nosotros paciencia, que ambas serán
menester para llegar a buen puerto en este sigular viaje.