(notas sobre las que basé mi intervención en la mesa redonda organizada por FUINSA el 1 julio 2021).
Esta mesa redonda se propone abordar, desde diferentes puntos de vista, la potencial suspensión de las patentes en las vacunas COVID-19. El punto de vista que yo presentaré es el de la Asociación por un Acceso Justo al Medicamento, y lo hago planteando las siguientes cuestiones: ¿Está siendo justo el acceso a las vacunas COVID-19? ¿Es justo que en muchos países de África esté vacunada menos del 1% de la población, o menos del 10% en muchos países de África y América Latina, y que en los países ricos nos hayamos vacunado ya más del 40% o del 50%? ¿Es justo que hayamos acaparado el 62% de las vacunas disponibles para el 14% de la población? ¿Es justo que estén enfermando y muriendo cada día en todo el mundo varios miles de personas, cuya muerte se podía haber evitado, si se hubiera completado a tiempo la vacunación? Pensamos que no es justo, que es una violación del derecho humano a la salud. Y, por otro lado, nos preguntamos, ¿no hay un riesgo para la salud de la humanidad en que se esté retrasando la vacunación, permitiendo la aparición de nuevas variantes, que podrían ser más agresivas?
EXISTE UN CONFLICTO DE INTERÉS ENTRE LO QUE BENEFICIA AL CONJUNTO DE LA SOCIEDAD Y LOS PACIENTES Y LO QUE BENEFICIA A LOS ALTOS EJECUTIVOS Y LOS ACCIONISTAS DE LAS EMPRESAS FARMACÉUTICAS.
Parecería razonable, que el derecho a la salud estuviera por encima del derecho a la Propiedad Intelectual y de los beneficios de las empresas, pero, en la práctica, como veremos, está pesando más la ley de patentes, está pesando más el acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio, el acuerdo ADPIC, están pesando más los beneficios de unos pocos que el derecho humano a la salud.
Nosotros creemos que esto es profundamente injusto y se debe cambiar. Defendemos que las vacunas son patrimonio de la humanidad, y deben ser un bien público, global, no un bien privado.
No lo pensamos solo nosotros. También han pedido que se suspendan las patentes de tecnologías frente a la COVID, mientras dure la pandemia, entre otros muchos, el Secretario General de Naciones Unidas, el Director General de la OMS, el Comité de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el Papa Francisco y el Vaticano, el Presidente Biden y el gobierno de EEUU, y también el Parlamento Europeo.
Han pedido la suspensión más de 100 premios nobel, y centenares de organizaciones de la sociedad civil. Y han pedido la suspensión de las Secciones 1, 4, 5 y 7 de la parte Segunda del acuerdo ADPIC, más de 110 gobiernos, de los 164 que forman parte de la Organización Mundial del Comercio.
¿Por qué piden la suspensión? Porque la pandemia está mostrando de manera trágica los efectos de los monopolios en los medicamentos.
Las patentes y monopolios de las vacunas tienen dos consecuencias negativas para el conjunto de la sociedad y los pacientes
-Limitan la producción de vacunas a lo que le interesa al titular de la patente (en el caso de las vacunas COVID se ha podido utilizar solamente el 50% de la capacidad mundial, retrasando injustificadamente la producción).
-Y aumentan los precios al máximo que pueda conseguir el titular en cada momento (en el caso de las vacunas COVID, en promedio, precios 15 veces por encima de los costes).
Estos dos efectos negativos de las patentes en medicamentos crean una barrera al acceso y una distribución no equitativa.
Pero, por otro lado, y esto es muy importante, las patentes tienen también una consecuencia muy positiva para las empresas titulares generando enormes ganancias para sus altos ejecutivos y sus accionistas. Para estas personas la pandemia es un gran negocio y, si la pandemia dura más, ganarán más. Hay aquí un evidente conflicto de intereses.
Los representantes de la industria dicen que la arquitectura actual de funcionamiento para la producción y distribución de vacunas es la correcta, que a final de año o primeros de 2022 se habrán fabricado suficientes vacunas para todo el planeta. Por supuesto no se comprometen a bajar los precios, que en situación de pandemia deberían ser simplemente los de coste. Tampoco se da importancia al hecho de que, al vacunar más tarde a la mitad del planeta, por falta de suficiente producción, pueden surgir nuevas variantes más agresivas. Su posición es “business as usual”.
Salim Abdool Karim, epidemiólogo sudafricano, dice que no solo por justicia, sino por interés, los países ricos debían promover que África tuviera más vacunas… El problema es ¿interés de quién? Interés de la población general sí, porque si no se termina la pandemia en todas partes, habrá nuevas variantes, nuevas necesidades de vacunación, … más gasto, más deterioro de la economía…
Pero interés de los altos ejecutivos de las empresas no. A ellos les interesa que la producción esté controlada por sus monopolios, con precios altos. Las vacunas a países ricos a precios altos son mucho más rentables que vacunas a precio de coste para todos. Y, si no se vacuna a todos en 6 meses, y aparecen nuevas variantes, podrán seguir vendiendo: por ejemplo, el contrato de Pfizer con la UE, para 2022 y 2023, por 1.800 millones dosis, al parecer a 19,5 euros / dosis, 35.000 millones de euros con beneficio de 33.000…
STRIVE MASIYIWA, UNIÓN AFRICANA: LO HAN ACAPARADO TODO
En noviembre 2020 la Unión Africana estableció un Grupo de Trabajo para la Adquisición de Vacunas para África. Uno de sus responsables, Strive Masiyiwa, explicaba hace unos días el fracaso de esta misión. En diciembre se entrevistó con todos los fabricantes de vacunas. Les dijo que querían comprar vacunas y pagar al contado. Le dijeron que todo el stock estaba vendido hasta final de 2021. Los países ricos lo habían acaparado. Tendrían que esperar.
COVAX tampoco respondió como se esperaba. Dijo que podían mandar vacunas para un 20% de la población a lo largo de 2021. Plantearon que era injusto: “nosotros somos tan seres humanos como en Europa o EEUU y ellos van a vacunar a más del 70% de la población en septiembre. ¿Por qué hemos de esperar uno o dos años más?" Llegaron a acordar un 27%. Serían unos 750 millones de dosis en 2021.
"A final de junio debían haber enviado más de 300 millones y apenas han enviado 50. Es una arquitectura global de la injusticia". Según la OMS, en estas últimas 4 semanas la incidencia y la mortalidad por la COVID ha aumentado en África entre el 30 y el 40%.
EL SUPUESTO “INCENTIVO” DE LAS PATENTES PARA INVESTIGAR HA DEGENERADO Y SE HA CONVERTIDO EN UNA MÁQUINA DE HACER DINERO, A COSTA DE LA SALUD DE MILES.
Cabe decir que esto no es un problema nuevo de las vacunas frente a la COVID.
La patente, el monopolio en medicamentos lleva a precios abusivos inevitablemente, lleva al abuso de posición dominante en el mercado, por que se trata de la salud y la vida. Se puede pedir todo lo que uno tiene: la bolsa o la vida.
Por ejemplo, en la UE 27, con los sobre-precios de las patentes, aparte y por encima de los costes de fabricación y distribución, pagamos a la industria farmacéutica, supuestamente para investigación, 100.000 millones de euros anuales. Sin embargo, todo el gasto en Investigación que declaran (incluyendo resultados fallidos, ensayos comerciales, intermediarios, etc.) no llega a 25.000 millones de euros anuales. De manera que tres cuartas partes de lo que debería ir a investigación se desvía a beneficios abusivos, recompra de acciones y marketing. Las consecuencias de los monopolios en medicamentos, por los elevadísimos precios y la limitación de la producción, son el retraso al acceso a los medicamentos necesarios, y una presión insoportable sobre los bolsillos de los pacientes y los servicios de salud.
LOS GOBIERNOS NACIONALES AISLADOS SON MÁS DÉBILES QUE LAS GRANDES FARMACÉUTICAS, Y LOS ORGANISMOS MULTILATERALES, HASTA EL MOMENTO, HAN SIDO INEFICACES. ES PRECISA UNA NUEVA GOBERNANZA MUNDIAL QUE REINSTAURE EL EQUILIBRIO.
Entonces ¿por qué no se corrige este desequilibrio, esta injusticia?
Porque las empresas farmacéuticas, con los beneficios abusivos acumulados año tras año, han adquirido un enorme poder. En la UE 27 destinan a marketing más de 35.000 millones de euros anuales. Y esto da para mucha presión, promoviendo think tanks, influyendo sobre los legisladores, patrocinando la formación de profesionales, revistas científicas, agencias del medicamento, gabinetes jurídicos, medios de comunicación, puertas giratorias, etc…
Sus beneficios sobre ventas, que antes del acuerdo ADPIC, entre 1950 y 1994, ya eran elevados, el doble que la media de las industrias no farmacéuticas, empezaron a crecer desde entonces incontroladamente y son ya 6 veces más altos que los de las grandes empresas no industriales. Lógicamente, quieren mantener ese privilegio, aun a costa de impedir el acceso a los medicamentos a millones de personas. Porque el ánimo de lucro no se sacia nunca y debe ser la sociedad, a través de sus representantes, la que corrija esos desequilibrios en la distribución de esfuerzos y beneficios.
Está claro que el supuesto “incentivo” a la investigación es desproporcionado, a costa de precios abusivos, que limitan el acceso a millones de personas. Además, cada vez hay menos aportación real, significativa, a investigación innovadora, sino que se enfoca a intereses comerciales, y se convierte en freno a la innovación. Es un sistema que ha degenerado. Es urgente volver al sistema anterior, sin monopolios en medicamentos. Pero los gobiernos aislados no son capaces de avanzar en una solución. Es preciso un acuerdo global para un nuevo modelo, como viene demandando la OMS desde 2012 y como pidió el Panel de Expertos en acceso a medicamentos de la Secretaría General de Naciones Unidas en 2016.
La I+D que hacen ahora las empresas se podría financiar con un 25% del ahorro respecto al actual modelo de patentes/monopolios: con premios, o con líneas de financiación contra justificación de gastos. Se podría pagar como máximo el 100% de los gastos acreditados de I+D. Pero NO a través de monopolios y sobreprecios. Las prioridades de investigación se fijarían según necesidades de salud pública, y la investigación sería abierta y cooperativa, evitando los sesgos del patrocinio comercial. En la UE-27, el resto del ahorro, más de 70.000 millones de euros anuales, se podría destinar otros programas de salud pública.
LA PANDEMIA DE LA COVID-19 HA PUESTO SOBRE LA MESA EL PROBLEMA DE LOS MONOPOLIOS EN MEDICAMENTOS Y VACUNAS
La pandemia de la COVID-19 es otro ejemplo claro de la barrera de acceso generada por el abuso de los derechos de propiedad intelectual, que están limitando la producción y que suben los precios. Como hemos dicho, la producción es la mitad de la que se podría desplegar, y los precios son 15 veces más caros de lo que cuestan.
Pero, al mismo tiempo, y este es el nudo gordiano, en 2021 las empresas vendedoras de estas vacunas ganarán más de 50.000 millones de euros. Más de 40.000 millones serán beneficios abusivos por exceso de precio. Así mismo, sus altos ejecutivos han visto aumentar su fortuna personal en decenas o centenas de millones de dólares.
No olvidemos las palabras del director de una gran empresa farmacéutica hace unos años, cuando defendía los precios abusivos de su medicamento contra el cáncer y se oponía a la fabricación del genérico: “nosotros no desarrollamos esta medicina para los Indios, la desarrollamos para pacientes occidentales que puedan pagar por ella”.
Mucho me temo que, en los próximos meses, en lugar de bajar, los precios de las vacunas seguirán creciendo, "para los que puedan pagar por ellas".
No debemos dejar que este desequilibrio entre las necesidades sociales y los intereses de las grandes empresas farmacéuticas siga gobernando el sistema a través de los monopolios. La pandemia de la COVID-19 ya ha causado mucho daño, que hubiera sido evitable: más de 4 millones de personas fallecidas. Pero, si viene otra pandemia, que vendrá, con más letalidad y con una contagiosidad similar, y seguimos con el sistema de monopolios, la pandemia barrerá literalmente la humanidad mientras discutimos si se suspenden las patentes no no.
¿ES POSIBLE UNA ALTERNATIVA MEJOR PARA LA MAYORÍA DE LA POBLACIÓN?
En situación de pandemia, por ética, por justicia, por el interés colectivo, la suspensión de monopolios debe ser automática. Se trata de compartir el conocimiento médico y farmacológico, de manera inmediata, para beneficio de toda la humanidad. Deben ser los gobiernos del mundo, las Naciones Unidas a través del organismo pertinente, y no las empresas, los que decidan cuánto y dónde se fabrica, a qué precio se vende, cómo y con qué criterios se distribuye.
Recordemos que el grueso de la inversión para investigar y desarrollar las vacunas COVID ha sido financiado con dinero público, subvenciones, proyectos y becas, a lo largo de los años, y en 2020 ayudas específicas y compras anticipadas a las empresas. En total, EEUU y la UE han dotado fondos para estas investigaciones con 30.000 millones de euros públicos.
A partir de ahí, en vez de dar la exclusividad, los gobiernos debían haber exigido licencias abiertas, no exclusivas. En lugar de que las empresas titulares de la exclusividad subcontrataran la fabricación con unas pocas empresas, se debía haber cedido la tecnología todas las empresas con capacidad de fabricar. No se hizo. Pero esta pandemia sigue matando, y vendrán nuevas pandemias. ¿Qué proponemos para mejorar la situación?:
Pedimos a Naciones Unidas y a todos los gobiernos del mundo que hablen en serio y no se levanten de la mesa hasta que lleguen a un acuerdo para:
1-Suspender de inmediato las patentes y otros mecanismos de exclusividad. La próxima reunión del Consejo General de la Organización Mundial del Comercio es el 27 y 28 de julio. La Comisión Europea debería respaldar esta decisión y los gobiernos deberían abordar la modificación de sus legislaciones en esta materia.
2-Seguir apoyando la I+D con fondos públicos, pero exigiendo licencias no exclusivas. Si una empresa acredita haber hecho una inversión en I+D sin ayuda pública, se le remunerará dicho gasto con el fondo global.
3-Coordinar la Investigación, abierta y cooperativa, siguiendo el modelo del ensayo Solidarity de la OMS, para evitar duplicaciones y sesgos
4-Transferir la tecnología y el conocimiento a la C-TAP de la OMS, y desde ahí a todas las empresas acreditadas para fabricar vacunas.
5-Apoyar a las empresas con procedimientos de compras anticipadas para iniciar la fabricación y, por otro lado, desarrollar plataformas públicas capaces de producir vacunas y otros productos.
6-Fabricar en todas las empresas acreditadas, (lo que permitiría duplicar capacidad de fabricación, en los 5 continentes): 90 millones dosis / día, 32.000 millones dosis / año, con el objetivo de poder vacunar a toda la población mundial en 6 meses (no solo a países ricos), para esta y para futuras pandemias.
7-Exigir venta a precio de coste (entre diez y veinte veces menos del precio actual). El gasto para vacunar a toda la población mundial sería de 15.000 millones de euros, en lugar de los 50.000 millones que vamos a gastar para vacunar a menos de la mitad.
Y 8-Distribuir equitativamente todas las vacunas, como ha hecho la UE para sus países miembros. (Podría usarse el mecanismo COVAX, con un modelo de gobierno público similar al de la UE, y para el 100% de vacunas. Recordemos que, a día de hoy, COVAX ha distribuido menos del 3% del total de dosis administradas).
Todos los elementos de esta propuesta ya se han ensayado parcialmente, demostrando que otro enfoque es posible.
Amigas y amigos. Pablo Neruda, en su poema El Barco, denunciaba la injusticia que sufrían muchos pasajeros en nuestro barco planetario. “Todos llegábamos del mismo sitio. Todos veníamos de mujer y de hombre” pero resulta que parte del pasaje tenía todos los asientos ocupados, la comida, la ropa, y ahora serían las vacunas… mientras que muchos otros no tienen comida ni abrigo, ni vacunas,… y, por eso, nos dicen:
“Si es una broma triste, decídanse, señores,
a terminarla pronto,
a hablar en serio ahora.
Después el mar es duro.
Y llueve sangre”.
Muchas gracias