La muerte nos lleva por delante
como hoja caída de árbol.
Parecemos fuertes, invencibles.
Luego volvemos a ser polvo y nada.
La muerte nos iguala.
Quedarán seguramente los recuerdos
en el alma de los amigos,
y los próceres también dejarán huella en tinta
impresa
o en los bits digitales de la web
como antes la dejaban en las bibliotecas
donde duerme la historia oficial de los
notables.
Para nosotros una esquela,
quizá un sencillo poema en tres cuartetas
y después la ausencia y el silencio
que al final se acabará llevando por delante
los libros antiguos y los ordenadores.
Y entonces solo sentiremos el viento.
Solo la luz.
Como si nunca hubiéramos sido
Sombras en las paredes de una cueva
Apenas nada.
Pero, sin embargo, fuimos.
Estuvimos aquí en este Universo que nos lleva
y en aquél momento cambiamos el mundo
le dimos nuestra risa, nuestras lágrimas,
vertimos nuestra sangre
y ya nada fue igual aunque quisiera
Desde entonces
cada abrazo, cada mirada, cada grito
están escritos en las estrellas
para siempre
Aunque nadie los escuche ni los lea
en el cielo que todo lo abarca
tu aliento seguirá vibrando
seguirá latiendo al infinto
por los siglos de los siglos
amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario