lunes, 22 de abril de 2013

NO ESTROPEEMOS ALGO QUE FUNCIONA



La crisis está pegando fuerte a muchas personas y a muchas familias. Por eso el ánimo es propicio a ver las cosas mal. Todo va mal. Y también ocurre que tendemos a hablar en negativo de los otros, de lo que han hecho o dejado de hacer los demás. La culpa es de los otros, sean quienes sean. Hay que dar la vuelta a todo, por si acaso.

Sobre este análisis “en negativo” de las cosas se pueden plantear supuestas soluciones que acaben arrojando al niño con el agua sucia. Es decir, que tiremos por la borda logros que han costado mucho de alcanzar con el argumento de que se deben corregir los defectos de tal o cual aspecto del sistema. A veces es una coartada para cargarse lo que hay. Otras es simplemente un grave error.

La sanidad es un ejemplo de lo que digo. Con motivo de la crisis económica y el debilitamiento de la recaudación fiscal sobre las rentas del capital, se inició una senda de recortes drásticos del gasto sanitario público que están causando un daño muy importante a la sanidad que era (y todavía es) uno de los grandes valores de la sociedad española.

¿CÓMO FUNCIONABA LA SANIDAD ESPAÑOLA?

La sanidad española funcionaba muy bien, al menos hasta 2010. Si lo que pretende un sistema sanitario es disminuir la mortalidad prematura y reducir la carga de enfermedad, España obtenía el tercer mejor resultado del mundo en esta labor. No hay muchos sectores en España de los que se pueda afirmar esto.

Ciertamente estos resultados no son solo efecto del sistema sanitario; influye también la educación, el clima, la alimentación, etc. Pero la sanidad (la atención primaria, la atención hospitalaria, la salud pública) contribuye de forma sensible. Pues bien, J.A. Salomon y otros investigadores analizaron la Esperanza de Vida en Buena Salud en el marco del impresionante estudio de Carga Global de Enfermedad coordinado por el Institute for Health Metrics and Evaluation. Este trabajo, publicado en The Lancet en diciembre de 2012, combina y sintetiza datos de mortalidad evitable y morbilidad, sumando los años de vida perdidos (mortalidad prematura) y los años con mala salud (prevalencia de enfermedad, lesiones accidentales y sus secuelas, ponderadas por la discapacidad que ocasionan) de 187 países. http://thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140673612616900

Según el estudio, con datos de 2010, España era el tercer país con una esperanza de vida en buena salud más alta del mundo, después de Japón y Singapur, y seguida por Suiza, Australia e Italia. Por sexos ocupábamos la segunda posición en mujeres y la cuarta en varones. http://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140673612616900/table?tableid=tbl4&tableidtype=table_id&sectionType=red
 En 1990 España ocupaba la tercera posición en mujeres y la décima en varones, habiendo experimentado una mejora comparativa en los últimos 20 años.

Este no es un resultado aislado, puntual, sino que muestra un desarrollo positivo a lo largo de los años, y confirmado por diversas fuentes e investigaciones. Por ejemplo,  según datos de la OCDE 2012, habíamos conseguido en 2010 la menor mortalidad por todas las causas, ajustada por edades, de Europa.

Si los resultados en salud son buenos, el coste de nuestro sistema sanitario es proporcionado a nuestro nivel de renta, con menos gasto sanitario público sobre PIB que Francia, Italia, Alemania, Reino Unido, Australia y, desde luego, que Holanda o EEUU, cuyos modelos quieren copiar algunos para España. http://fernandolamata.blogspot.com.es/2012/09/recortes-y-gasto-sanitario_27.html

No es una situación nueva. Cuando en su Informe Mundial de la Salud 2000 la OMS analizó la eficiencia de los sistemas sanitarios España ocupaba el 6º lugar del mundo (191 países); pero si consideramos países con más de 5 millones de habitantes, nos situábamos en tercera posición. http://www.who.int/whr/2000/en/whr00_en.pdf

LA ENCUESTA NACIONAL DE SALUD 2011-2012.

También la percepción subjetiva del estado de salud es buena. El 75,3% de las personas piensan que su salud es buena. Aunque es preciso hacer notar que la diferencia de esta percepción según género y según clases sociales es importante. Hasta 2011 esta valoración subjetiva se mantiene bastante estable.

CALIDAD PERCIBIDA. ESTUDIOS DEL CIS

Por último recojo también la percepción sobre los servicios sanitarios. En el Barómetro Sanitario de 2011 la valoración de los servicios recibidos sigue siendo buena. Tanto en Atención Primaria, como Especializada ambulatoria y Hospitalaria se valora la atención médica y de enfermería por encima de 7. Los aspectos peor valorados son los tiempos de espera para consulta o ingreso programado (las listas de espera).
Las profesiones sanitarias son de las más valoradas por la sociedad.

¿POR QUÉ NO PENSAR EN POSITIVO?

Se suele decir: “no intentes arreglar un motor que funciona”. ¿Por qué no respetamos algo que funcionaba bien? ¿Por qué no intentar conservar y defender una sanidad pública excelente? ¿Por qué no poner en valor el trabajo de los profesionales sanitarios y confiar en ellos? ¿Por qué no potenciar la sanidad como un factor de cohesión y dinamización económica y social? Seguramente hay áreas de la economía que se deben transformar por completo, por ejemplo para promover una nueva industrialización, para fortalecer empresas innovadoras, para mejorar la competitividad, para adaptar la formación profesional a las necesidades productivas, etc. Pero en sanidad se trata de mantener y consolidar un buen sistema sanitario, actualizándolo, mejorando su eficiencia y calidad de forma permanente, por supuesto, pero sin cambiar el modelo, sin reducir el gasto y la inversión pública (porque las necesidades son crecientes), sin desvirtuar los valores en los que se sustentaba (equidad, accesibilidad, solidaridad) y sin desprestigiar y desanimar a sus profesionales. Construir en positivo. ¿Estamos a tiempo?


miércoles, 17 de abril de 2013

"LOS OTROS" ¿QUÉ TIENEN QUE VER CONMIGO?

Daré noticia de ellos aunque no los conozco. Lo leí en el periódico esta mañana. El lunes 15 de abril de madrugada salieron de la ensenada de Betoya, en Marruecos, 47 seres humanos. No sé sus nombres. Imagino sus caras al subir a la patera. Mezcla del sufrimiento acumulado hasta llegar ahí, angustia por la travesía del estrecho, incertidumbre si conseguimos llegar, ilusión por hacer un futuro en otras tierras, las de este lado. Cicatrices en el alma y en el cuerpo. Desaparecieron. Por la tarde comenzó su búsqueda y el martes 16 a las 21 horas los encontraron a 10 millas náuticas de Alhucemas. No a todos. No todos vivos. No se encontraron a 13 personas. Otras diez personas estaban muertas. Otras 24 todavía estaban vivas, rotas, asustadas, pero vivas. Para poder seguir intentándolo. No conoceré nunca sus nombres. Quizá vea sus rostros en una foto. Pero están a tanta distancia que cuesta sentir su dolor como algo propio. Cuesta imaginar a sus madres cuando se enteren de que su hija ha muerto, que su nieto no volverá. ¿De qué país vendrían, dónde nacieron? Busco en el mapa la costa de Marruecos, la ensenada al oeste de Melilla, frente a Motril, a Nerja, a Málaga… Solo si los sentimos hermanos nos duele. Si son “los otros” no me importarán mucho o casi nada. Sí, son personas, pero el mundo es así, decimos. No podemos acoger a todo el mundo. No podemos darles sanidad como se la estábamos dando hasta el año pasado porque no hay para todos, nos justificamos. Por eso se hizo el RDL 16/2012. Como Dios manda. Pero ¿cómo puede Dios mandar eso? No queremos entender que si están aquí se buscan la vida cuidando nuestras tierras, nuestros rebaños de ovejas, atendiendo a nuestros padres y abuelos, limpiando las calles y recogiendo las basuras, cocinando, haciendo las tareas más duras. No queremos reconocer que les hemos necesitado y les vamos a necesitar. Y que son personas. Y que deben tener, aquí en España, los derechos que reconocemos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos…, entre otros la protección de la salud. ¿Qué tiene que ver Alhucemas con el RDL 16/2012? No podemos salvar la vida a quienes han muerto y morirán en el Estrecho por intentar vivir un poco mejor. Pero sí podemos, y debemos darles atención sanitaria como a cualquier persona cuando estén empadronados, aunque no tengan todos los permisos de residencia. Mientras estén con nosotros, tienen que tener ese derecho. No es cierto que la atención sanitaria que recibían sea “insostenible”. Es mentira. Costaba y costaría muy poco. Si los presupuestos públicos y los de la sanidad pública no se cubren es porque hay más de 60.000 millones de euros en impuestos que deberían pagar los más ricos y no pagan, y no quieren pagar. Son los que no cumplen sus obligaciones fiscales quienes están quitándonos la sanidad, a “los otros” y a nosotros, son los que reciben de los Gobiernos amnistías, bonificaciones, exenciones, desgravaciones... No queremos ver que primero les quitan todos los derechos a “los otros”, a los que no son de aquí. Pero con esa misma lógica, con esa misma mentira de la “insostenibilidad”, les quitan luego a los mayores, a los jubilados, haciéndoles pagar otra vez las medicinas con re-pagos. Luego a todos, con las listas de espera que hacen retrasar la prueba y el diagnóstico, y pueden hacer que llegue tarde el remedio posible, porque han cerrado una planta, o un quirófano, o una consulta, o un servicio de urgencia o han despedido a un médico de familia… por los recortes. Si les dejamos a ellos fuera porque los ricos, los grandes empresarios, las grandes fortunas, no quieren pagar los impuestos que deben, entonces acabarán echándonos a todos de la sanidad pública, porque no tendrá capacidad de atendernos bien. No, tienen que tener derecho “ellos”, que también son nosotros. Tenemos que tener derecho a una atención sanitaria pública de calidad todas las personas empadronadas que estemos viviendo en España, como antes del Decreto. Y debemos y podemos pagar esa sanidad con los impuestos que están fijados. No tenemos que pagar más los que ya los pagamos. Se trata de que el Gobierno obligue a pagar a todos los que deben. Y que suba los impuestos a los más ricos para que paguen la misma proporción que los demás, prohibiendo la “ingeniería” fiscal que permite evadir millones de impuestos que son de todos. El horror de la muerte de estas personas, hermanas y hermanos nuestros, debería hacernos pensar en la justicia de las cosas. En la igualdad de derechos. En lo mucho que habíamos logrado para que todas las personas en España tuvieran derecho a la sanidad, los servicios sociales, la educación. Y en todo lo que se está perdiendo porque los más ricos están ganando la batalla, están dando la vuelta a la tortilla. No olvidemos que los poderosos, desde arriba, desde sus fortalezas de dinero blindado, cuando hablan de nosotros, los jubilados, los trabajadores, las personas con discapacidad, dicen: no sé sus nombres, no les conozco, no tienen que ver conmigo, son “los otros”. Por eso hemos de seguir luchando por la justicia para todas las personas, por la igualdad de derechos. Porque en ello nos va la vida.