Un contable de aspecto honorable
firma una transferencia aséptica
para enviar las armas necesarias
que hoy se desploman sobre Palestina.
Europa y Occidente somos cómplices
de tolerar la matanza de los niños,
como si estuviéramos paralizados por la culpa
de haber asesinado millones de judíos.
Y sin embargo los números están sobre la mesa:
mil trescientos palestinos, 3oo de ellos niños
y 60 israelíes. Un equilibrio macabro, intolerable.
“¡Pero vosotros –protestan- arrasasteis millones!.
Debemos defender a sangre y fuego
la vida y el hogar de nuestros hijos,
ocupar nuestra tierra prometida
porque somos nosotros el pueblo elegido”.
Los tiempos han cambiado y sin embargo
la tragedia imparable de los siglos
repite la ignominia nuevamente:
el débil masacrado por quien cree
que tiene la verdad.
Hoy es Israel el pueblo fuerte
el que dicta la ley y escribe la historia
con mano decidida e implacable,
y con fuego de metralla maldita
que cae sin piedad sobre hospitales
calles, refugios y escuelas de la ONU.
Hoy toda huella de piedad no existe
en el corazón del ejército de dios.
¿Cuándo nos daremos por fin cuenta
de que no hay pueblo elegido
que todos somos hermanos de raíz
que todos sangramos sangre roja
y respiramos aire y amamos y reímos?
¿Cuándo entenderemos que el fuego trae más fuego
que el odio trae odio y más venganza?
¿Cuándo buscaremos la paz y no la guerra?
Podemos encontrar culpables en las escrituras
en Babilonia, en Egipto, en el Imperio Turco,
o en la corona invencible de Inglaterra.
Podemos culpar a Roma o a Bizancio,
pero estamos aquí, hoy, somos nosotros,
están muriendo niños inocentes. ¡Por Dios!
¡Por el amor Dios paremos esta guerra!
¡Si nos queda humanidad dejemos de matar!
Hemos de construir la paz sobre el perdón.
Tenemos que aceptar que el otro existe.
Dos naciones. Dos pueblos. Dos historias.
Las dos hermosas, las dos inigualables.
No pierdo la esperanza.
Imagino que vuelve a ser posible
ver caminar a un niño judío y a otro palestino
tomados de la mano, sonreírse, cantar juntos
soñar, vivir, amar, unidos en paz y para siempre.