El 11 de Octubre se llevarán a cabo
movilizaciones en toda Europa para pedir la paralización del TTIP. ¿Por qué? ¿Qué es el TTIP?
La “Transatlantic Trade and Investment
Partnership” (Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión) es un tratado
que se está negociando en estos momentos entre la Unión Europea y EEUU que
podría poner en riesgo, entre otros derechos, la atención sanitaria pública. Los
días 29 de septiembre a 3 de octubre se llevará a cabo la séptima ronda de
negociaciones en Washington y se espera concluir en los próximos meses.
Portavoces de la Comisión Europea y del
Gobierno de los EEUU han destacado los objetivos declarados del acuerdo:
disminuir las barreras al comercio de bienes y servicios, aumentar la actividad
económica, crear empleo, disminuir costes, etc.
Llama la atención que teniendo objetivos
aparentemente tan positivos las negociaciones sean secretas. Esta opacidad, y los
antecedentes de otros tratados similares, explican que para muchos analistas el
tratado pueda suponer justo lo contrario, pérdida de empleo, destrucción de
empresas y un importante retroceso en derechos sociales.
John Hilary, director de la organización War
on Want, defiende este punto de vista de forma detallada y rotunda en el
documento: “El TTIP, una Carta para la Desregulación, un Ataque al Empleo, el
Final de la Democracia”
También Jeffrey Sachs ha señalado los riesgos
del TTIP para la igualdad económica y el medio ambiente, al no incluir medidas políticas para
garantizar que este acuerdo se oriente en beneficio de las poblaciones y no de los lobbies y del capitalismo financiero.
¿Cómo podría afectar a la sanidad? ¿En qué aspectos podría impactar negativamente a la salud? Señalo algunos:
-Privatización irreversible de servicios
sanitarios, con fragmentación del sistema y aumento de costes (y/o pérdida de calidad) para la ciudadanía que, al no poder
pagar, recibiría peor o ninguna atención
-Penalización a los Estados (es decir, a la
ciudadanía y los contribuyentes) si se “perjudica” a los inversores, con
normativas o decisiones que “disminuyan sus beneficios”. Resolución del litigio
sin someterse a los tribunales (Investor-State Dispute Settlement). Este
mecanismo supondría “de facto” un blindaje de las privatizaciones.
-Posible reducción de garantías en seguridad
alimentaria y protección ambiental (al homologar normativas a los estándares
más “flexibles” de EEUU). Eliminación del principio de precaución.
En un reciente artículo publicado en Lancet,
Neil Bennet explicaba la preocupación por las implicaciones para la salud del
citado acuerdo (The Lancet, September 6 2014; Vol 384: 843-844).
Portavoces de la Comisión aseguran que los
servicios sanitarios no se verán afectados, pero, como señala Martin McKee,
profesor en la London School of Higiene & Tropical Medicine, las
incertidumbres sobre el proceso y el resultado final de la negociación son muy
grandes. Por su parte Kenneth Haar, del Corporate Europe Observatory, afirma
que la UE sí incluyó en un documento de la negociación los Servicios
Sanitarios. A aclarar esta confusión no contribuye en absoluto el hecho de que,
como se ha señalado, las negociaciones sean secretas y la documentación
estrictamente confidencial.
De ahí que el Presidente de la British Medical
Association, Mark Porter, reclame a su gobierno garantías para que el TTIP no
afecte negativamente al Servicio Nacional de Salud.
Ante estas incertidumbres, y teniendo en
cuenta la dinámica de las negociaciones, McKee concluye que “todo el proceso conduce a un común
denominador de mínimos en términos de protección de la salud pública”.
De momento sería bueno mantenernos informados de esta importante cuestión y debatir también sobre la misma en los foros profesionales y sanitarios.
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