El señor Durao Barroso ha sido Presidente de la Comisión
Europea entre 2004 y 2014. En esos años se produjo una crisis económica, de
origen financiero, que destruyó miles de puestos de trabajo y aumentó de forma
notable las desigualdades. Recordemos: la crisis se generó porque las
instituciones financieras des-reguladas, “demasiado grandes para dejarlas caer”,
dirigidas por personas con enormes incentivos y salarios, desarrollaron productos
financieros tóxicos (como las hipotecas basura) generando enormes riesgos y
situando al borde de la quiebra a muchas de esas entidades, paralizando la
economía real.
La principal respuesta a la crisis de los gobiernos europeos
y de la Comisión, fue rescatar a los bancos: socializar las pérdidas, después
de haber dejado privatizar los beneficios. Cientos de millones de euros
destinados a ayudas directas a las entidades financieras. Otro billón de euros
en préstamos a las entidades financieras a menor tipo de interés que a los
países que debían rescatarlas. Además, como los países tenían que rescatar a
los bancos, debían endeudarse para poder darles el dinero, con lo que ahora
están pagando esa deuda cada año. Por ejemplo, este año los contribuyentes
españoles nos vemos obligados a pagar un 25% del gasto público total para
intereses y amortización de la deuda. Pero se nos dice, al mismo tiempo, que no hay dinero para pagar las prestaciones de dependencia, la sanidad o las pensiones.
El hecho de que se anuncie ahora que el señor Durao Barroso
ha sido fichado por la banca Goldman Sachs como Presidente no Ejecutivo para su
sede europea ubicada en la City londinense es un ejemplo nefasto. Como
ciudadano europeo me siento indignado y desolado. Si la persona que debió
liderar la lucha contra la crisis, corrigiendo la desregulación financiera y
promoviendo medidas que fortalecieran la capacidad de Europa para equilibrar la
fuerza desbordada de la economía globalizada, va a recibir ahora su importante
remuneración de una de las más poderosas entidades financieras del mundo, el
corolario es demoledor.
La sensación de engaño, de farsa, de falta de ética, es
dolorosamente amarga.
Dicen que la ley lo permite, porque han pasado ya los 18 meses requeridos por la incompatibilidad. Si es legal, esa ley me parece mal. Pero
aunque sea legal hasta que se cambie, es inmoral. El mal ejemplo que se da a
los miles de personas que han perdido su trabajo por culpa de la crisis, a los
miles de jubilados que temen por su pensión, a los miles de empresarios de la
economía real que no recibieron ayudas públicas durante la crisis porque todas
las ayudas iban destinadas a las entidades financieras, ese mal ejemplo dejará
huella y ahondará en el alejamiento de los ciudadanos respecto a los políticos,
que se ven como personas que se aprovechan de la situación. También es mal
ejemplo para los funcionarios de la UE que intentan hacer bien su trabajo. La
imagen que queda es: "gestiona a
favor del poderoso, porque el poderoso ya te premiará". Y ese impacto negativo
afecta a toda la Comisión Europea, a la imagen de Europa.
Este mal ejemplo es otro torpedo a la construcción de una Europa
más unida, más solidaria, más justa, más eficiente. Invita al sálvese quien
pueda. Anima a que vengan más Brexits. Increíble y lamentable.
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