El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad
ofrece los datos de Gasto Sanitario hasta 2014.
Se pueden examinar dos series. Por un lado la del Sistema de
Cuentas de la Salud (SCS), que recoge datos de gasto sanitario público y
privado, y también gastos de servicios de larga duración. Por otro lado la
Estadística de Gasto Sanitario Público (EGSP), que recoge los gastos de las
Administraciones Públicas.
Según SCS, entre 2009 y 2014 el Gasto Sanitario Público
(GSP) en España bajó en 8.634 millones, pasando de 75.460 millones € a 66.826
millones, un 11,44% menos.
Al mismo tiempo, el Gasto Sanitario Privado aumentó en 4.695
millones €, pasando de 24.200 a 28.985 millones €, un 19,4% más.
La disminución de gasto público se debe a los recortes,
principalmente en inversiones e infraestructuras y en gastos de personal. También hay menos gasto púbico en medicamentos, que se pasa al bolsillo de los ciudadanos.
En personal sanitario en las CCAA se ha reducido el gasto en
más de 3.000 millones, desde 29.361 a 26.261 millones € (EGSP). Si suponemos un
gasto medio por puesto de trabajo de 50.000€, esta cantidad equivale a 60.000
puestos de trabajo menos. Seguramente estaremos más cerca de los 80.000. La
sangría para el sistema de salud ha sido importante. Lo mismo que la de
infraestructuras.
Hay otra partida que ha disminuido aparentemente: el gasto
farmacéutico.
Si miramos el gasto en CCAA (EGSP) vemos una disminución del
gasto farmacéutico ambulatorio de 13.446 a 10.376 millones. € Pero, al mismo
tiempo, el gasto farmacéutico privado ambulatorio ha subido de 4.273 a 6.547
millones € (SCS). Y, también al mismo tiempo, el gasto farmacéutico en
hospitales ha subido en torno a 1.000 millones €. Es decir, el gasto
farmacéutico total se mantendría, aunque parte de ese gasto lo soporten ahora
directamente las familias (por desfinanciación de medicamentos “para síntomas
menores” y por el copago a pensionistas): es el impuesto a los pacientes.
Esta privatización sanitaria afecta a la calidad del sistema
(menos personal y menos medios técnicos, más tiempo de espera para ser
atendido, etc.). Esta pérdida de calidad provoca que muchas personas que tienen
recursos vayan a la sanidad privada y piensen que la pública no les resuelve su
problema, etc. Aumenta la desigualdad de acceso, se reduce la equidad. Aumenta la insolidaridad fiscal. Un círculo vicioso.
En 2009 la proporción de gasto sanitario público sobre el
total de gasto sanitario era de 75,7%. En 2014 esa proporción ha caído al
69,79%. Si comparamos el peso de
la sanidad pública en otros países de Europa (en torno al 80%) vemos cómo
España ha retrocedido de forma preocupante.
Lo mismo ocurre con el peso relativo en el conjunto de la
economía del país. En España el GSP en relación con el PIB se situó en el 6,3%
en 2014. Mientras que en los países avanzados de Europa están en un 8-9%. Esto
se traduce en un gasto sanitario público por habitante mucho menor: 1.419 euros
en España, por 3.362 en Alemania.
Comparación gasto sanitario público países UE. Eurostat
GSP/habitante
|
%GSP/PIB
|
%GSP/Total
|
|
Alemania
|
3.362
|
9.3
|
84,63
|
Austria
|
3.002
|
7,79
|
75,88
|
Bélgica
|
2.887
|
8
|
77,58
|
España
|
1.419
|
6,3
|
69,79
|
Francia
|
2.817
|
8,7
|
78,65
|
Holanda
|
3.002
|
9,62
|
87,6
|
Reino Unido
|
2.744
|
7,84
|
79,58
|
Suecia
|
4.140
|
9,32
|
83,37
|
Los recortes hicieron retroceder la sanidad pública a favor
de la privada. Es urgente revertir esta tendencia y recuperar el terreno
perdido.
Los objetivos de un nuevo Gobierno progresista deberían
hablar de un GSP de 8% del PIB; una proporción de GSP sobre el total de 80%;
eliminar los copagos de pensionistas; recuperar la cobertura universal;
recuperar plantillas e impulsar estrategias de personal que devuelvan la
ilusión a los profesionales; desarrollar la Ley General de Salud Pública;
reducir drásticamente los precios de los medicamentos; reforzar la colaboración
intersectorial, especialmente con los Servicios Sociales y Educación; garantizar la
participación activa de la ciudadanía en el cuidado y promoción de su salud;
diseñar y aplicar una estrategia coordinada de las CCAA para actualizar
tecnología e infraestructuras; aumentar la presencia en los programas de la UE
e impulsar estrategias europeas de salud.
Ahora que se está debatiendo la formación del Gobierno sería
bueno llamar la atención sobre la necesidad de que el nuevo ejecutivo apueste claramente
por la sanidad pública.