La primera oleada del Barómetro Sanitario 2024, publicado recientemente por el Ministerio de Sanidad, muestra un dato bien preocupante: un 33,6% de la población tiene contratado un seguro sanitario privado (1). 23,9% un seguro personal, y 9,7% un seguro de empresa. Equivale a 16 millones de personas. Hace 10 años el porcentaje de población con seguro privado era la mitad.
En los últimos años la valoración del Sistema Sanitario por parte de la población ha empeorado. El porcentaje de personas que opinaban que la sanidad pública funcionaba bien o muy bien ha pasado de 73,9% en 2010 a 54,6% en 2024. Son casi 20 puntos menos. La población está preocupada por la sanidad. En otro Barómetro, el que publica mensualmente el CIS, vemos que la sanidad es el segundo problema que más afecta personalmente a los españoles (2). Afecta a un 23% de la población, por detrás de los problemas de índole económica (26%), y por delante de vivienda (17%), o calidad del empleo (16,4%) y el resto de problemas analizados.
El aspecto que peor valora la población es el tiempo de espera, las listas de espera para acceder a una atención. En efecto, en Atención Primaria solamente se pudo atender en el día de la solicitud o al día siguiente a un 25% de las personas que demandaron consulta. El resto, un 75%, tuvo que esperar una media de 8,34 días. Esta espera quiebra la lógica de la Atención Primaria y fuerza a muchas personas a ir a urgencias o buscar solución en la privada. Por otro lado, en consultas de otras especialidades un 41% de los pacientes debieron esperar más de 3 meses para ser atendidos. Y respecto a los ingresos programados en hospitales, un 31,5% de los pacientes debieron esperar otros más de 3 meses. A esto hay que añadir las demoras en las pruebas diagnósticas, que también pueden ser de meses.
Las esperas demasiado prolongadas aumentan el sufrimiento de las personas, la incertidumbre, la desconfianza y el malhumor. Y, como se ha puesto de manifiesto, muchas de estas personas buscan la atención en la sanidad privada. En el caso de la salud mental hasta un 44,7% de las consultas fueron atendidas ya por la sanidad privada, debido a la falta de una respuesta adecuada en la sanidad pública.
La causa de estas deficiencias en la atención, y de la deriva hacia la sanidad privada es, principalmente, la falta de personal. Puede que el número de personas contratadas sea el mismo, pero se debe tener en cuenta la disponibilidad real de tiempo. Por ejemplo, si se introducen nuevos derechos laborales, lo cual está muy bien, como el permiso de paternidad, se debe prever la ampliación de recursos. O si se autoriza reducción de jornada por causa justificada, se debe ampliar la dotación de forma proporcional, etc. En segundo lugar, hay problemas de organización, de motivación, que tiene que ver también con la remuneración apropiada y la evaluación del desempeño. Otro aspecto importante es la dotación de equipamiento y el buen mantenimiento de equipos e instalaciones.
El Barómetro también muestra un problema de percepción de desigualdad en la atención. Un 40% de la población pensaba que no se reciben los mismos servicios sanitarios según la CCAA donde se reside.
Así mismo, el Barómetro recoge un dato llamativo: en los últimos 12 meses, un 3,9% de personas dejaron de tomar medicación que les había recetado un médico de la sanidad pública, porque no se lo pudo permitir por motivos económicos. Equivale a 1.860.000 personas. Me pongo en la piel de esas personas. Vas a tu Centro de Salud, la doctora te prescribe un medicamento que considera que necesitas para tratar tu proceso patológico y lograr una mejoría, pero no puedes pagarlo. Y esto ocurre en un Sistema Sanitario que se supone que se financia con los impuestos de todos para que todos tengan acceso igual y sin discriminación por su capacidad económica. No me parece justo. Y duele más esta situación sabiendo que estamos pagando en medicamentos 10.000 millones de euros anuales en precios excesivos y medicamentos innecesarios. Todas las personas que necesiten un medicamento eficaz y correctamente indicado, deberían poder acceder a él sin problema.
El Sistema Nacional de salud, desde los recortes aplicados a la sanidad en la crisis financiera de las hipotecas basura (para salvar a las entidades financieras, causantes de la crisis), no se ha recuperado. Y la tendencia no es buena. Pérdida de confianza, deriva hacia la sanidad privada, acompañada de discursos de sálvese quien pueda, de bajadas de impuestos (sobre todo a los ricos), reducción del sector público, y que el que no pueda se fastidie.
Hay otra alternativa. En primer lugar, una reforma fiscal eficaz, acorde con la Constitución que exige impuestos progresivos, donde paguen más lo que más tienen (que ahora no están pagando). Si las grandes corporaciones y las grandes fortunas pagaran como lo hacen los trabajadores y los pensionistas, existen en nuestro país recursos más que suficientes para recuperar la dotación necesaria en sanidad, servicios sociales, educación, etc. Por otro lado, la reforma del modelo de financiación a las Comunidades Autónomas, con una distribución equitativa y mecanismos de garantía de inversión en sanidad para que todas las personas tengan acceso a un buen servicio sanitario. Esto exige reforzar la coordinación y la capacidad de gobierno del sistema, con una evolución en sentido Federal. Y, por supuesto, mejorar la eficiencia, asegurando que no se despilfarran recursos. En especial, abordar una política farmacéutica que vaya dirigida a una remuneración justa de los medicamentos, reduciendo el gasto farmacéutico público en más de 10.000 millones de euros anuales, y utilizando esos medios para otras necesidades del sistema, como personal y medios de trabajo adecuados.
A mi juicio, para corregir el deterioro del SNS no vale con medidas parciales y coyunturales. Es preciso un abordaje a fondo, con un compromiso de todos los gobiernos autonómicos y el impulso decidido del gobierno de España para recuperar un Sistema Sanitario público de calidad y para todos.
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