En los últimos días varios países europeos han celebrado
elecciones: el 3 de mayo municipales en el Reino Unido; el 6 de mayo,
presidenciales francesas, parlamentarias griegas, y regionales en
Schleswig-Holstein, Alemania. Y los días 6 y 7 de mayo, municipales en Italia.
¿Qué panorama queda después de las batallas?
Lo que más se ha destacado ha sido el triunfo de Hollande en
Francia, y, en menor medida, el ascenso de Aurora Dorada en Grecia y los buenos
resultados del Movimiento 5 Estrellas, la “antipolítica” de Grillo, en Italia.
Pero la situación es tan compleja que merece un análisis más allá de los
titulares.
La participación no se
hunde.
Un primer dato a tener en cuenta es que los europeos han
votado. A pesar del enorme descontento por la situación económica, y el enfado
y la desconfianza hacia la clase política, una mayoría sigue pensando que la
opción democrática merece la pena. Votar, expresar libremente la orientación
que uno apoya, sigue siendo una conquista importante. Todos somos iguales en el
momento del voto. Es un derecho que ha costado lograr y debemos poner en valor.
En Francia la participación fue del 81%. En las elecciones griegas, a pesar de
la crisis y el rescate, se mantuvo en un 65%. Y en las municipales italianas en
un 66,9%. Ha bajado la participación, pero sigue siendo mayor, por ejemplo, que
en EEUU.
Giro moderado a la
izquierda.
¿Qué han votado los europeos?. Mayoritariamente hay un giro
a la izquierda. No es un volantazo. Pero lo que parece claro es que una mayoría
de ciudadanos europeos quieren que sus gobiernos busquen una salida de la
crisis “más a la izquierda”, no más a la derecha.
En Reino Unido Conservadores y Liberales han perdido
numerosos concejales y ayuntamientos a favor del Partido Laborista. En Italia
el PDL de Berlusconi, y la Liga retroceden claramente, a favor de partidos de
izquierda y del movimiento 5 estrellas. En Grecia se ha hundido el PASOK (13,4%
de votos), cierto, pero han subido de forma importante Syriza (16,76%), el
Partido Comunista (8,47%) e Izquierda Democrática (6,1%). Los conservadores de Nueva Democracia
bajaron al 19%, y la Aurora Dorada subió mucho, es verdad, pero solo hasta el
7%. Los socialistas habían logrado el 43,9% hace solo tres años y han perdido su apoyo por
la gestión de los recortes sociales.
En Schleswig-Holstein, la CDU de Merkel aguantó un 30,9% de
votos, que no son suficientes para gobernar junto al 8,1% de los Liberales. Los
socialistas llegaron al 30,2%, los verdes al 13,3% y el partido Pirata a 8,4%. Conviene tomar nota: este partido, movilizado a través
de Internet, ha logrado ya entrar en los parlamentos regionales de Berlín y el
Sarre.
En Francia ha ganado Hollande, pero no ha sido una debacle
para Sarkozy. En la primera vuelta los socialistas lograron un 28,63% de los
votos, frente al 27,18% de Sarkozy. Por su parte, Le Pen obtuvo un 17,90% (más
que su padre en 2002, cuando disputó la segunda vuelta por el hundimiento del
PSF); Melanchon un 11,11% y Bayrou un 9,13%.
Podíamos añadir aquí un recuerdo de nuestras pasadas
elecciones de Noviembre 2011, en las que el PSOE se desplomó, subió Izquierda
Unida, y ganó el PP con mayoría absoluta, pero sin añadir apoyo social (votos),
sino aprovechando el rechazo a la gestión de la crisis por Zapatero a partir de
2010.
¿Rechazo a la gestión
de la crisis o búsqueda de alternativas?
¿Hay solo un rechazo a los partidos que están en el
Gobierno, gestionando la crisis? ¿O hay, además, una exigencia de cambio de
política, de que salgamos de otra manera? Quizá las recientes elecciones
Andaluzas puedan ayudarnos a formular la respuesta.
La impresión que da es que la mayoría de la sociedad española
y europea entiende las dificultades económicas, pero no es tonta. Sabe que hay
problemas de fondo, por la emergencia de nuevas potencias (China, India,
Brasil) y la necesidad de reorganizar nuestros modelos de producción y crecimiento.
Pero también comprueba que la
crisis está sirviendo de coartada al nuevo capitalismo para apretar más a los débiles y
favorecer a los más poderosos. La gente está dispuesta a aceptar
sacrificios, siempre que sean proporcionados y pague más el que más tiene. No
es razonable pedir sacrificios y ver que un banquero logra casi 50 millones de
euros de indemnización por retirarse y ahora puede volver a dirigir otro banco
salvado con ayudas públicas, etc., no es aceptable moralmente. Quiebra unas
reglas de juego implícitas que establecen una proporcionalidad entre esfuerzo y
recompensa, entre sacrificios y derechos. La sociedad rechaza un capitalismo financiero que cercena
una y otra vez derechos conquistados en los últimos 50 años, y que utiliza la
fuerza de los mercados de capital para imponer su voluntad, frente a la
voluntad democrática y ante la inoperancia de los poderes públicos nacionales.
La mayoría de la sociedad europea parece seguir defendiendo
un modelo con libertad de empresa, sí, pero también con derechos sociales,
sanidad, pensiones, educación, salarios suficientes para vivir, más impuestos a
los que más tienen, respeto al medio ambiente, respeto a los derechos civiles, libertad
de conciencia, separación iglesia-estado, etc. La mayoría de la gente en Europa
parece rechazar una salida de la crisis recortando derechos económicos y
sociales. Busca otras alternativas. El rechazo al PSOE en las últimas
elecciones no fue por los importantes avances civiles y sociales de Zapatero,
sino por las medidas económicas (política fiscal, reforma de la Constitución,
reforma laboral, etc.).
En las diversas elecciones se comprueba también un malestar
de fondo, una desconfianza, una sensación en mucha gente de no saber qué hacer,
porque los gobiernos no responden a sus necesidades y sus problemas. ¿Votar o no
votar?. ¿Votar a un partido grande, aunque me haya decepcionado, o a uno pequeño
alternativo, aunque tenga pocas posibilidades?. El aumento de la abstención, el
aumento de voto a IU o a Syriza. La aparición el Partido Pirata en Alemania y
el M5E en Italia; el aumento de voto a Le Pen en Francia y a Aurora Dorada en
Grecia, son datos que apuntan respuestas. Los ciudadanos europeos quieren
participar, pero no se casan con nadie. Buscarán su opción. Al mismo tiempo, el
movimiento político (y el antipolítico) toma fuerza en la red.
El reto de Francia y
el reto de Andalucía
El Programa electoral de Hollande parece resumir bien las
aspiraciones de una mayoría de ciudadanos europeos. El, que no está desgastado por la gestión, propone un giro a
la izquierda: inversión y creación de empleo; más profesores; política fiscal
más justa (más impuestos a los ricos, a las grandes empresas y a la banca); reorientación
de la política económica europea (reforma BCE, eurobonos, tasa de transacciones
financieras); potenciar energías renovables; mejorar salarios; apoyo a familias… Es
muy importante para toda Europa que este programa pueda desarrollarse en
Francia, para lo que Hollande necesitará revalidar el apoyo de los franceses en
las parlamentarias de junio. Pero no podrá hacerlo solo.
Entretanto en Andalucía, el nuevo gobierno PSOE-IU tiene un
reto similar. Dar ejemplo. Mostrar una forma de gobernar desde la izquierda,
con sentido común, con transparencia, con rigor, con participación. En este
caso, a diferencia de Hollande, Griñan había gobernado en la crisis. Pero mantuvo una
política coherente con su discurso, a pesar de las enormes dificultades. Y el
voto que perdió se fue más a la izquierda, permitiendo un Gobierno de coalición
y frenando la mayoría absoluta del PP. Izquierda Unida también asume aquí una
gran responsabilidad. ¿Funcionará este giro a la izquierda? También necesitarán (y deberán ganarse) un enorme apoyo social.
El Estado Nación no
puede hacer frente al nuevo capitalismo
Sin duda el envite es de gran envergadura, de carácter
mundial y de largo plazo. Pero el partido se juega cada día y en cada campo. En
cada pueblo, en cada región y en cada país. Paso a paso. Con incertidumbres y
tensiones, aciertos y fracasos. Lo que parece claro es que sin una vertebración
política de la sociedad, y sin una participación democrática, los que mandan
son los poderes económicos. El trabajador, el pensionista, el parado, se
diluyen. Solo con una participación democrática su decisión cuenta igual y
puede cambiar las cosas a mejor.
La sociedad europea parece decir que quiere un giro democrático a la izquierda. Las
organizaciones políticas y sindicales tienen que ser capaces de vertebrar esa
voluntad social, esa enorme energía que sigue reclamando dignidad, justicia,
libertad y derechos.
Ahora bien, cada vez está más claro que, cuanto antes, debemos superar el ámbito político nacional de toma de decisiones.
Un país solo no puede contrapesar la fuerza del nuevo capitalismo financiero. Y
por eso, cuando ven que las
decisiones del país son inútiles, muchas personas se desaniman y se desesperan, pensando que la
democracia ya no vale. Es necesario fortalecer la idea de Europa como entidad
política, donde podamos defender nuestros derechos y contribuir a la
construcción de una gobernanza mundial.
Pero para ello es necesario también que ideemos nuevas formas de
participación política y sindical democráticas, adaptándonos a los nuevos
tiempos, a la era Internet, para que el Gobierno Europeo responda a un
Parlamento con poder, y pueda gestionar presupuestos, políticas y soluciones europeas. De lo contrario,
el capitalismo financiero global, forzará el giro a la derecha.
La necesidad de introducir reformas en la Unión Europea es clave y decisiva. Durante estos años la doctrina neoliberal se ha introducido y convertido en un paradigma no discutible. Todos los últimos textos elaborados llevan esa impronta y constituyen un fuerte obstáculo para el desarrollo de políticas diferentes. El informe sobre promoción de empleo aboga por ejemplo por la desaparición del salario mínimo y la perdida de derechos. El Pacto Fiscal Europeo es una amenaza para políticas autónomas de crecimiento . El modelo neoliberal esta fuertemente anclado en las normas e instituciones europeas. La izquierda debe abrir un debate ciudadano claro y transparente que restituya en Europa la primacía de la democracia frente a los mercados financieros.
ResponderEliminarRamon