En Karachi, Pakistán, 300 trabajadores de una
fábrica textil han muerto en un incendio y otros muchos están heridos. Se
hacinaban más de 1.500 trabajadores para fabricar las telas que luego, quizá,
usaremos aquí. Cobraban salarios muy bajos, de supervivencia. Sin condiciones
de seguridad. Pavoroso.
Hace días, en Marinaka, Sudáfrica, 34 mineros
que hacían huelga en la mina de platino donde trabajaban fueron abatidos por la
policía. Luego hubo detenciones de centenares de mineros acusados por provocar
el conflicto y nuevas revueltas, y policías y otros diez trabajadores muertos.
La huelga se extendió a otras minas de platino y de oro. Piden salarios dignos.
Piden que las ganancias sean también para los trabajadores. “Las minas siguen
siendo de los blancos ricos”, dicen. ¿Hasta cuándo?
El capitalismo sigue mostrando su rostro más
duro.
Aquí nos dicen que para que las empresas
españolas, portuguesas, italianas, … sean competitivas, tienen que bajar los
salarios, las pensiones, aumentar la jornada, dar marcha atrás en la cobertura
sanitaria, poner copagos, reducir plantillas, quitar el derecho al sueldo
durante la baja laboral… Y lo están haciendo.
Nos dicen que lo hacen porque si no los
capitalistas seguirán llevándose la producción a otros países con salarios de
miseria, sin sanidad, sin derechos. Porque los ricos quieren ser más ricos, y
no reconocen que lo que genera la riqueza, aquí y en todo el mundo, es el
trabajo y que los trabajadores tienen derecho a una parte proporcionada de los
beneficios.
Yo no quiero ese capitalismo. Un capitalismo financiero que se lleva por delante a las empresas que pagan salarios justos y respetan los derechos de los trabajadores. Un capitalismo desalmado que esclaviza. No quiero la ley de la selva y el sálvese quien pueda.
Tenemos que unir las fuerzas para que en
España, en Pakistán, en Italia o en Sudáfrica, se logren los derechos que
habíamos alcanzado en Europa, y para frenar aquí y ahora el desmantelamiento de
esos derechos.
El nuevo capitalismo ha logrado la
desregulación de los mercados, la globalización de la producción y de las
finanzas, y tiene un enorme poder. Ahora nadie tiene fuerza para controlarle.
¿Seremos capaces de construir nuevas
alianzas de los trabajadores, los consumidores, los empresarios honestos, los
estudiantes, la gente normal de todo el planeta, para tener fuerza suficiente
que nos permita defender los derechos de todos; para que no mueran 300 trabajadores atrapados?
Es preciso pensar y edificar, entre todos, un nuevo sistema económico, una nueva civilización.
Es preciso pensar y edificar, entre todos, un nuevo sistema económico, una nueva civilización.
(http://bit.ly/PGPedo)
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