Hace dos días un artículo de David Bollero en Publico.es titulado "“Drones”: asesinatos de consola" http://bit.ly/RaLQdo
atrajo la atención de mi
conciencia.
La conciencia nos dice lo que está bien y lo
que está mal, lo justo y lo injusto, intentando orientar nuestra conducta. A lo
largo de los siglos y las generaciones la suma de la conciencia de muchos ha
ido transformándose en leyes y en Derechos Humanos, en civilización. Al aceptar
algo que consideramos injusto sin cuestionarlo, al quedar impasibles cuando se
vulnera un derecho dondequiera que sea, estamos dando un paso atrás en la
historia de la civilización humana.
Si un Gobierno, amparándose en leyes
antiterroristas de su propio país, decide que puede matar a una persona en otro
país sin juicio previo porque considera que es un terrorista, entonces la
defensa de los derechos de cualquier persona, en cualquier lugar del mundo, se
puede ver cuestionada por cualquier Gobierno. Imaginemos que el Gobierno de España está seguro de que
una persona es un peligroso terrorista de ETA, que ha cometido asesinatos y
puede volver a atentar; lo tiene localizado en Francia y decide mandar allí un
grupo de operaciones especiales que acaba con él lanzando un misil y matando
sin querer a una familia francesa que estaba en ese lugar. ¿Cómo valoraríamos
la decisión del Gobierno de España en este caso? ¿Cómo la valorarían otras
naciones?.
Las “ejecuciones selectivas”, con comandos
especiales o con “drones” no tripulados, no son justas; tampoco contribuyen a
la paz y la seguridad de los pueblos, al contrario, estimulan el odio y el
deseo de venganza y dan falsa coartada al agredido que quiera tomarse la
justicia por su mano. Si no se respeta la soberanía de otra Nación, si no hay
una detención y un juicio con todas las garantías, ¿qué autoridad moral tendrá
un Gobierno cuando diga que defiende los derechos humanos en otros lugares del
planeta? La democracia, para estar viva, necesita que el Poder político esté
sometido a la Justicia. Y las leyes nacionales, sobretodo las de los países más
poderosos, deben respetar el Derecho Internacional y los Derechos Humanos, que
son el fruto de la conciencia de la humanidad. Solo de esta manera podremos vencer al terrorismo y a la barbarie inconsciente que desatan todas las guerras.
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