Publicaba The Guardian ayer un artículo (http://gu.com/p/3aenc/em ) sobre el Informe
de Catalyst, asesores financieros especializados en el sector sanitario. Según
dichos asesores las compañías sanitarias privadas pueden generar nuevos
negocios por valor de 20.000 millones de libras gracias a la privatización del
Servicio Nacional de Salud.
¿Tienen los asesores financieros las mismas
expectativas en España? Algo así anticipaba yo en un artículo publicado en
Público que titulé “Dame hueco” (http://blogs.publico.es/otrasmiradas/259/dame-hueco
)
El
impacto de la crisis económica en la sanidad.
La crisis que se inicia con el estallido de la
burbuja financiera en los EEUU está afectando a Europa de manera muy dura. Esta
crisis está directamente relacionada con la des-regulación de los sistemas
financieros y con el desarrollo de un nuevo capitalismo financiero global, que
ha sustituido al capitalismo industrial. Los altos ejecutivos de las entidades
financieras obtienen enormes beneficios no por la producción de bienes y
servicios que satisfacen necesidades (valor de uso), sino por la compra venta
de “títulos”, de “futuros” (valor de intercambio) que no tienen que ver con la
economía real, sino con la especulación. Este nuevo capitalismo no tiene
contrapeso de los movimientos obreros nacionales, y no está controlado por los
Parlamentos nacionales. Hay un desequilibrio que está provocando la destrucción
de muchos avances sociales en países de la Unión Europea.
Esta crisis afecta lógicamente a la sanidad.
Si en el periodo 2000-2009 el gasto sanitario público de los países de la OCDE
aumentó un 5% anual en términos reales, en 2010 se observó una disminución de un 0,5%. Lo
mismo ha sucedido en 2011 según cifras preliminares. Mientras el gasto sanitario privado ha crecido ligeramente. (http://www.oecd.org/health/healthgrowthinhealthspendinggrindstoahalt.htm)
Debido a la recesión económica, muchos países
han llevado a cabo políticas de contención o recortes del gasto sanitario
público: salarios de los profesionales, disminución de plantillas, precios de
los medicamentos, inversiones, disminución de camas hospitalarias, aumento de
copagos, etc. (ver el Informe del Observatorio Europeo de Sistemas Sanitarios
de la OMS “Health Policy responses to the finanical crisis in Europe).
En España los Gobiernos Nacional y Regionales
también adoptaron medidas de contención del gasto sanitario público en 2009,
2010 y 2011. La orientación de estas medidas tiene que ver con opciones de
política sanitaria que eligen una u otra alternativa.
Se puede reducir el gasto con una contención
de los precios (costes de producción), y con una moderación del uso (educación
sanitaria, promoción de la atención primaria, desarrollo de la atención
socio-sanitaria); o se puede reducir el gasto con reducción de cobertura, de
prestaciones, de calidad de los servicios, aprovechando la crisis para
privatizar la sanidad y generando “hueco” para un negocio de más de 10.000
Mill€.
En los primeros meses de 2012 se están
introduciendo medidas que afectan de forma más importante a la sanidad española
y que modifican el modelo sanitario público.
Los
cambios impulsados por el Gobierno Rajoy. La des-universalización.
En España se están planteando cambios
importantes. Por un lado se están
llevando a cabo recortes presupuestarios que disminuyen la financiación
sanitaria pública. Al mismo tiempo se adoptan iniciativas para privatizar la
gestión de servicios con financiación pública. Finalmente se han aprobado
cambios normativos importantes que cambian la cobertura, las prestaciones y la
financiación. Da la impresión de que estas medidas no sean una respuesta a la
crisis, sino que aprovechan la crisis para cambiar el modelo sanitario.
Privatizar la financiación.
El cambio de concepto que implica el RD Ley
16/2012 y otras medidas complementarias (des-financiación de medicamentos,
aumento de co-pagos) es el de la universalización. Se vuelve al concepto de que
la medicina es un asunto privado. Es
decir, se la tiene que pagar cada
uno. Se la tiene que pagar el paciente. Es una vuelta atrás muy
importante en la evolución social que había experimentado España. De un sistema
de seguros, en el que se fueron incorporando colectivos en función de su
empresa, habíamos pasado a un sistema de cobertura universal del 100% de la
población, por ser ciudadanos, con financiación de todos, a través de los impuestos.
Ahora damos marcha atrás, y para empezar se deja fuera de cobertura a los
extranjeros empadronados, sin permiso de residencia, (aunque hubieran trabajado
y vivido en España varios años) y a otros colectivos en función de edad o renta.
Se establece, además, un plan de recortes muy
radical que supone una disminución del 20% de los gastos de personal, el 30% de
los gastos de investigación y el 90% del gasto de inversiones. Estos recortes
tan drásticos deterioran la calidad y la eficacia de la sanidad pública.
Al mismo tiempo algunas entidades sanitarias
privadas promueven una campaña para que el gasto sanitario privado desgrave.
Con esta medida se agrandaría la brecha entre una sanidad para ricos y una
sanidad para pobres. El que pudiera pagar contrataría un seguro o pagaría un
hospital privado, que le beneficia a él, y este seguro desgravaría, con lo que perderíamos ese ingreso para la sanidad
pública. La disminución de ingresos públicos deteriora las posibilidades de
mantener una buena sanidad para todos.
Sin duda la crisis afecta a la economía
española y se deben tomar medidas para recuperar el crecimiento. Pero en todo
caso la dificultad mayor de la financiación de los servicios públicos viene
precisamente de un modelo fiscal poco eficiente e injusto. España tiene unos
ingresos fiscales 9 puntos más bajos que la UE. Esa enorme diferencia,
equivalente a 90.000 millones de euros, se debe sobretodo al fraude fiscal, y
también a la menor tributación de las rentas del capital (sociedades). Es
urgente una armonización de nuestros ingresos fiscales con la UE y un plan de
lucha contra el fraude fiscal. Si no se recaudan los impuestos de unos pocos
que evaden más de 70.000 millones, ¿qué pasaría si todos dejáramos de pagar?.
El déficit público en España no es porque haya más gasto público del que puede
permitirse este país, sino porque hay menos ingresos fiscales de las rentas muy
altas por el fraude fiscal.
Privatizar la gestión.
Por otro lado, aunque tenga menor importancia
“cualitativa”, se está planteando también aumentar la provisión privada de la
sanidad de financiación pública, aumentando los esquemas de PFI, PPP,
conciertos, etc. Es verdad que la provisión privada de sanidad pública es común
en otros países; pero como sabemos este esquema es menos eficiente, más caro
para la misma prestación (Alemania, Francia, EEUU). Y entonces sí que afecta a
los derechos de las personas, porque si se mantiene la restricción de gasto
sanitario público total, esto implica menos servicios para las personas, o
menos calidad por servicio. La provisión
privada no tendría impacto negativo si no hubiera restricción de gasto y
pudiéramos gastar lo mismo que Francia o Alemania por persona (un 32% más).
Pero si el gasto es menor que el actual, la gestión privada conducirá a una
pérdida de calidad de los servicios sanitarios públicos.
Además de intentar ganar dinero con la gestión
de servicios públicos, el inversor privado actual busca otra fuente de
beneficios. En este nuevo capitalismo financiero la generación de los
beneficios más importantes no es por la producción de bienes y servicios (el
valor de uso), sino por la compra-venta (el valor de intercambio). De tal
manera que el gestor puede generar beneficios a los especuladores haciendo que
crezca la expectativa de ganancia y vendiendo una empresa a mejor precio que
cuando la compró. Este fenómeno que ocurre en cualquier sector de la economía,
en el sector sanitario puede hacer más daño, al debilitar una estructura de
provisión de servicios que cuesta mucho crear (formación, procedimientos,
cultura organizativa, calidad, …), pero que es fácil destruir.
El efecto inmediato de estas medidas es el
deterioro de la calidad de los servicios sanitarios públicos. Un indicador de
este deterioro es el menor tiempo de atención a los pacientes (por la
disminución de plantillas); otro es que el tiempo de espera para recibir
atención no urgente se ha duplicado en el SNS y en algunas CCAA se ha
multiplicado por 10. Estos retrasos inducen a las personas con más
posibilidades económicas a buscar atención en la medicina privada.
El sector sanitario privado puede beneficiarse
de una ampliación de 10 a 15.000 M€ Pero, además, ¿y sobretodo?, el nuevo
capitalismo financiero quiere especular en un sector de 70.000 millones de
euros para obtener beneficios a corto plazo impulsado por las políticas del
Gobierno actual. Es preciso generar un contrapeso suficiente en la sociedad
(sindical y político) para frenar esta deriva y buscar un equilibrio sensato
que garantice una buena sanidad para todos, ahora y en el futuro.
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