Los que se fueron ¿dónde están?
Estas mujeres, estos hombres tan queridos
que con su sola presencia nos daban alegría.
Sus brazos, sus corazones abiertos
te hacían sentir seguro, como en casa.
Su buen humor, su compromiso solidario,
su amor por la vida
nos daban aire y luz.
Pero ahora que se han ido
¿dónde están?
¿acaso pueden no estar en ninguna parte?
¿acaso han dejado de ser definitivamente,
y tan solo nos queda la pena
y su recuerdo?
Sin embargo, yo siento su huella en mí.
Su sonrisa me alienta.
Su palabra (imaginada, recreada en mí)
me inspira y me conforta.
Porque lo que ha sido no puede dejar de ser
y seguirá siempre vivo en el amor
(aunque de otra manera).
Al principio el corazón no deja de llorar,
no quiere aceptar la despedida
¡es tan injusta!
Después, de a poco, el alma se sosiega
(cada cual tiene un modo de sentir)
y su presencia nos acompaña de mil formas,
porque, en realidad, no se han ido.
En el silencio
su abrazo nos acoge
nos serena:
tranquilo, que no pasa nada.
Y al día siguiente la vida continúa en mil colores
y nosotros
seguimos vivos en ellos y con ellos
navegando unidos en el viento.
Un abrazo y mucho ánimo siempre.
Fernando Lamata, diciembre 2025.
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