Barreras, muros, alambradas, cuchillas
balas de goma, insultos, amenazas
perros policía, detenciones,
esos gamberros orinando sobre dos niños asustados
porque no son de aquí
no tienen derecho a respirar
a comer
a ser parte
de la casa común europea.
No quiero esta casa
si no abre sus puertas
No podemos llamarnos humanos
si orinamos encima de niños indefensos
porque tienen otro color
otra lengua
otro pasado
de sufrimiento
y desesperación
No somos dignos
de ser europeos
de ser llamados humanos
si cerramos las puertas
con miles de cerrojos
en vez de decidir cambiar las cosas
Porque si huyen de una guerra en Siria
es porque tal vez nuestros gobiernos
y los grandes medios de comunicación
políticamente correctos,
defendieron derrocar un régimen injusto
con una guerra más injusta todavía
y luego nadie sabe nada
las cosas sucedieron así, se fueron de las
manos
pero este niñito indefenso está muerto en la
playa
cuando intentaba llegar a las costas de Kós,
de nuestra casa Europa.
Este niño es real, y ahora está muerto.
Y no es solo una desgracia terrible
es asesinato
Y los hombres mujeres y niños asfixiados
en un camión cruzando la frontera
y los muertos anónimos caídos de las barcas en
el mar
son muertos reales.
Y nosotros pusimos la pistola.
Moralmente, con nuestro silencio, apretamos el
gatillo.
Yo sé que todo es complicado
pero hay algunas cosas claras.
En un país donde faltan libertades,
la solución no es armar a la supuesta armada liberadora
para ganar la guerra.
No lo fue en Afganistán, con los talibanes
ni en Irán con Irak
ni en Irak con la coalición contra las armas de destrucción masiva
que nunca se encontraron
Ni en Siria con los supuestos rebeldes
donde el llamado estado islámico controla ya
casi la mitad del territorio.
¿Dónde están los gobernantes que dieron las
órdenes?
¿Han pedido perdón?
Yo les veo seguir pontificando
como si nada hubiera ocurrido
como si no tuvieran que ver en este rosario de
muertes injustificables
de niños sin escuela, de hospitales
destruidos, de noches de terror y de hambre.
En un país que oprime a los más débiles,
la solución es favorecer el comercio, el intercambio,
el turismo, la cultura, abrir fronteras, no
cerrarlas,
mejorar la economía, crear escuelas,
universidades, futuro.
Luego serán los pueblos los que escriban su
historia.
no la escribirán las bombas extranjeras, porque queman los
cuadernos
y amputan las manos.
Europa.
¿Cómo podemos sentirnos orgullosos
si nuestra principal preocupación
es la altura que deben tener las vallas
para que no pase nadie?
Europa tiene que ser activa en el desarrollo
económico de los países
tiene que prevenir y enfriar los conflictos, no azuzarlos
tiene que mejorar las reglas comerciales
y perder algunos privilegios, si es preciso,
para que todos podamos producir y ganarnos la
vida,
con la agricultura, la pesca, la industria,
las infraestructuras,
porque así todos ganaremos.
Debemos superar de una vez
la mentalidad colonialista del saqueo,
e impedir que empresas europeas o de otros
orígenes
exploten las riquezas de los países más
débiles
aún a costa de fabricar guerras y migraciones
masivas.
Seguimos hablando de que hay que cerrar los paraísos fiscales,
y es allí donde siguen llevando sus ganancias
los especuladores que esquilman la riqueza de estos pueblos
y se ponen medallas como
benefactores
porque han donado un millón para comprar
vacunas.
Europa, y los países que formamos Europa, y
las personas
que tenemos la ciudadanía europea, mereceremos
el desprecio
de los hombres
si no somos capaces de decir basta.
Aunque no sepa mucho
es bastante evidente que sobre suelo Sirio,
sobre suelo Iraquí, sobre la África de inmensa
belleza
se libran batallas que no tienen que ver con
esas gentes.
Estrategias de los poderosos de aquí y de otros
países
que libran su lucha en ese terreno.
Las codiciadas ganancias del querido petróleo
del coltán, los diamantes, el trabajo esclavo,
los barcos factoría,
llegan a sus cuentas corrientes invisibles
mientras la lucha religiosa enciende las mentes
de los que están dispuestos a morir y a matar.
Y el ciudadano europeo durmiéndose con los
cuentos que nos cuentan.
Un gobierno que era aliado pasa a ser inaceptable
de un día para otro.
Y hay que hacer la guerra. Una vez destrozado
ese país,
como si no tuviéramos nada que ver,
nos asombramos de lo fatal que se organiza
aquella gente
y nos enfadamos porque vienen miles de
emigrantes
jugándose la vida
Qué se han creído, decimos, nosotros no
podemos hacer nada.
Pero es que nuestros gobiernos, con nuestros
votos,
destrozan sus cosechas, arrasan sus escuelas,
minan sus carreteras, vuelan las fábricas,
impiden la llegada de medicinas,
Nuestros gobiernos, por acción o por omisión,
con nuestros votos,
es decir, nosotros,
permitimos esa barbarie,
y luego nos quejamos de que vengan aquí desesperados.
Los europeos tenemos la responsabilidad de
Primero, adoptar medidas urgentes de acogida a
las personas que vienen a nuestro suelo, por simple humanidad.
Segundo, perseguir con toda la fuerza de la
justicia a las incitaciones xenófobas, y llevar a cabo programas de
concienciación, desde la escuela a las redes sociales y las televisiones.
Tercero, replantear la política de cooperación
y comercio con los países de menos ingresos y los países en guerra, para
favorecer su desarrollo económico y su estabilidad.
Cuarto, dejar de apoyar las guerras y
presionar a los gobiernos que financian o permiten que se financien las guerras
para desmontar esas escaladas y además controlar la industria militar y sus
beneficios.
Quinto, fortalecer la estructura política de
la Unión Europea, para que sea una Federación de países fuerte, con un
Parlamento representativo y un Presidente que ejerza de tal. Una Europa con una
cabeza, y no tres, o veintiocho, capaz de responder a las exigencias de este
siglo XXI con estructuras de toma de decisión y de rendición de cuentas del
siglo XXI y no del siglo XIX.
El gobierno de Europa tiene que tener la fuerza
bastante
para controlar la codicia insaciable de los
depredadores financieros,
de los que especulan con los alimentos de los
pueblos
de los fabricantes de guerras
de los que recortan salarios y pensiones
de los que ahora mandan de verdad.
La codicia es capaz de arrasar las conciencias
y tapar las bocas.
La codicia es capaz de reescribir la historia
y hacerte sentir culpable del destrozo que
ella cometió.
La codicia devora la dignidad.
La codicia mata.
Vencer a la codicia es tarea de todos,
De cada uno,
Pero también de Europa, de otra Europa.
Solos no podremos.
3 septiembre 2015
Es asombroso como la belleza de un poema logra resaltar la ternura del dolor, la pena de los niños, la fuerza de los más débiles, la impotencia de los afortunados. Un poema entrañable. Pasaba por aquí y acabo de descubrirte. Me ha encantado. Gracias Fernando.
ResponderEliminarMe gusta y me uno al grito que planteas
ResponderEliminarAdelante