Pero, además, Roller se fija en otro aspecto interesante. ¿Quiénes son los dueños de las empresas? Del total del valor en acciones de las empresas cotizadas, que asciende a 45,9 billones $, 14,3 billones $ son “propiedad” de fondos de pensiones. Lo que supone un 31%. Es decir, cerca de un tercio del gasto que hacen las empresas de medicamentos en I+D correspondería a los fondos de pensiones, unos 50.000 millones de euros. Por otro lado, los gobiernos conceden beneficios fiscales y otras ayudas, o compran acciones por Bancos Centrales, fondos soberanos, etc. Con lo que el equivalente a otros 28.000 millones $ de gasto en I+D de las empresas corresponde a inversión pública indirecta.
Así, según muestra Roller, del total de 265.000 millones $ invertidos en I+D de medicamentos, 103.000 + 50.000 + 28.000, un total de 181.000 millones $ corresponden a sector público y fondos de pensiones, un 68,3%.
Sin embargo, los fondos de pensiones delegan su gestión en otras entidades “gestoras” de fondos de inversión, como BlackRock, Vanguard, State Street, y otras. Son los ejecutivos de estas empresas los que ejercen su control en las compañías farmacéuticas. La remuneración de estos ejecutivos y la de los ejecutivos de las empresas farmacéuticas suele estar relacionada con las ganancias y la revalorización de las acciones y no suelen tener en cuenta si los precios de los medicamentos son abusivos, o si hay miles de personas que no pueden comprar los medicamentos.
El autor nos muestra la situación paradójica de que en los países de la OCDE los sistemas públicos de salud financian solamente parte de los nuevos medicamentos, o imponen su racionamiento, debido a los altos precios. Pone dos ejemplos: en Canadá, el bevacizumab (Roche), medicamento para el cáncer, solo está financiado en cuatro provincias. También hay restricciones en Reino Unido y Nueva Zelanda. Lo mismo ocurre con Eculizumab (Alexion Pharmaceuticals), para una enfermedad rara, cuya inclusión en la financiación pública no ha sido aceptada en Canadá y Nueva Zelanda, y solo parcialmente en Holanda, por su precio elevado (medio millón de dólares). También en EEUU la cobertura de estos medicamentos depende de la compañía de seguros y la póliza. Analizando quiénes son los accionistas de Roche y Alexion Pharmaceuticals observa que estas empresas son propiedad, en parte, de Canada’s Pension Plan Investment Board, Canada’s British Columbia Investment Management Corporation, The New Zealand Superannuation Fund, Dutch ABP (fondo de pensiones para empleados del gobierno y de la educación), UK’s Strathclyde Pension Fund, o UK’s West Yorkshire Pension Fund. Hay muchos otros fondos de pensiones que son accionistas de empresas farmacéuticas.
Es oportuno preguntarnos si los gobiernos, que representan los intereses del conjunto de la sociedad y de los pacientes, y si los fondos de pensiones y sus órganos de gobierno, que entre todos son responsables del 68,3% de la inversión total en I+D de los medicamentos, deberían buscar la forma de controlar dicha inversión y buscar el beneficio para la mayoría de la sociedad y de los pacientes-ahorradores. En efecto, como señala Slavek Roller, se debería reforzar la exigencia de fijar un precio justo (que retribuya los costes de investigación y de fabricación, evitando la especulación), así como de retorno al sector público del dinero público invertido en I+D y se debería ejercer el poder que da el porcentaje de acciones que son propiedad de fondos de pensiones o entidades públicas, para defender los intereses de los pacientes-ahorradores y su salud en las decisiones que toman las empresas farmacéuticas sobre prioridades de investigación.
Por otro lado, conviene no olvidar que el dinero que invierte la industria farmacéutica en I+D sale de los beneficios obtenidos con el sobre-precio que pagan los pacientes y los servicios de salud por los medicamentos. Los sobre-precios se obtienen gracias al monopolio que conceden las patentes y otros instrumentos de exclusividad que conceden los gobiernos. Pero lo que hay que saber es que el sobre-precio obtenido es mucho mayor que lo que se gastan en I+D. Volveré sobre este aspecto en otro comentario.
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